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martes, 1 de septiembre de 2020

El interesado debate sobre la "Okupación"

 

Los medios de comunicación no son “hermanitas de la caridad”, son empresas con sus intereses económicos que se ven sacudidas por decisiones políticas o por coyunturas económicas, lo que tienen a su favor es que, con sus líneas editoriales, pueden orientar la opinión de la población hacia posturas beneficiosas para ellos, a veces incluso van más allá.

La última campaña al respecto tiene mucho que ver con intereses económicos y derecho a la vivienda. Hablo de los mal llamados Okupas, digo mal llamados porque nunca el movimiento Okupa pretende quitar la vivienda a nadie, es un movimiento que denuncia que actúa sobre locales vacíos, no sobre viviendas habitadas, pero se ha confundido intencionadamente con el allanamiento de morada y así los intereses económicos matan dos pájaros de un tiro. Dicho de otra forma, no es lo mismo que en la televisión salga que un grupo de personas ha okupado un local vacío, que es fruto del “lavado” de dinero negro, y dónde hacen actividades sociales, a que te digan que un grupo de personas se han metido en la casa de una familia. Los conceptos y la finalidad son diferentes, pero las televisiones los malinterpretan a propósito, mezclan un acto solidario y reivindicativo que busca un beneficio colectivo con un acto egoísta que busca beneficio privado. 

Personalmente no sé cuántos de nosotros conocemos allanamientos de morada, pero según el ministerio del interior en 2019 había 19 diarios. Los problemas hay que afrontarlos, desde luego, pero viendo la sobreexposición mediática y comparando los datos con otro fenómeno relativo a la vivienda, cómo es el de los desahucios (162 al día en ese mismo año), uno, que desconfía de los medios de comunicación, no puede sino dejar de pensar que hay intereses detrás. Y los hay, claro que los hay, el miedo es un sentimiento que genera negocio, de hecho las empresas de seguridad han multiplicado sus beneficios. Pero esto no queda ahí, ¿Cuántas veces lo bancos han pedido leyes de desahucio más rápidas para dejar a la gente en la calle? Eso queda mal decirlo en televisión.

La última crisis económica puso de manifiesto una confrontación entre derechos sociales, en este caso derecho a la vivienda, y el sistema económico. Dónde claramente el activismo había puesto la problemática de los desahucios en la primera línea de reivindicación. Lo que está pasando es que, sencillamente, el bando contrario, se está moviendo. Están realizando una jugada maestra (para ellos): demonizas un movimiento de protesta, generas miedo, fruto de este haces negocio, presionas para cambiar una ley que es molesta para el poder económico y de paso le cargan el muerto a un gobierno que les genera malestar.

Si es que con dinero se puede hacer todo.

jueves, 23 de abril de 2020

El retorno de los olvidados


Durante gran parte de mi vida me pregunté donde estaba la clase obrera de la que tanto me habían hablado de pequeño y de la que, por pura curiosidad, empecé a leer en los libros al final de mi adolescencia. Algo que me sirvió para debatir con algunos amigos y compañeros de carrera en su momento, pero que, fuera de ese contexto, no encajaba con la realidad que veía. Por ello siempre me preguntaba ¿Dónde están?, efectivamente, estar estábamos, pero necesitábamos recordar quiénes somos y de dónde venimos.  

Si hace unos años, justo antes de la crisis del 2008, preguntabas a una persona de que clase se sentía, automáticamente, salvando algún grupo de irreductibles, te decía clase media, ya fuera un médico, un albañil, un mecánico o el jefe del taller, cuando 20 años antes los trabajadores estaban parando fabricas y plantándose contra la reconversión de la industria que era el sector más importante en el país.

Posiblemente aquellas huelgas triunfaron en el momento pero era difícil mantener el pulso en el futuro. La cuestión es que, al final, aquella masa de trabajadores que se aglutinaban en torno a la producción industrial y que tenían un sentimiento de identidad colectivo se fue disgregando fruto de la tercearización de la economía y de la pérdida de fuerza de la Industria, que también significó una progresiva ineficiencia de los movimientos sindicales a la hora de afrontar los grandes cambios económicos y laborales, posiblemente porque al cambiar la sociedad no supieron amoldarse.

Esta tercearización estaba relacionada con la globalización, lo que implicaba que la economía iba poco a poco a rebasar las fronteras y los límites nacionales, o lo que es lo mismo, que las grandes decisiones económicas se alejaban de los países y escapaban por lo tanto al poder político, más allá de determinados ajustes que no suponen un gran cambio. Supone, por lo tanto, entregar la soberanía económica a órganos supranacionales que no están controlados por los ciudadanos.

Paralelamente a esto también la clase obrera perdió su identidad, nos empezaron a convencer de que todos éramos clase media, al fin y al cabo las grandes conquistas del pasado habían conseguido una serie de derechos que homogeneizaban la situación socioeconómica y donde prácticamente todo el mundo tenía opción de tener un piso, un coche y una casa en la sierra.

Una vez puesto en marcha esto, y por lo tanto, entregada a fuerza externas la organización económica, las grandes diferencias entre los partidos se redujeron y pasaron a ser de índole exclusivamente cultural, centrándose en los reclamos de identidad sexual, de género, nacionalista… temas que habían estado en una segunda posición y de pronto se ponían de relieve. Esto tuvo unos efectos positivos pues se avanzó en derechos que hasta entonces no se consideraban importantes. Pero se centró la política en el debate cultural y nos olvidándonos de la parte económica, y desligar diferentes identidades de la raíz económica que genera la desigualdad provoca la división de una masa social que compartía una problemática común.

No fue, probablemente hasta el estallido de la crisis de 2008, y  sobre todo a partir del 2011,  cuando eso se rompe, cuando una sociedad que había mirado al futuro de forma entusiasta ve truncadas sus aspiraciones y ve cómo aquello que no se ponía en cuestión, como es la economía, es lo que generó la situación de malestar.

El problema surge cuando el sistema político no da alternativa. Nadie con fuerza en los gobiernos  ofrecía un proyecto con garantías, en parte por agotamiento y descrédito, en parte por el yugo de la UE. Todo ello deriva en una fuerte frustración que se transforma en indignación y estalla en el famoso 15-M abriendo un ciclo de impugnación del sistema que se cierra con la ruptura del bipartidismo y la entrada en las instituciones de un partido, como es PODEMOS, en un principio como canalizador de la protesta, pero con fuerte "filosofía" progresista en su base. Pero en realidad, en todo este proceso, lo que ha ocurrido es una vuelta de la sociedad al debate económico, a las relaciones entre el capital y el trabajo. Y por lo tanto, un cuestionamiento de la clase media que ya no representa a tanta población, pues muchos se han caído de ella. La pregunta es ¿a dónde? Pues a engrosar las filas de la clase obrera, ya sea por motivos económicos, o por  de recuperación de esa identidad.

En el momento de crisis actual, dónde una pandemia ha generado la caída de la economía, hace que muchos miremos con miedo a la crisis del 2008 y a las políticas de austeridad que se tomaron. Pero ni las circunstancias  internacionales son las mismas ni los propios partidos de izquierda son los mismos. Los debates económicos son de gran calado, incluso dentro del propio gobierno del país, algo que en el 2008 era impensable.

Estos debates tienen dos posturas.

- La primera sigue una línea de tradición liberal, o de ortodoxia económica, en sintonía con las políticas que triunfaron en los 90 y que se impusieron cómo fórmula para solucionar la última crisis, de la cual fueron causa, suponiendo un gran drama social para las capas bajas de la sociedad en muchos países de la periferia europea, en beneficio, por supuesto, de las más altas.

-La segunda, por su parte, enlaza con la tradición de esa izquierda de los años 80, con una fuerte identidad de clase y un fuerte contenido ideológico. Los miembros que representan en esta corriente fueron miembros de las protestas "anti-austeridad" del 2011 pero son hijos de la tradición obrerista que ha conseguido tantos éxitos para la gente de abajo.

Que esos ministros y secretarios de estado estén hoy ahí es fruto de la recuperación de la identidad de clase surgida como consecuencia del fracaso del modelo económico de la última década del siglo XX y principios del XXI. Se trata de un hecho que puede marcar la gran diferencia en esta crisis, pues fueron parte de la contestación social de la pasada y forman parte de esa gran masa "repolitizada" que recupera el sentimiento de clase perdido. 

Los debates y las propuestas están volviendo a ser de profundidad, posiblemente porque la crisis que estamos atravesando lo requiera, pero eso deriva en fuertes tensiones sociales y en constantes intentos por desestabilizar el gobierno. Hay que tener presente la fuerza que tenemos, tanto en las instituciones, como en la calle, pero sobre todo de donde venimos, y aunque creamos que podemos conseguir más, yo pediría, esa conciencia de clase en el momento actual, porque si sale bien todos nos vamos a beneficiar.

martes, 28 de mayo de 2019

¿Qué ha pasado?


¿Qué ha pasado? Esta fue la sensación que muchos tuve al ver como Carmena perdía la alcaldía de Madrid, todo un símbolo de las alcaldías del cambio que cristalizaba así, una realidad que era predecible: que la galaxia PODEMOS (partidos y confluencias surgidos debidos a su efecto, estuvieran ellos dentro o no) iban a tener un retroceso.

Una vez más la cuestión es el por qué. Sin duda hay aspectos de carácter localista, de gestión, y habrá que analizar cada lugar, pero hay un hecho que, en mi opinión, es indiscutible: el periodo de impugnación abierto con el 15M, y que tuvo su cristalización electoral con el surgimiento del partido morado y posteriormente con fórmulas electorales abiertas al ciudadano, se ha cerrado o se ha ido cerrando poco a poco, aún así todavía pueden quedar fisuras. La ciudadanía ha recuperado la confianza en los viejos partidos y sobre todo en el gran partido institucional de España, como es el PSOE.

A esto, en mi opinión, hay una excepcionalidad como es el conflicto catalán, pero es una excepcionalidad que a la larga ha contribuido a afianzar y movilizar, por lo menos en el resto del estado, las posturas y partidos cómodos con y para él sistema, así como a contribuir en Cataluña a la pérdida de una alcaldía como la de Barcelona por parte de Colau ante el avance del independentismo.

No se puede, tampoco, desdeñar la estrategia. De hecho, PODEMOS y sus confluencias, han pasado de querer asaltar los cielos huyendo de las dinámicas tradicionales de los partidos a jugar constantemente por el poder interno y “apuñalarse” unos a otros generando, además, divisiones. Madrid, tanto comunidad como Ayuntamiento, ha sido la gran pantalla en este aspecto, pero han sacudido a organizaciones similares a lo largo de todo el territorio español. No obstante, y dicho sea de paso, creo que sería un error achacar la pérdida de Madrid capital a esta división, pues, siendo, en mi opinión, estratégicamente un error la candidatura de Más Madrid, lo cierto es que la bajada de participación en los barrios del sur, que apoyaron a Carmena en las anteriores elecciones, puede denotar factores de otro tipo.

Aun así, no hay que caer en el pesimismo (y lo digo yo, que tiene valor doble) pero hay que ser consciente de que la estrategia tiene que cambiar, de asaltar los cielos a guardar las trincheras y a avanzar en los lugares que se pueda. Tal y como le decía a un conocido mientras disfrutábamos de cerveza en las fiestas de San Miguel del Pino, la izquierda va a caer pero no obstante electoralmente estaremos mejor que hace 4 años, y así es: Cádiz y Zamora siguen gobernados por la izquierda, se puede condicionar muchos gobiernos locales, autonómicos y hay 42 diputados en un congreso sin mayoría absoluta que pueden orientar la política de gobierno hacia necesidades sociales.  Eso sí, hay que ordenar ideas y ver que queremos ser de mayores, PODEMOS tiene mucho que pensar, pero también IU y en cada uno de los territorios cada una de las confluencias, sabiendo que el territorio es muy plural, y que lo que funciona en Madrid puede no funcionar en Valladolid.

viernes, 18 de enero de 2019

De la ilusión a la desilusión


Siempre he sido muy descreído a la hora de votar, quizás porque he tenido ideas muy contradictorias durante gran parte de mí, quiero pensar, joven vida, posiblemente debido a lo que llamo “ideologización  forzosa” por parte del “pecero” de mi padre, que me inculcó desde pequeño una conciencia de clase,  y a desarrollarme en un entorno social muy conservador, del cual para nada renuncio, voté, por primera vez con ilusión, hace 5 años, en las europeas del 2014, fruto, también, de profundas reflexiones que tuve durante mis años cursando Geografía, y es que a mis profesores les encantaba hacernos pensar, y entre los compañeros nos picábamos a ver quién leía más libros marxistas.

Recuerdo, entonces, la ilusión de votar a Pablo Iglesias, porque no voté a PODEMOS, voté al chico normal, que vivía en Vallecas, que salía en la tele hablando de problemas de la gente de la calle, que no sonaba a esa izquierda tradicional que mucha gente rechazaba, y que hizo su lista electoral de forma totalmente abierta y democrática. Y también, debo reconocer, que voté con ganas de darle una colleja a Izquierda Unida, quien habría sido mi opción en otras circunstancias, aunque de forma poco ilusionante.

Después de eso vinieron otras elecciones y mi participación en movimientos municipalistas pensando que se podía cambiar algo. Recuerdo las municipales del 2015 como un recuerdo gratificante, como el niño que descubre un mundo nuevo, pero también recuerdo todas las desilusiones que han venido después y la desconfianza por la coalición “Unidos Podemos” pensando que por el camino nos dejábamos gran parte de los logros conseguidos pero que era necesario para asaltar los cielos. Pues bien, los cielos no se asaltaron y me da la impresión que después de no hacerlo la hoja de ruta de la izquierda era hacer lo que ha hecho siempre pelearse entre ellos y hacer coaliciones electorales apelando a una falsa unidad.  

Cinco años después de que empezara el terremoto electoral generado por la irrupción de PODEMOS no reconozco aquellos proyectos con los que me ilusioné, y coincide con la caída de la figura que nos hizo replantearnos que había otras formas de hacer política en las instituciones rebasando a los partidos políticos, y sus limitaciones. Ese chico normal que hablaba con la gente normal, ya no parece tan cercano, ya no parece tan diferente al resto y desde luego, su discurso se parece mucho al de la izquierda más tradicional, que ya fracasó. Te dás cuenta, que Pablo Iglesias, no era él solo, era gente como Luis Alegre, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa o el propio Monedero, quien es el único que se mantiene a su lado.

Hoy, puedo decir, que ya no me fío, como votante de Pablo Iglesias, ni, desgraciadamente de los partidos políticos de los que, reconozco (no sé si con vergüenza), empecé a fiarme en 2015. Y hoy, desgraciadamente… me planteo, por primera vez, no votar… cosa que había hecho ilusionado y no ilusionado.

lunes, 3 de diciembre de 2018

De pronto surge VOX


Las elecciones andaluzas han sido un verdadero terremoto político, dónde lo más llamativo ha sido la entrada de VOX en el parlamento. Se trata de que un partido, ubicado más a la derecha del PP se institucionaliza.

Desde ciertos sectores de la izquierda no se ha querido ver  que hay una parte de los españoles que se siente identificado con muchos de los principios de VOX, y que la deriva mediática del último año (y más) está haciendo que se movilicen. Hay una parte de España que cree en el centralismo, y que se moviliza cada vez que Cataluña “ruge”, que no ve con buenos ojos la inmigración, y que en algunos casos la sufre (porque aunque es necesaria para el rejuvenecimiento de la sociedad española, una inmigración mal gestionada genera impactos negativos), que cree que con la muerte del dictador se cerró una etapa, que tiene firmes valores conservadores que siente amenazados ante el despertar “feminista”, o la lucha de los derechos LGTBI y que siente amenazadas actividades que les gustan como la caza, la tauromaquia o la pesca. Se podría decir, que, en general no ve con buenos ojos la España diversa y la pluralidad.

Esa España existe, ha existido siempre, posiblemente antes se decantaba, y en parte se sigue decantando, por partidos mayoritarios que abarcaban un gran abanico dentro del espectro ideológico. Pero ahora tanto la izquierda como la derecha se han fragmentado y hay más variedad dónde elegir. Los motivos que haya para  tener simpatía por VOX pueden ser muy variados, a mi parecer. No todo el mundo compartirá todos, y desde luego no creo que la mayor parte de esta gente que pueda tener cierta “conexión” con VOX sea un fascista. Yo analizo gente cercana a mí a los que les pueda llamar la atención este partido en un momento dado, y me cuesta verlos como “camisas negras”. Quizás por eso no entiendo el discurso de Pablo Iglesias, llamando a hacer un frente antifascista. Mas aún cuando si analizamos los datos ¿Cuál ha sido el voto total de gente que se ha decidido por VOX? Un 10% de la gente que ha votado, con un 41% de abstención, sin duda es una subida notoria respecto a elecciones anteriores, pero hay que tenerlo en cuenta, como hay que tener en cuenta, e Iglesias no lo tuvo, ese retroceso de votos de la izquierda que se fueron a la abstención y que permitieron, que al votar menos gente, VOX tuviera más opciones. Pero ¿para qué hacer autocrítica? Parece que prefiere polarizar el panorama político para dar alas a lo que quiere combatir.

Hay que darse cuenta, por lo tanto, que en España hay un partido más con unos votantes que ya estaban ahí. Que representa una desafección por lo que ya había, como en su momento lo representó PODEMOS (y sigue representándolo), pero que al contrario que hace 4 años, cuando entró el partido de los círculos en juego, hoy, en la agenda mediática no manda la problemática social derivada de las consecuencias de la crisis, que podía beneficiar a la izquierda, sino la confrontación identitaria entre la España centralista y la Cataluña independentista dirivada de unas posiciones irresponsables entre el nacionalismo catalán y la derecha española, dónde ambos se han subido atrapando a la izquierda estatal, que se ha visto con el "pie cambiado"

Es interesante, además, ver la geografía del voto para poder analizar su distribución, y darnos cuenta de que la inmigración también ha sido importante en algunos núcleos. Es cierto, que como ahora mismo en España no es porcentualmente muy alta, independientemente de la percepción, no representa un gran motivo de alimento en votos para VOX salvo en aquellos lugares dónde si que es más significativa. Y personalmente no hay que olvidar, desde la izquierda, esta perspectiva, porque la inmigración deberá estar, necesariamente, presente en nuestro país. No solo por todos los conflictos internacionales y la pobreza del tercer mundo, sino por necesidad propia de rejuvenecimiento de nuestra pirámide demográfica.

Seguramente han entrado en juego los avances en igualdad social, es decir la equiparación de derechos de las minorías o más concretamente las manifestaciones que generan, haciendo que en un sistema desigual haya gente que al avanzar en igualdad crean  ver amenazado su status. Desde luego, estos avances no deben parar, pero si que es conveniente que los repensemos. Porque al final en muchos de estos movimientos como el colectivo LGTBI o las luchas feministas, la derecha clásica o liberal ha encontrado cierto acomodo y los utilizado para promocionarse, mientras que, probablemente, ahora, no van a tener ningún problema en pactar con quienes están en contra de las manifestaciones y políticas que han conllevado estos avances. Posiblemente porque en estas la izquierda no ha incidido lo suficiente en que estos reclamos están unidos a la tradicional lucha de desigualdad social generada por el sistema y no se ha reivindicado lo suficiente una memoria colectiva al respecto.

Estas son algunas reflexiones que me he hecho durante el día de hoy, alimentadas por percepciones que llevo teniendo mucho tiempo, y que muchas veces ni escribo ni digo, porque no se me llame o machista o racista o cenizo, pero bueno, hoy me he lanzado después de escuchar discursos alarmistas, o pesimistas o todo lo contrario, esperanzados.

lunes, 26 de febrero de 2018

El feminismo y la izquierda


Durante años me pregunté que era la izquierda, leí libros, me enchufé en vena teorías, el marxismo me llegó a salir por las orejas, incluso adoré a Marx hasta casi convertir su palabra en dogma… faltaba algo, incluso en los análisis y debates que teníamos los compañeros de universidad (debates frikis, sí). Con el tiempo supe que tenía un poco que ver con mi idea de la izquierda. Para mí, la izquierda no era más que la lucha de clases, siendo todo lo demás la guarnición del plato principal. Pero no, esa visión que en algunos casos me inculcaron desde pequeño, carecía de otras perspectivas, o de una actualización propia del siglo XXI.

Con el tiempo, las reflexiones, el estudio… empecé a pensar que la izquierda era mucho más, hasta que llegué a una conclusión  clara y simple: para mí la izquierda es la lucha por la igualdad, y por lo tanto, en el análisis que se hace de la realidad hay que tener en cuenta todos los elementos que generan la diferencia entre seres humanos e integrarlos, porque todo está relacionado. De esta forma es importante el concepto de lucha de clases desde luego, pero también movimientos como el pacifismo, el ecologismo, movimiento LGTBI… o, el feminismo, formando todos parte de los movimientos progresistas de forma natural, pues todos empujan hacia la eliminación de las barreras que sustentan el sistema actual.

Pero esto choca con la realidad de la izquierda, dónde muchos de estos movimientos no son del todo aceptados, quizás porque muestran y retratan que algunos no son tan abiertos como pensaban, porque como dije antes, algunos no ven más allá de la lucha de clases. Cuántas veces hemos visto en las películas las huelgas obreras en fábricas y las mujeres en casa preocupadas por su marido y sus hijos. ¿Y esa frase, condescendiente dónde se señala que detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer? ¿Por qué tiene que estar detrás?¿y si la pusiéramos al revés, no chirriaría? Pues esta frase siempre la he asociado un poco a personalidades de la izquierda, a quienes respeto mucho, por otra parte.

Todo esto tiene que cambiar, y afortunadamente en el siglo XXI, por lo menos en España, con sus avances y retrasos, se consiguieron cosas importantes, y desde luego no fue porque los hombres, no porque mujeres que adoptaron papeles masculinos, empujaran, sino porque con mucho esfuerzo se ha ido originando un movimiento que ha empujado a gobernantes a actuar.

En este sentido, el día 8M habrá una huelga feminista. Algo que está generando un rechazo importante en sectores conservadores, como no podía ser de otra forma. Este tipo de actos son los que hacen a la gente mostrar su verdadera cara. Pero que también ha encontrado cierta resistencia dentro de la izquierda, o por lo menos cierta incomprensión, que se traduce en falta de apoyo y silencio.

Creo que el movimiento feminista hace bien en convocar esta Huelga, y eso que soy de los que no creen mucho en las Huelgas Generales al entender que son instrumentos que necesitan revisión, pero han focalizado el problema y han generado malestar en quienes quieren que todo siga igual, inclusive dentro de la izquierda. Pero yo les diría a quienes no ven bien el protagonismo que están tomando movimientos como el feminismo, que se actualicen, que la pana estaba de moda en los 80 y ahora estamos en el siglo XXI.


lunes, 27 de noviembre de 2017

Feminismo, izquierda e igualdad

No suelo dar mi opinión cuando estoy en grupos donde hay gente que no conozco, como mucho digo palabras amables que no me vinculan a nada, supongo que por evitar tensiones innecesarias, al fin y al cabo me gusta debatir con quien me puede aportar visiones diferentes y hacer pensar.

En esas situaciones me dedico a observar, me gusta ver como se comporta la gente en grupo. Uno de los temas más comentados estos días ha sido la violación, supuesta pues todavía no hay sentencia, de una joven en los san fermines. Me he dado cuenta de que, aunque hay una condena bastante unánime, como no podía ser de otra forma, cuando se profundiza un poco más se empieza a matizar las cosas, empiezan los comentarios machistas incluso, ya en algún caso, a cosificar a la mujer.

Cuando observas estos comportamientos, bastante extendidos, te ratificas en que el machismo es un problema más grande del que pensamos, que en el extremo lleva a lo ocurrido en los san fermines pero que impregna todas las capas de la sociedad, se trata de valores negativos que se van transmitiendo de generación en generación. Creo que en cierto modo todos tenemos algo de machistas, yo me he llegado a obsesionar en buscar comportamientos míos que no tenía localizados (otros sí que los tengo), reconozco que a veces me los han tenido que echar en cara, lo que pasa, que, como en todo, solo le doy valor a la gente que me respeta a mí como persona. Además soy bastante comprensivo con quien los posee, suelo pensar, no es culpa suya es la sociedad que nos dice como debemos comportarnos.


Francamente no ha sido hasta hace relativamente poco cuando me he dado cuenta de que el feminismo debe ser una de las prioridades de la izquierda. Mi yo de 18 ni siquiera del de 24, hubiera dicho esto. Para mí la izquierda siempre ha sido la lucha por la igualdad, pero siempre pensé que lo mas importante era el derribo de las clases sociales, sin darme cuenta que todo está unido y que una cosa no se puede separar de la otra, algo que he aprendido hace relativamente poco tiempo. Nunca es tarde. La gente de izquierdas que desdeña el feminismo de la lucha, se olvida de un aparte fundamental porque jamás se podrá conseguir el objetivo de eliminar las desigualdades si se prescinde de la lucha contra la discriminación de genero.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

El cierre de la central de Velilla del Río Carrión, una contradicción para la izquierda

Hace unos días saltó la noticia a los medios de comunicación sobre el posible cierre de la central térmica de Velilla del Rio Carrión. Me he fijado en las reacciones, y una vez más me sorprende la falta de capacidad de análisis, de sensibilidad y de autocrítica.

Falta de autocrítica porque, como siempre ocurre, lo ocurrido es consecuencia de una serie de toma de decisiones, o ausencia de estas, en el pasado. En nuestro país ha habido ayudas para todo, desde el propio estado, pero sobre todo desde la Unión Europea, dónde se ha nos ha vendido que la lucha por la igualdad de los habitantes de todo el territorio solo puede conseguirse a través de los fondos de cohesión, algo que en la práctica se ha visto como algo no cierto, posiblemente porque no se han aplicado correctamente, pero también porque el mercado y las políticas de cuotas han asfixiado el modelo productivo de muchas zonas.

En las zonas mineras ha habido un problema, el carbón no es rentable por diversas circunstancias: es más barato en otras zonas europeas, hay nuevas formas de energía… Pero todo el desarrollo de esas zonas estaba vinculado a la extracción y utilización de este. ¿Qué hacer? La idea era buena, es decir, la lluvia de recursos económicos para subvencionar el sector e ir diversificando el modelo productivo. Pero en la práctica ha sido un desastre, la inversión no ha ido destinada a la construcción de una alternativa laboral y económica. ¿Quién es el culpable? Las administraciones autonómicas y locales no han utilizado ese dinero para dinamizar la zona, pero a la vez los ciudadanos han vuelto la mirada a sus pueblos y lo han invertido en las ciudades. En el futuro se debería empezar a buscar otro modelo de inversión desde el estado, porque este no funciona.

Personalmente creo que es importante, en la izquierda y en la derecha, analizar los hechos que nos llevan hasta el momento actual, porque las cosas no ocurren por generación espontánea, y una vez más, ha faltado el relato.

Por otra parte, me asusta la superioridad moral de una importante parte de la izquierda urbana.  Reconozco que siempre me he movido en una constante contradicción en este aspecto, desde pequeño me han hablado de las luchas obreras, dónde los mineros despertaban especial interés para mí, pero a la vez, hay que tener en cuenta que el futuro pasa por las energías renovables, y que conceptos como ecología, pacifismo y feminismo (aunque en algunos casos estoy en contra de la forma que se tiene de conseguir los objetivos) forman parte de la izquierda del siglo XXI. Ahora bien, para mí no es muy difícil pensar que para mantener vivos determinados espacios, y luchar contra el vaciamiento demográfico, es necesario promover perspectivas laborales y que se pueden cerrar fábricas sin dar alternativas porque obligas a la gente a emigrar. Pues bien, creo que hay un sector importante de la izquierda urbana que actúa mal, que aplaude con las orejas el cierre de una central, que si bien hace tiempo tenía que haber sido sustituida por otras alternativas para la zona, va a destruir las perspectivas laborales de un espacio muy castigado por el mal hacer de las administraciones. Un giro de tuerka más hacia la irreversibilidad del problema de la despoblación en estos espacios.  Pero claro, desde la ciudad siempre se ha tenido una moralidad superior y se pueden permitir decir lo que le conviene a cada uno sin preguntar.

 Lo lógico es, cambiar el modelo productivo, pero mientras tanto mantener la central abierta. Hay mundo más allá de la ciudad, aunque no nos guste afrontar de forma consecuente sus problemas.


viernes, 3 de noviembre de 2017

Paco Frutos y la falta de crítica al independentismo

Los partidos de izquierda tienen un debate pendiente sobre el nacionalismo, quizás, este se ha enterrado por el periodo de “excepcionalidad” que vive Cataluña y por las puertas que esto podría abrir para el cambio político, que no ruptura, como algunos sueñan como más deseo que análisis de la realidad.

Pero, para pesadilla de algunos, este debate ha llegado al panorama mediático, de la mano de un viejo comunista ya denostado por muchos. El discurso que Paco Frutos pronunció en la manifestación contra la independencia que tuvo lugar en Barcelona ha escocido bastante a los cabecillas de Unidos Podemos, que tiene más de “jaula de grillos” que de “unión”, y le ha valido críticas de sus compañero de trinchera.

El que fuera secretario general del PCE se equivocó de lugar dónde pronunciar esa “autocritica”, pero no se equivocó en el contenido, porque tiene derecho a expresar una opinión para nada antagónica con postulados progresistas. De hecho, a través de sus palabras está representada una parte de esa “vieja izquierda” que progresivamente se está apartando para ir dando paso a la “nueva política” y que no entiende la falta de crítica a posturas nacionalistas, que no comparten, ni a la antigua convergencia que durante años ha sido una de las patas en las que se han sustentado las políticas de agresión a los servicios públicos, a los derechos sociales y la conformación de redes clientelares en contra de los ciudadanos. Parece que no tenemos memoria, pero no hace tanto, CiU era la elección preferencial del PP y del PSOE para sacar adelante investiduras y presupuestos desplazando así la política española hacia la derecha y aislando a los partidos de la izquierda parlamentaria. Creo, por lo tanto, que, quienes han vivido esa etapa tienen derecho a tener todos los recelos del mundo.


Posiblemente, por todo esto que estoy señalando me llueva alguna crítica por entender que me posiciono con posturas algo centralistas, pero para nada, solo estoy pidiendo comprensión para aquella gente de izquierdas que no se sienten representados ene ste debate sobre la identidad. Además, asisto con recelo a una especide de falta de reflexión en determinados postulados que me asusta, cuando una de las cosas más atractivas que tiene la izquierda es esa capacidad de autocrítica constante. 

Quizás Paco Frutos no debió hablar en un foro dónde frente al independentismo se situaba una defensa de la unidad de España algo “cañí”, pero no se debería cercenar el debate y dar nada por hecho en lo que respecta a la izquierda y el nacionalismo. 

miércoles, 3 de mayo de 2017

Lo alternativa no es lo menos malo

Puede que este post que voy a escribir pueda parecer indignante para algunos, incluso ofensivo. No me voy a cortar un pelo:

Durante las últimas semanas gran parte de los focos mediáticos están puestos en las elecciones francesas. Desgraciadamente a la segunda vuelta han pasado Emmanuel Macron y Marie Le Pen. Es decir, dos candidatos poco identificables con posturas progresistas. Se podría decir que uno es más de lo mismo y la otra una xenofoba que no engaña a nadie.

Una vez más, en vez del análisis de por qué del crecimiento electoral de Le Pen (parece que a nadie le importa el crecimiento de un partidario de una mayor mundialización de la economía y pérdida de poder democrático de los estados), la comidilla es que “La Francia Insumisa” hace una consulta a sus bases donde se el resultado es muy diverso pero con una mayoría de votar nulo. ¡A mí me parece lo más correcto!

Seguimos teniendo la idea de que la disputa es izquierda-derecha, y aunque así sea, no es la única. La crisis económica ha puesto de manifiesto otros ejes que se entrelazan y con los que hay que jugar: lo viejo-lo nuevo, soberanía económica-globalización, europeísmo-antieuropeismo, oligarquía- pueblo, sistema-antisistema... Si analizamos con cada uno de esos parámetros a Le Pen-Macron, nos encontrariamos (por lo menos en el discurso) con muchas sorpresas. ¿Cómo se le puede pedir a gente de izquierdas que vote a favor de Macron y contra Le Pen cuando obviamente el primero también es antagónico?

El hecho de seguir interpretando el mundo en el eje izquierda-derecha, es de una clara falta de amplitud de miras y cierto egoísmo. Digo egoísmo porque es muy fácil vivir con un buen sueldo en un buen barrio y mantener el discurso de izquierda tradicional, mientras se critica a quienes están en paro, perdiendo sus casas, o en barrios degradados o que debido a la inmigración han cambiado su fisionomía y su día a día de forma sustancial... Hay gente que se puede permitir que todo siga igual, y otra que no, y si no se les da esperanzas por la izquierda lo buscarán en otro lado. Además, seamos serios, la izquierda, y eso me sorprende, tiene una falta de autocrítica que será nuestra perdición.

Enlazando esto con España recuerdo que durante mucho tiempo se acuñó aquel lema del “voto útil”. Dado que la izquierda iba a ser incapaz de ser alternativa había que votar al PSOE. También se ejercía una presión brutal con izquierda unida para que diera gobierno a los socialistas cuando obviamente en su programa tenían más diferencias que coincidencia, por lo menos en lo económico (lo cual a su vez tiene reflejo en lo social). Y respecto a esto, cuando tuve uso de razón siempre fuí partidario de la “teoría de las dos orillas” (osea PSOE y PP la misma mierda es y por la izquierda estaba IU, a pesar de que por aquel entonces ya no la prácticaba).

El problema de todo esto es que el mundo ha cambiado y también las formas de hacer política, como bien ha entendido Melenchon, y en España como bien ha entendido PODEMOS (por lo menos el de antes de las elecciones de Junio, y como he escuchado a muchos que apostamos por iglesias “al final Errejón tenía más razón de la que pensábamos”). La gente en nuestro país no se siente identificada, de forma mayoritaria, por el discurso de clase, es más muchos lo repudian, pero en cambio si se siente identificado como “pueblo”, y de esto se dió cuenta PODEMOS, como se dio cuenta de que la izquierda del siglo XXI tiene que regresar a la defensa del estado nación y el proteccionismo para recuperar la soberanía.


Y otra cosa que parecerá una gilipollez, pero no es lo mismo que te hable un Llamazares (que atufa a castuza) que te hable un Pablo Iglesias o incluso un Garzón, y eso que yo cada vez me fío menos de la gente, pero oye... no es lo mismo.

domingo, 2 de abril de 2017

La importancia del concepto de Soberanía

La devaluación de una democracia se muestra por la falta de poder de decisión de sus miembros. Entre tanta globalización y tratados internacionales hemos ido progresivamente acotando la capacidad de hacer política de los parlamentos. Todo esto, por la creencia de que el crecimiento sostenido era lo que traería prosperidad, algo que, a la larga, se ha visto que no y ha pillado a la socialdemocracia, y a gran parte de los movimientos a su izquierda, con el pie cambiado. De hecho, algo curioso, en ese marco de internacionalización económica y de cesión de gobernanza por parte de los estados, ha sido la pérdida de fuerza electoral y de movilización de los movimientos de izquierda, sobreviviendo solo, y es para tenerlo en cuenta, aquellos que unían sus reclamos progresistas a una identidad nacional.

Que nadie se confunda, no me voy a hacer nacionalista de momento, aunque sí que creo en la necesidad de recuperar un cierto discurso de identidad por parte de las izquierdas, porque al final, y aunque creo en el discurso de clase, la gente no se siente tan reconocido en este como en el de elementos que están culturalmente aceptados.

Pero, y aunque esté relacionado con el nacionalismo, lo que me interesa fundamentalmente es el concepto de soberanía. Entiendo la soberanía como la capacidad de un colectivo de gestionar su entorno, su vida, su futuro. Para mí eso es soberanía, pero si me hubieran preguntado hace 5 años hubiera dicho que es la capacidad del estado de gestionar su territorio, porque siempre había considerado al estado como la el ente legítimo para dirigir un país, por lo menos siempre que este tuviera mecanismos democráticos (lo sé, era muy “Nazi”, pero es que quería que el estado fuera dueño de todo XD). El problema viene cuando no los tiene o cuando estos son muy pobres. Así pues, poco a poco he ido desconfiando del estado, y confiando más en la gente, al entender que la soberanía reside en los colectivos y no en las instituciones, a cuyo mando pueden tener gente con los que me resulta imposible estar identificado. Otra cosa es que entienda, que en el momento actual para recuperar soberanía la gente común debe participar en esas instituciones ¿Paradójico verdad?


Ya he hablado varias veces en este blog de la necesidad de que la izquierda cambie el discurso, de hecho yo soy de esos que ya la etiquete izquierda-derecha me molesta un poco, aunque me identifico claramente con la primera. Uno de esos conceptos sobre los que debemos articular un discurso progresista es sobre la recuperación de soberanía, la recuperación de democracia, la recuperación de nuestra capacidad de decisión… nada más revolucionario que eso, y más tangible…. Por cierto, si no lo hace la izquierda lo hará la derecha, nosotros veremos si no queremos disputar un concepto tan valioso. 

jueves, 26 de enero de 2017

¿Justificar lo injustificable?

Durante los últimos días he tenido una de esas sensaciones en la cual me he replanteado si estaba equivocado, algo que no me lo tomo a mal porque te obliga a informarte y a reflexionar lo cual siempre es positivo, pero ya llevo un tiempo “reflexionando” demasiadas cosas en lo relativo al terreno ideológico y me empieza a preocupar, amén de dar demasiadas vueltas a las cosas y tender siempre a creer estar equivocado.

La última polémica que me ha hecho dudar ha sido el video de una chica recibiendo una paliza a las puertas de un local de Murcia. Creo que pocos debieron ser quienes la primera vez que salieron las imágenes pensaran que era imperdonable  que un grupo de “personas” ( a saber lo que estaba pensando cada uno) actuaran de esa forma hacia otra, incluso en mi caso, pensé, unos chicos (ya no tan chicos) hacia una chica.  

Creía que no había discusión al respecto, era una vergüenza. Pero de pronto, surgió la noticia de que la chica era nazi y que era una “joyita”, y que los otros eran “antifas”. Para mí no seguía sin existir debate alguno, ya que, al final siempre he pensado (y eso desde adolescente, y he cambiado bastante desde entonces) que el uso de la fuerza, ya no digo la violencia, solo está legitimado en casos muy excepcionales dónde las circunstancias no quedan otra. De hecho ha habido casos en los que, aunque haya funcionado (que son los menores), ha tenido que pasar tiempo para que analice y reconozca que, en ese caso concreto, fue efectivo. Hablo por ejemplo de los disturbios de Gamonal. De pronto, empecé a ver comentarios en Twitter o “post” en Facebook a favor de la acción de los agresores (o cuanto menos un intento de justificación) y una solidaridad porque la justicia había actuado. No seré yo quien defienda la justicia actual, pero ciñéndonos solo a la imagen, era para hacerlo. Los comentarios eran fundamentalmente de gente vinculada a la izquierda, pero posteriormente también hubo comentarios defendiendo a la agredida de gente vinculada a la derecha.

Claro, todo esto me hizo preguntarme ¿Me estaré perdiendo algo? ¿Me estaré equivocando? Yo, en mi escala de valores no podía justificar la acción, así que recurrí a gente que entiendo que “pasa” bastante del marrón político, en definitiva la mayor parte de la gente común. Saqué el tema en grupos de wasapp con amigos míos, en alguna conversación de bar, con gente de mi familia… con gente que se definía de derechas  o de izquierdas  (o con sentido común). Al final prácticamente me dieron la razón. Hubo comentarios graciosos como “tan gilipollas la una como los otros” o “Una hostia a un nazi es merecida, pero joder, no se puede hacer”. Al final, me quedé tranquilo y me di cuenta de que yo no he cambiado de posición, y que me encuentro bien pensando lo que pienso del uso de la fuerza, y que es uno de esos principios de los que me siento orgulloso.

Pero este tema además me ha dado pie a plantearme en qué lugar estoy, si es el que corresponde, porque ver a tanta gente de “izquierdas” defender algo que, yo, por principios, no puedo defender, me hace pensar. No es la primera vez que me pasa, ya ha habido más posiciones con las que yo no estoy de acuerdo y que la izquierda, o los movimientos progresistas, han defendido. Afortunadamente no tiene que ver ninguno con los derechos sociales, pero sí, quizás, con la estructura, con la identidad territorial, con la participación… Cosas que me hacen pensar.

Recuerdo en este sentido que tuve en Navidad una charla con una persona (la verdad es que el cerveceo da para grandes reflexiones) que yo considero de izquierdas, y que ha participado en este tipo de movimientos,  dónde más que señalarme me ayudó a “alumbrar”, o a comprender, algo que yo ya venía viendo, como es que hay una serie de “ideas” dentro de la izquierda que se han convertido en “dogmas” y que eso es peligroso. Claro, tal y como yo entiendo la izquierda, eso no puede ser, porque la izquierda debe tener una continua reflexión, no puede tener nada intocable.

El caso es que todo esto me plantea situaciones de posicionamiento ideológico incómodo, que yo creí que ya había pasado hace años. Por quitar hierro al asunto, hay dos teorías al respecto :

La primera sería la que tiene una amiga mía que señala que lo que me pasa es que soy anarquista pero todavía no lo sé, o no lo quiero reconocer.

La segunda sería la que tiene otro amigo mío en la cual dice que soy comunista pero que tengo un ramalazo fascista que aflora de vez en cuando. La verdad es que no niego que pueda tener ideas conservadoras, al fín y al cabo me he criado en un entorno así, aunque tampoco me voy a castigar por ello.


Principalmente creo que, códigos morales aparte, me molesta la falta de autocrítica y las cosas preestablecidas

domingo, 22 de enero de 2017

Mayor capacidad de análisis, por favor

Ayer, que fue sábado noche de manta y sofá, decidí ver un poco la Sexta Noche, programa que, en sus tertulias, cada vez tiene menos nivel (Creo que con Pablo Iglesias tocaron techo al respecto y después han ido para abajo), y cuando hablo de calidad me refiero a la capacidad de los invitados de profundizar en los problemas.

Dos de los temas que se trataron fueron, una vez más, el franquismo y la investidura de Trump. Dicho sea de paso, el primero me resulta cansino, pero no porque me aburra, sino porque es totalmente criticable que no hayamos sido capaces, después de 40 años de cerrar las heridas de ese periodo histórico tan nefasto. Fruto de ello es como ayer, parte de los tertulianos, “dulcificaban” lo que significó en España el “nacionalcatolicismo”, cosa que no ocurre en ninguna otra parte. Está claro que nos hace falta mucho trabajo al respecto y un discurso histórico capaz de aglutinar a derechas, izquierdas, nacionalistas y no nacionalistas en un mismo proyecto de país.

Pero lo que más me indignó ayer, fue el tratamiento a la investidura de Trump. Parece que Trump ha sido votado porque un día la gente se levantó con el pie izquierdo y dijo “voy a votar a este loco”. ¿Qué ha pasado para que los estadounidenses voten a Donal Trump (aunque el sistema electoral haga el resto? Que ha hecho Obama para contribuir a crear ese caldo de cultivo… y que ha hecho el partido demócrata para no presentar a un candidato con posibilidades. Yo no estoy muy enterado de la realidad estadounidense, pero es obvio que, según lo poco que he leído durante la última legislatura hay un conflicto racial de clase en las zonas urbanas que se ha recrudecido, que hay un problema migratorio en el sur, y que, claramente tienen un sistema productivo con problemas para absorber la cantidad de mano de obra existente, que hay preocupación por la pérdida de los valores que ha promocionado siempre USA… ¿Por qué no se habla de eso para explicar a la gente por qué surgen determinados personajes? Ahora, empezaremos en España (ya se ha empezado) a comparar a Trump con Obama, y a enaltecer la figura del último, pero que el primero haya llegado a presidente no se puede explicar sin lo que ha significado el segundo, como no se puede explicar tampoco que uno de los precandidatos con más posibilidades del partido demócrata fuera Bernie Sanders (y si me apuras Hilary Clinton), es decir al igual que Trump otro “Outsider” que se salía de lo “tradicional”.  

Pero pasa mucho con otros países: la explicación al “Brexit” fue que los Ingleses nunca habían querido estar en la UE, el auge del Frente Nacional en Francia es porque sí, en Italia Remzi perdió el Referéndum porque caía mal al electorado… y sin querer comparar a PODEMOS con movimientos que están en las antípodas de su ideario, en España parece que tienen tanta fuerza porque Pablo Iglesias salía en televisión.


¿Qué quiero decir con esto? Pues que echo en falta un mayor análisis, a mí me interesa el por qué de los fenómenos, porque, si no, no los puedo entender, y eso es algo que se nos niega desde los medios de comunicación con más audiencia. Pero es que, este discurso, lo compran tanto a derecha como a izquierda, no solo en la tele sino en lo cotidiano. Aunque comprendo por qué, no me parece razonable una izquierda incapaz de analizar la realidad, es imposible crear un proyecto que ponga soluciones encima de la mesa si no sabes de donde surgen los problemas. Tal y como yo entiendo a los movimientos progresistas así debe ser, porque la protesta, el asociacionismo, la participación etc… nace del análisis crítico del individuo a nivel particular y a nivel colectivo (y los dos igual de importantes). Quizás por eso no valgo para ser llamado a filas a toque de trompeta… 

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Trump debería hacer pensar a la izquierda

Me niego a pensar que la humanidad esté condenada a repetir los mismos errores una y otra vez, es tanto como decir que no hay esperanza y, personalmente, todavía soy demasiado soñador y me ilusiono (y desilusiono) con frecuencia.

Parece que cunde el pánico porque movimientos y posiciones vinculadas al conservadurismo empiezan a coger fuerza frente a la crisis y el proceso de globalización, recordando momentos pasados de la historia y comparándolos muy alegremente con la realidad actual, como si no hubiera cambiado nada el mundo…

No me llevo las manos a la cabeza por la elección de Donald Trump, ni mucho menos digo están locos estos Yankees, pero siendo un desconocedor completo de la realidad norteamericana y repudiando parte de su cultura individualista, la cual Trump refleja muy bien, se veía venir algo, quizás no con un proyecto electoral ganador, pero si como movimiento de indignación y hartazgo. En USA la sociedad estaba cambiando y se movía desde hace tiempo, como ha pasado en otros lugares del mundo, o en nuestro país.

Durante las primarias demócratas un amigo que estaba en el otro lado del charco, no precisamente en estados costeros, me comentó que sí que notaba ilusión por Sanders, pero que si este perdía dudaba mucho que Hillary fuera capaz de absorber ese voto y que incluso algunos podrían votar a Trump porque es un voto de rechazo al sistema, es decir a todo lo que representa Clinton. Habrá que ver si esto ha ocurrido, pero es probable que se haya cumplido. Además Hillary, con su poca visión política, que no es extraña para alguien que vive desde hace tiempo en las capas más altas de la sociedad, ha sido incapaz de acercarse a Sanders y hacer gestos hacia él y su electorado.

Muchas veces tendemos a mirar el mundo de una forma muy simplista, y a homogeneizar a toda la sociedad de un determinado lugar. Cuando la realidad es que vivimos en un mundo complejo con un montón de colores (si alguien quiere pensar que todo es una mierda, pues con una gran variedad de grises). Aun así, y sabiendo esto, y sin haber analizado gran cosa voy a realizar una serie de reflexiones al respecto. Lo que es una opinión de bar:

El Brexit, El auge de movimientos populistas a ambos lados del espectro político o ahora la llegada de Trump... tiene mucho que ver con el mundo que hemos creado, y con las consecuencias de la crisis. La globalización, el libre comercio, las guerras… han generado impactos negativos en las sociedades occidentales (también la globalización ha generado cosas positivas, pero no voy a tratar eso ahora) tales como precarización, aumento de la riqueza pero menor distribución de esta, cambios a nuestro alrededor (a lo mejor donde antes estaba la tasca manolo ahora hay un Kebab, o en el colegio al que van nuestros hijos hay una mayor diversidad o nuestras ciudades se han convertido en ciudades grandes que no están diseñadas para el bienestar de la gente común), incluso en algunos lugares altas tasa de inmigración que puede producir, en un corto periodo de tiempo, un cambio muy grande en la composición social de barrios, incluso miedo si se trata de inmigración con una cultura que comprendemos poco como la islámica (como puede suceder en Francia o en Inglaterra, en España la inmigración es más de corte latinoamericano cuya cultura es más parecida a la nuestra y por ello hay menos miedo y más integración al respecto).

Hay que ponerse en el lugar de la persona que sufre esas penurias, que ve como acaba en paro, que ve como el futuro de sus hijos empieza a ser muy negro, que ve como su barrio se transforma en un corto periodo de tiempo… No podemos decir, que esta gente está loca por no querer confiar en lo mismo de siempre, yo no me creo loco por confiar en UNIDOS PODEMOS, y si en otros lugares han surgido movimientos vinculados a la ultraderecha será que a la gente no se la ha dado una alternativa electoral desde posiciones más progresistas como, de momento, está sucediendo en España, y que tiene que ver con factores propios. Se trata, al final, en su conjunto, de movimientos populistas (entiéndase como movimientos que apelan a la gente), que reclaman una soberanía nacional, que rechazan la globalización en mayor o menor grado y que cuestionan unas instituciones que ya no tienen crédito… algo que reclama la calle.

Nos equivocamos si entendemos esto con la clásica, y aburrida, disputa izquierda-derecha. Estos proyectos son proyectos que apelan a otras cosas, aunque tengan el mismo fondo, y que hablan de problemas que surgen en el sistema y que indignan a los ciudadanos y de nada sirve el viejo vocabulario político que no conseguía movilizar a nadie.


Nuevos tiempos, nuevas formas, que no se le olvide a la izquierda o nos pasarán por la derecha. 

lunes, 23 de mayo de 2016

Sopa de siglas, el mal menor

Que quede claro que no me planteo otra cosa que no sea votar Unidos Podemos, porque ya tomé la decisión en su momento y porque como dice Anguita: el momento es ahora. Eso sí, sobre el senado, y aún sabiendo que es necesario para impulsar una reforma constitucional, no prometo nada.  

Si bien estoy ilusionado con la posibilidad de que por primera vez haya una candidatura de izquierdas que sale a ganar, y eso prima sobre cualquier otra cosa. Por convicciones no puedo apoyar como se ha conformado la candidatura: despachos, siglas y sillones.

 Lo siento, no me van esas cosas y como dice el refrán “para este viaje no hacían falta alforjas”. ¿Qué quiero decir? Pues que fueron muchos los reclamos de mayor participación ciudadana en política y mayor democracia interna para que ahora se haga esto.

No soy tan ingenuo como para querer que las candidaturas se conformen con una horizontalidad máxima, más ahora que no hay tiempo y es lógico que se tengan que hacer así (quiero pensar que es lo lógico), aunque remarco que a mí no me gusta, pero ¿de verdad tiene que ser todo a base de consensuar puestos entre partidos políticos, casi sin hablar de nombres, solo siglas?. Lo siento, me parece muy lamentable.

No he sido nunca una persona que haya defendido las primarias, que cada partido lo haga como considere, cualquier método es bueno mientras les funcione. Ahora bien ¿sentirme representado por una lista donde se ha contado, poco o nada, con la gente? No, gracias, eso está muy visto.

Por otra parte, tampoco me gusta tener que votar a un cunero. Pero bueno, visto lo visto, no será lo peor.


Como dije, votaré Unidos Podemos, pero como la llamada “nueva política” se traduzca en estas formas a partir de ahora, como dice la famosa canción de Ska-P “cuando pasen cuatro años, y lleguen las elecciones, va a votar su puta madre”. 

martes, 3 de mayo de 2016

Las "garrapatas" de ¿La izquierda?

Con todo este debate de “confluencia si” “confluencia no” “confluencia de si pero de aquella manera”… mucha gente se ha quitado la careta. Son a los que les regalo este post, con un título más que claro, para el que he tenido que descartar otras posibilidades como “rastreros”, “acomodados”, “carcas”, “casta”, “lastre”… inclusive “cenizos”.

Se trata de esa gente que está bombardeando, y me da igual las siglas, cualquier tipo de confluencia por su propio interés, o por el interés partidista de su formación. Descarto eso sí de esta clasificación a aquellos que no quieren confluencia porque entienden que fuera de sus “grupúsculos” todo es revisionismo, por llamarlo así, al fin y al cabo siempre habrá una izquierda a la izquierda de la izquierda. No obstante, a estos últimos, les recuerdo una estrofa de los chicos del maíz: “que di que sí, que tú eres el más auténtico, pero ser residual no tiene mérito”.

Para que todo el mundo entienda a qué tipo de personas me estoy refiriendo: Llamazares. Es decir, un tío que ha echado raíces en el escaño desde que Franco era alférez,  que no se va ni con agua caliente y que lo único que hace es intentar bombardear cualquier tipo de unión de la izquierda.

Normalmente son cargos públicos aferrados a su sillón como Gollum a su anillo, que como este harán cualquier cosa por mantenerse aunque saben que ya van sobrando, por lo que ven en una posible confluencia quedarse sin puesto ya que lógicamente la ola se los llevará de calle. Dudo mucho que el problema sea al final las siglas, creo que eso es una excusa con la que movilizar a cierta parte de su militancia (en algunos casos demasiado obediente y acrítica para ser de izquierdas, lo cual es frustrante de ver), pero en el fondo lo que quieren es el puestecito y los privilegios que conlleva. Son gente que utilizan el victimismo: “Mirad la prepotencia del otro” cuando en realidad se mueren de envidia en muchos casos y les gustaría “ser Califa en lugar del Califa”, al fín y al cabo hasta hace dos años con un 7% de intención de voto para la izquierda todos contentos.

Me recuerdan a cuando la derecha reacciona ante cualquier intento de avanzar por parte de la progresía, parece ser que también hay “reaccionarios” en los partidos de izquierda. Gent(-uza) que quiere que todo siga igual, que les importan poco las personas, los parados, los estudiantes, las mujeres maltratadas… porque de no ser así querrían que cualquier tipo de fuerza que luchara por esto tuviera la mayor representación, aunque ellos tuvieran que dar pasos atrás. A tod@s estos les recuerdo una estrofa de Sabina: “Ese tipo que va al club de Golf si lo hubieras visto ayer, dando gritos de Yankees go home, coreando eslogans de Fidel.”


ARRANQUEMOS A ESTA GENTE DE LA POLTRONA DONDE HAN ENRRAIZADO (COMO POR CIERTO HIZO IZQUIERDA UNIDA CON LA CASTA DE MADRID). 

miércoles, 30 de marzo de 2016

¿Gobierno del Cambio? A lo mejor en un futuro

Reconozco que estoy algo desencantado. No sé muy bien lo que esperaba de la izquierda, de los “partidos del cambio” (palabra que empieza a perder sus sentido). Sé que me volveré a ilusionar, también sé que necesitamos ilusión.

Los partidos políticos se han convertido en una verdadera lacra sin ideologías, llenos de intereses personales y al servicio de gente por encima del bien y del mal. No creo, por lo tanto, que la solución pase por los dos partidos del turno, ni el PP, ni el PSOE (por mucho que este repita que es “el cambio”). Pero entiendo, aunque me joda, que son necesarios. Además está claro que sin PSOE no hay gobierno posible, y necesario. Y es que quizás necesitemos una legislatura, aunque sea corta, con un parlamento tan fragmentado, que sea capaz de revertir el rodillo del PP en los últimos años y consensuar una serie de reformas (como por ejemplo educación). Es evidente que no se abarcaría el desafío territorial que ha puesto encima de la mesa Cataluña, de hecho da la sensación que el PSOE no entiende muy bien la situación, propone cosas que ya no valen (como un nuevo estatuto). 

Tampoco el PSOE se atreverá a plantar cara a la troika, así que no podrá haber cambios económicos importantes (recordemos el gobierno de Zapatero en su trato con Europa, que solemos tener memoria de pez). Quiero decir que, no es que tenga ilusión en esta vía pero la veo necesaria. 

Vaya camino ¿Verdad? Al final el bipartidismo siempre gana, y eso es desmoralizante, por todo lo que significa, porque no supone una verdadera solución a la situación actual. ¿Pero que nos queda? Está claro que ninguno de los viejos partidos que se hacían llamar alternativa pueden convertirse en esta, aunque sí que podrían formar parte de ella, por ello espero que en IU ganen las propuestas de Alberto Garzón (por eso, y por el bien de los Ayuntamientos del cambio”) y no las de aquellos que nos obligaron a la gente a buscar otras opciones más ilusionantes. 

Pero si se habla de alternativas hay que hablar de PODEMOS. Quizás el haber puesto tantas esperanzas en su resultado electoral ha sido lo que me ha producido esta sensación de desencanto. No me gusta el cambio de estrategia cada dos por tres, con una relación con el PSOE de “amor y odio”, pero ante todo no me gusta la estructura organizativa excesivamente vertical (y no lo digo por el cese de Sergio Pascual, que entiendo que el Secretario General pueda hacerlo, y deba si cree que es necesario, aunque luego tenga que rendir cuentas). No quiero decir con esto que tenga que tener una estructura totalmente horizontal, eso sería inviable en los ritmos en los que la realidad institucional te exige moverte, pero creo que tienen la obligación de otorgarnos esa participación y esas nuevas formas que tanto nos han vendido. Tienen la obligación de hacerlo, porque no nos pueden fallar, este es el momento con el que muchos soñaron, lo que intentó conseguir la IU de Anguita con la que muchos de los que ahora se aferran a las siglas se ilusionaron, sin entender que ahora hay procesos de confluencia más allá de ese 3-5% en lo que ha quedado. 

No se si el futuro pasa solo por PODEMOS, lo que si se es que no es posible sin PODEMOS, pero para ello debe demostrar que es lo que ha predicado siempre. 


lunes, 29 de febrero de 2016

La izquierda numantina

Personalmente creo que hay una izquierda que es numantina. Es esa parte de la izquierda a las que José Mujica acusa de plasmar las mismas propuestas que hace 40 años. Y efectivamente, son un sector con poca capacidad crítica (sorprendente), que utilizan no solo las mismas propuestas, sino la misma dialéctica, presumen de los mismos símbolos y tienen las mismas formas. La verdad es que para ser conservadores, hasta la derecha tiene más capacidad de mutación.

Se trata de una minoría, muy alejada de la realidad, pero que al (afortunadamente) formar parte de las confluencias han encontrado gran poder municipal, en la mayor parte de las comunidades el mismo que han perdido a nivel autonómico, y es que no se puede anunciar algo nuevo cuando la gente te relaciona con lo viejo. Desde luego no son gente progresista, porque no quieren avanzar. Se escudan en las siglas prostituyéndolas y defendiendo que un día ellos fueron luchadores, incluso corrieron delante de los grises. ¡Mi máximo respeto para ese luchador que un día lo fue y que se avergonzaría de la figura en la que se ha convertido en la actualidad! Representan, por lo tanto el inmovilismo más rancio dentro de la izquierda. Un inmovilismo que no necesitan los parados, un inmovilismo que no necesitan los deshauciados, un inmovilismo que rechaza la sociedad.

El problema es que, los partidos son herramientas para participar en el juego de la democracia, y si la sociedad no les ve como algo útil pues los dejará de usar, y cuando hay una fuerza con 69 escaños, es para pensar que algo de razón tienen sus dirigentes. Es un momento histórico donde la izquierda tiene más poder institucional que nunca y puede incrementarlo, pero esto no lo ha conseguido utilizando los mismos métodos que en los años 80, ha sido necesario cambiar las formas, el discurso y hasta las caras… pero, eso si, manteniendo los principios básicos.


Esta reflexión, que como muchas que escribo sirve para poner en orden lo que pienso, viene a colación de que no sé si es mejor seguir contando con, quienes se aferran con tanto afán al pasado o, para conseguir “tomar el cielo por asalto”, es mejor soltar lastre. Al fin y al cabo todos los procesos que la izquierda admira en Latinoamérica en el siglo XXI han sido movimientos de confluencia pero que han dejado apartados a ciertos sectores que incluso seguían empeñados en la lucha armada. O, en el caso de Europa, Syiriza llegó al poder con un discurso moderno y actualizado, mientras el KKE seguía desfilando a ritmo de marcha militar soviética… Alguno dirá, vaya ejemplo, Syriza, pero bueno eso es otro debate del que habría mucho que decir…

domingo, 4 de octubre de 2015

Adonde "coño" vamos

Hace bastante que no escribía algo sobre esta temática, digamos que no me sentía motivado. Pero después de leer tanto al respecto, y tras un fin de semana casero de estudio, he dicho: “ostias, yo  tengo una opinión, la voy a publicar en mi blog para que la leamos mis cuatro amigos y yo”.

Que acertada fue la representación que se hizo de la izquierda en “La vida de Brian”, hasta cuando se habla de confluencia se está practicando todo lo contrario. Se buscan  las diferencias de la gente que piensa igual en vez de centrarnos en todo lo que nos une. Deberíamos aprender un poco más de la derecha, siempre unidos para representar los intereses de la oligarquía o la casta, término bastante más acertado en estos tiempos que corren.

Entiendo perfectamente que a muchos les ha podido escocer la llegada de PODEMOS, pero en realidad ha sido algo necesario, un partido nuevo, fresco, con un discurso donde diciendo lo mismo se ha alejado de la vieja retórica algo apolillada de la izquierda tradicional. Se ha convertido en lo que muchos queríamos que llegara a ser IU como principal partido de la izquierda, que dicho sea de paso en su nacimiento fue una confluencia de partidos alternativos donde destacaba el PCE que, por necesidad y generosidad, cedió espacio (que no estamos inventando nada nuevo, quizás le estamos dando otro barniz). En definitiva PODEMOS se ha convertido en el movimiento por el cual, hoy por hoy, pasa cualquier opción de entrar con fuerza en las instituciones.

¿Por qué digo esto? Porque desde mi punto de vista se equivoca la gente que ve en PODEMOS un nuevo PSOE. Probablemente para intentar legitimar la postura de alejarse de estos sea más cómodo inventar esa teoría, pero ni es justa, ni tiene base. Hay que aceptar que han sabido entender el momento: aprovechando los medios, con sus discursos, con proclamas del 15M y vendiéndose como algo nuevo.

Desde otras opciones se podrá practicar la confluencia, pero al final la confluencia sin PODEMOS servirá para que el cambio tenga menos fuerza. Las elecciones municipales han tenido que servir de algo, no solo para aumentar los egos de unos y otros. Entiendo que la postura, a veces intransigente, de PODEMOS pueda escocer, pero no admito que gente que  antes de las elecciones Europeas ninguneaba a Pablo Iglesias y a los suyos y no quería saber nada de confluencias y primarias, ahora vengan enarbolando esa bandera (los reciclajes se tiran al contenedor). Entiendo que para los que vimos un futuro no tan negro a partir del 15M haya una serie de premisas que son muy importantes, pero si con esas premisas estamos favoreciendo que sigan gobernando los mismos partidos de siempre estaremos equivocados. La izquierda debe estar a la altura de los tiempos.


PD: Dicho esto, reconozco que no tengo nada claras mis ideas al respecto y que este escrito solo ha servido para liarme más (me ha salido el tiro por ahí…)

sábado, 31 de mayo de 2014

Bofetón a Rubaljoy

Después de haber sido invitado por mi querida vecina, residente en Madrid pero vecina al fin y al cabo, a leer una entrada en su blog “Usuario 1 Millón” (http://marivavm.blogspot.com.es/2014/05/no-castigamos-al-bipartismo-catigamos.html) relativo a los resultados de las elecciones europeas en España, me he sentido en la necesidad de contestarla aquí, en mi blog, en mi casa, como si de una eliminatoria de ida y vuelta se tratara.

Creo que debe quedar claro que quien más votos ha sacado ha sido el “partido abstencionista”, lo que pasa que el sistema está muy bien blindado y con la abstención pasa lo mismo que cuando eres pequeño y no quieres jugar a un determinado juego, es decir, que si no participas en él el sistema te ignora. De hecho uno de los sistemas electorales más admirados en el mundo, o por lo menos más admirados por una parte del espectro político, es el sistema electoral estadounidense, donde siempre hay una alta abstención y el sistema lo soporta perfectamente. Aun y con todo esto, cuando la desafección hacia todos los pilares del estado está en niveles altos y se presuponía una abstención record, ha resultado que los datos de participación han sido unos datos prácticamente similares a las últimas elecciones europeas, que dicho sea de paso siempre se han visto como unas elecciones de segundo grado donde la abstención ha sido más alta que en municipales o en generales, a lo mejor es por la lejanía que a los españoles nos produce Europa o directamente porque no nos terminamos de tragar la pantomima de elegir unos representantes cuya autonomía está supeditada a otros organismos no democráticos como el Consejo de Europa.

 Pero aunque los resultados de participación han sido similares no ha sucedido lo mismo con el reparto de escaños, muy diferente a lo ocurrido en 2009 donde el bipartidismo copó más del 80% de los escaños que corresponden a la circunscripción española, y es que los comicios del domingo dieron como resultado una caída de todo del régimen del 78, ya que no solo cayó el bipartidismo, también sus dos principales sustentos parlamentarios el PNV y CiU. Frente a esto nos encontramos con el aumento de la izquierda alternativa, nada menos que 12 escaños (6 de IU, 5 de PODEMOS y 1 de Primavera Europea), frente a los 2 conseguidos en 2009, es decir el aumento de esos movimientos que quieren cambiar el sistema para transformarlo en un sistema con mayor participación ciudadana, sin fronteras entre representantes y representados  y donde el estado sea capaz de garantizar los derechos básicos del ciudadano que, según informes Cáritas, hoy por hoy el sistema que tanto defiende el PPSOE no lo hace.

No voy a negar que cuantitativamente las elecciones las ha ganado el Partido Popular, a los datos me remito, pero han perdido 7 escaños, y sobre todo no pudieron celebrar su tradicional DISCO PARTY GUACHIPIRULY en la sede de la calle Génova en Madrid, y eso es indicativo de algo. Pero si bien el PP se la pegó, lo cierto es que Cañete cayó encima de Valenciano que por inercia de la onda expansiva  debido al impacto contra el suelo se cargó también a Rubalcaba, y es que el PSOE lo tiene bastante peor porque mientras que el PP puede presumir que la mayor parte de los votos perdidos se pueden haber quedad en la abstención (dado que la suma de Ciudadanos, UPyD y Vox no cubren los votos perdidos) parece claro que los del PSOE se han repartido entre los 3 partidos de izquierda estatal, y será más difícil que los puedan recuperar, todo depende múltiples factores entre los que destaca su capacidad de ser un partido fiable y los pasos que den IU, PODEMOS y EQUO.

Quizás, y pese a que había indicios en elecciones y manifestaciones pasadas, es la primera vez que estamos ante un síntoma electoral de primer nivel de que estamos asistiendo a una reconfiguración de fuerzas tras el régimen constitucional del 78 (dicho sea de paso un régimen impuesto a los ciudadanos desde los que ostentaban el poder entonces con algunas concesiones hacia posturas de izquierdas), es decir una transición donde posturas de izquierda real, alejadas de la izquierda del siglo XX y cercanas a la ciudadanía, están progresivamente aumentando su fuerza e influencia. Aun así, la historia nos enseña que cada vez que la izquierda ha adquirido poder los poderes económicos han reaccionado  (algunas veces de forma autoritaria) con todos sus medios, que son muchos (desde el cuarto poder, hasta la justicia pasando por los medios de producción)

ALGUNOS APUNTES POST ELECTORALES:
*Las cuchilladas que ha recibido Rubalcaba demuestran la mezquindad y la poca democracia dentro de los partidos políticos. No es la primera vez que el PSOE cambia de cara para que los que mandan sigan en su poltrona, siguiendo la filosofía gatopardista de “que todo cambie para que nada cambie”, ya se encargaran de vender la revolución los voceros del régimen.

*Fue acertado por parte de los partidos de izquierda acudir en separado, dudo mucho que juntos hubieran logrado 12 escaños, pero deben tener claro que las elecciones europeas son diferentes al resto, desde la circunscripción única hasta la mentalidad de la ciudadanía. PODEMOS está ante un reto, hasta ahora se han movido de forma brillante, pero ahora con una mayor exposición mediática lo tendrán más difícil.

*Los dirigentes de Izquierda Unida deben estar avergonzados, pese a haber multiplicado por 3 su representación PODEMOS ha sido el gran vencedor. Para los de Cayo Lara el negarse a realizar primarias y mecanismos de democracia interna les ha costado mucho, ahora deberán entenderse con los de Pablo Iglesias pero ahora estos ya van a caballo las negociaciones serán de igual a igual.

*Digan lo que digan el PP tiene motivos para no preocuparse, han ganada los elecciones con una tarea de gobierno mediocre, y saben que muchos de los electores que les han dado la espalda ahora les volverán a votar.


*La gran coalición es un hecho, la mayor parte de las políticas las votan conjuntamente PP y PSOE, y desde Europa y las viejas estrellas multimillonarias de los partidos empujan a una relación más estrecha. Por fin, 15 años después la gente empieza a dar la razón a Julio Anguita, si lo hubieran escuchado antes no estaríamos en esta situación. Los ciudadanos también somos culpables.