Al finalizar el año es ineludible
echar algo la vista atrás para analizar lo que ha ocurrido (probablemente para volver
a caer en los mismos errores). No voy a centrarme hoy en mi persona, quizás, y
si tengo ganas haré la reflexión en los próximos días, aunque en cierto modo lo
que voy a señalar también habrá tenido alguna repercusión en mí mismo.
El año empezó de forma
ilusionante, desde el punto de vista de la parte de la sociedad que quiere ver
cambios, Podemos y sus confluencias habían tenido 69 diputados, incluso la
izquierda tradicional de IU, aunque solo tuvo 2 fueron unos resultados bastante
aceptables. Si bien es cierto que no se logró ser partido de gobierno, ni el
Sorpasso, las cosas habían cambiado, y en teoría para mejor.
Hay que recordar que la aparición
de PODEMOS en las europeas fue un soplo de aire fresco que tumbó el tablero
tradicional de la política donde todo era previsible y al que se habían
adaptado los partidos de izquierda más tradicionales, quizás sólo la izquierda
nacionalista y soberanista Catalana,
Bildu o la confluencia de AGE en Galicia había sido capaz de actuar de
forma diferente. Había surgido a nivel estatal una fuerza que aspiraba a todo,
que no era conformista, que apostaba por una democracia más pura y horizontal,
que utilizaba un lenguaje que llegaba a todo el mundo y que tenía un liderazgo
muy fuerte…. ¡¿Dónde Coño se ha quedado ese proyecto?!
Pero volviendo al año actual. Las
cosas no estaban mal, y de hecho incluso en la repetición de elecciones tampoco
se puede decir que fuera un fracaso, aunque la estrategia fue errónea , las
negociaciones fallidas fueron vistas como “vieja política” y la coalición, me
niego a llamar confluencia a una coalición entre partidos donde los puestos vienen marcados por las
siglas, con IU no tuvo el efecto deseado. Pero bueno, al final el único
movimiento que a nivel estatal propone cambios profundos tiene 71 escaños y eso
hay que ponerlo en valor. Es el reflejo de lo que las calles decían en su
momento: La sociedad española es más plural, ha cambiado.
Pero, a partir de ahí, y a pesar
de que el PSOE ha competido con ellos, en PODEMOS se están dedicando a
destruirse. Me da igual que la prensa lo magnifique, que sea un debate de ideas
(que no me creo que solo sea eso). El caso es la percepción que tiene la
ciudadanía de ellos, que es algo que hasta el momento habían sabido jugar. No
se dan cuenta que los medios de comunicación van a aprovechar cualquier error
para fulminarles y ahora mismo PODEMOS parece una carnicería para una jauría de
perros hambrientos. Tampoco parecen darse cuenta de que ellos no son el PSOE, que
el PSOE tiene una base electoral fuerte, que hace que en su momento de mayor
debilidad no bajen del 18% de intención de voto.
Además se han convertido en un
partido previsible en la actividad parlamentaria, juegan demasiado al tactismo,
han cambiado demasiado de discurso. A mí siempre me gustó el discurso del
PODEMOS del principio: la gente, la ciudadanía, la casta… simple y lo entendía
todo el mundo.
En más de una ocasión me he
sentido identificado con PODEMOS, y concretamente con las palabras de Pablo
Iglesias, quien creo que es el líder político que mejor transmite, y para mí
con más carisma. Pero ahora mismo me empiezan a preocupar. Me daría igual que se quisieran destruir si
no fuera porque si caen se jodió cualquier tipo de alternativa. Nos deben un
respeto a los que nos creímos que podía haber una izquierda parlamentaria más
allá del 15% de los votos. Si PODEMOS se diluye puede que haya una masa crítica
pero no habrá un canal mediante el cual pueda tener una importante presencia en
las instituciones.