No hay quien pueda negar que somos esclavos de nuestra historia, para lo bueno, y desgraciadamente para lo malo. Treinta años de ideología nacional católica ha calado, y de qué forma, sobre la mentalidad de las personas, y han conseguido que se asocie el nacionalismo español con el fascismo, con lo reaccionario, con la extrema derecha. En contraposición con el nacionalismo periférico, que debido a su combate frente al régimen, se ha convertido, equivocadamente para muchas personas, en lo progresista, en algo que busca el cambio, cuando la verdadera realidad, es que este “ismo” es malo, para los trabajadores, en cualquiera de sus manifestaciones.
La izquierda, por firmes razones ideológicas, ha sido, es y será antinacionalista, porque el nacionalismo jamás dejará de ser un pensamiento conservador, imperial y muchas veces expansionista, buscando mover “sus” fronteras anexionando, pero por el contrario se revela contra la ocupación “infiel”, necesita del conflicto permanente para su supervivencia, pues lejos de esto no encuentra razón de ser. No deja de ser una religión donde se sustituye a Dios por la nación. Se trata de una teoría que atenta contra los principios de la diversidad cultural, básicos para la prosperidad de la sociedad, ya que busca la homogeneización de la cultura, bajo sus “ideas”, aplicando para ello la imposición, y obviando otras adquiridas ya por la sociedad , que pueden ser, incluso, cotidianas, intentando establecer un modelo identitario único. Para ellos, puede haber pluralidad entre naciones, pero dentro de una es imposible, pues puede destruir la “nación”.
A esto hay que añadir, lo que a mi juicio, es el principal punto de desencuentro entre izquierda y nacionalismo, que es la prioridad. Los afines a esta doctrina anteponen, por encima del objetivo izquierdista de justicia social, sus preferencias nacionales.
En definitiva, un individuo puede tener arraigo a un lugar, cierto sentimiento de complicidad hacia el lugar donde vive, pero eso no significa que quiera luchar, ante todo, por un estado basado en la estratificación social. No se trata de sustituir, al empresario “no nacional”, por empresarios “nacionales”, ni siquiera se trata de luchar, por los derechos de los trabajadores de un determinado territorio. La caída de los muros que separan las clases sociales, solo se pueden conseguir con la unidad de las clases populares de todo el mundo, independientemente de su procedencia.
miércoles, 5 de diciembre de 2012
domingo, 2 de diciembre de 2012
Felipe Gonzalez ¿Un ejemplo?
“ Tú decir que si te votan, tú
sacarnos de la OTAN…” Este inicio de la famosa canción de Javier Krahe, que
según él casi le cuesta su carrera, es clarificador de cómo empezó el gobierno
del que ha sido, para muchos, el mirlo blanco de la izquierda española. Y es
que este hombre, que fue capaz de reformar, y cambiar, la vieja cúpula del PSOE
por una nueva , con él a la cabeza, fue, sin duda, el primer presidente en traicionar
su programa, al declararse claramente, en la oposición, en contra de la OTAN,
pero a favor en cuanto llegó al gobierno.
Pero ahora que han pasado 30
años, y el tiempo todo lo cura, el PSOE ha levantado a su querido Felipe del
sillón como consejero de gas natural fenosa, puesto al que puede llegar
cualquier persona siempre y cuando hayas sido presidente del gobierno y hayas
privatizado dicha compañía. Le han colmado de honores, afines al PSOE de toda
España se han rendido ante su oratoria y sus resultados electorales, que no su
política (dudo que muchos sepan lo que hizo), y su coherencia (pues no se puede
decir que la política no le haya otorgado una posición personal y económica
peor).
Quizás es que en democracia el
tiempo todo lo cura, o que sencillamente lo importante son los resultados
electorales, pero lo cierto es que no se puede decir que el gobierno del señor
González fuera “socialista”, ni siquiera socialdemócrata. Este gobierno apostó claramente por una
política económica liberal, y de aquellos barros, estos lodos. No voy echar la culpa de la crisis
exclusivamente a aquellos gobiernos de los ochenta, como no se la echo
exclusivamente a los gobiernos de Aznar, ni a los de Zapatero, pero tuvieron su
parte de culpa, pues las coyunturas actuales son la plasmación de una continuidad
política de años y años.
La llegada de Gonzalez a la
Moncloa fue en un momento difícil, un momento de crisis, con serios problemas
de competitivida de la economía española, y con la necesidad de que el estado
ingresara dinero para poder iniciar la modernización del Estado, y había dos
formas: o buscar el dinero en las grandes fortunas españolas, o buscarlo fuera
de España, previo peaje claro, peaje como la entrada en la OTAN, interés de
deuda y desmantelamiento del sistema productivo, basado en la industria. No
hace falta decir que se optó por el segundo supuesto, lo que significó el
desmantelamiento de la industria española, el aumento del paro, la creación de
las empresas de trabajo temporal, del contrato basura etc… Además de otras
medidas como el medicamentazo, que suponía la eliminación de la subvención que
recibe la prescripción de ciertos medicamentos por parte de la seguridad social,
y por supuesto, el apoyo al Tratado de Masstrich (ya comentado en http://laparadaenelcamino.blogspot.com.es/2012/11/para-que-sirven-las-huelgas-generales.html)
.
Pero toda esta política, sin duda
la génesis de las seguidas después, fue la semilla de la situación de crisis
actual, pues fue el inicio de la venta del poder del estado a los poderes
financieros, amén de iniciar también el principio del fín de la
socialdemocracia.
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