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viernes, 8 de diciembre de 2017

El juego de las banderas o el circo catalán

¿Cuál sería el debate mediático si no existiera el “proces”? Esta pregunta me surge porque a lo largo de estos meses he visto como siguen saliendo noticias en torno a tramas de corrupción, los desahucios siguen existiendo (y para colmo hay un repunte de la burbuja), las eléctricas siguen haciendo lo que quieren y para nada se plantean medidas contra la pobreza energética, hay un giro autoritario de la legislación, el paro empieza a ser estructural, no se han revertido los recortes en sanidad, hay un proceso de asfixia a los ayuntamientos para que se lancen a la privatización de servicios… Es decir, toda una lista de dramas y de escándalos que entre unos y  otros nos tapan con banderas. 

Para colmo no hay un debate sosegado, con datos, todo parece teatro, pero teatro que polariza y da alas a quien no tiene que dar alas. Por una parte, tenemos a los independentistas, ideando un relato engranado a través de una consulta que hubo sin garantías y empeñados en hablar de que España no es un estado democrático, con su división de poderes y mencionando constantemente a presos políticos. Refiriéndose a gente que está en la cárcel por saltarse la ley, no por su forma de pensar, leyes, que, por otra parte, desde el marco constitucional se pueden cambiar. Me parece un lenguaje muy agresivo, aunque entiendo que estamos en campaña electoral.  

Por otro lado tenemos a los llamados constitucionalistas, más bien señalaría unionistas (porque también Cataluña en Común quiere que se cumpla la constitución aunque quiera adaptarla a los nuevos tiempos) o “nacionalistas españoles” a los que les ha venido esto al pelo y piensan tensar la cuerda hasta sacar todo el rédito electoral posible, en el caso de algunos, incluso, dándoles igual si crean un problema parecido en el País Vasco, eso sí, luego con mencionar a Adolfo Suarez lo tienen hecho. No sé qué nuevo pacto constitucional quieren hacer cuando desprecian la plurinacionalidad del estado. Quieren, por lo tanto, solucionar el problema territorial aplicando las mismas recetas que lo generaron, es decir, la imposición de su idea de España.


Y detrás de eso, nos encontramos con la problemática social:  el drama de muchas familias que siguen sufriendo las consecuencias de una crisis económica, que yo no sé si se ha acabado o no, pero cuyos efectos siguen estando muy presentes. Dramas con nombre y apellido. Sigamos jugando al juego de las banderas mientras la fractura social es cada vez mayor.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Paco Frutos y la falta de crítica al independentismo

Los partidos de izquierda tienen un debate pendiente sobre el nacionalismo, quizás, este se ha enterrado por el periodo de “excepcionalidad” que vive Cataluña y por las puertas que esto podría abrir para el cambio político, que no ruptura, como algunos sueñan como más deseo que análisis de la realidad.

Pero, para pesadilla de algunos, este debate ha llegado al panorama mediático, de la mano de un viejo comunista ya denostado por muchos. El discurso que Paco Frutos pronunció en la manifestación contra la independencia que tuvo lugar en Barcelona ha escocido bastante a los cabecillas de Unidos Podemos, que tiene más de “jaula de grillos” que de “unión”, y le ha valido críticas de sus compañero de trinchera.

El que fuera secretario general del PCE se equivocó de lugar dónde pronunciar esa “autocritica”, pero no se equivocó en el contenido, porque tiene derecho a expresar una opinión para nada antagónica con postulados progresistas. De hecho, a través de sus palabras está representada una parte de esa “vieja izquierda” que progresivamente se está apartando para ir dando paso a la “nueva política” y que no entiende la falta de crítica a posturas nacionalistas, que no comparten, ni a la antigua convergencia que durante años ha sido una de las patas en las que se han sustentado las políticas de agresión a los servicios públicos, a los derechos sociales y la conformación de redes clientelares en contra de los ciudadanos. Parece que no tenemos memoria, pero no hace tanto, CiU era la elección preferencial del PP y del PSOE para sacar adelante investiduras y presupuestos desplazando así la política española hacia la derecha y aislando a los partidos de la izquierda parlamentaria. Creo, por lo tanto, que, quienes han vivido esa etapa tienen derecho a tener todos los recelos del mundo.


Posiblemente, por todo esto que estoy señalando me llueva alguna crítica por entender que me posiciono con posturas algo centralistas, pero para nada, solo estoy pidiendo comprensión para aquella gente de izquierdas que no se sienten representados ene ste debate sobre la identidad. Además, asisto con recelo a una especide de falta de reflexión en determinados postulados que me asusta, cuando una de las cosas más atractivas que tiene la izquierda es esa capacidad de autocrítica constante. 

Quizás Paco Frutos no debió hablar en un foro dónde frente al independentismo se situaba una defensa de la unidad de España algo “cañí”, pero no se debería cercenar el debate y dar nada por hecho en lo que respecta a la izquierda y el nacionalismo. 

viernes, 27 de octubre de 2017

¿Y ahora qué?

No se si decir que lo que mal empieza mal acaba (que no creo que haya acabado), se veía venir o que hubieran estado más espabilados. Pero lo cierto es que en todo esto ha sobrado testosterona. Recuerdo a una concentración que fui a favor del derecho a decidir, el día de la votación del “referendum” (pongo entre comillas porque yo no lo reconozco como tal), en la que una activista allí presente me dijo que en el conflicto faltaban mujeres, yo me reí, a pesar de que estoy un poco cansado de esas insinuaciones que a mí como hombre no me dejan en buen lugar, pero lo jodido es que tenía razón.

Hasta ahora hemos llegado a través de un cúmulo de infortunios y de ver quien la tiene más larga. El independentismo no ha medido bien su fuerza, en un primer momento se envalentonó y cabreó al estado, y se ha comprobado que el estado es más fuerte. Quizás cometieron el error de rechazar la ayuda que desde el exterior de Cataluña podrían tener, de aquellos que apostaban por un referendum pactado. Pero claro, ese hubiera sido un camino más largo y no se puede vivir eternamente de propaganda y prometer un mañana que nunca llega.

Por su parte el estado, el PP, no ha solucionado para nada un problema territorial que yo considero que está en las bases de la configuración del estado, vamos que es estructural y forma parte de eso que llaman “crisis de régimen”, aunque no me guste utilizarlo. Pero si que es cierto que ha ganado este asalto, anulando a la oposición, salvo a PODEMOS que se están anulando ellos solos, y con una habilidad de actuación por parte de Rajoy a la que nos tiene poco acostumbrados, como ha sido la forma en la que ha aplicado el 155. Realmente yo pensaba, que siendo como es la derecha española, aprovecharía para intentar recentralizar algo las competencias (y ojo yo soy de los que piensa que educación y sanidad deben ser gestionadas, en parte, por el estado) y convocar elecciones en el momento que más les hubiera convenido, pero mira, Rajoy ha hecho algo como señalando “oigan, que es que les decía la verdad”. Probablemente esto es una batalla ganada para ellos, a la espera de como se reconfigure el bloque independentista.


Y me queda PODEMOS, reconozco que me han cansado. Quiero decir ¿Aparte de referendum y plurinacionalidad ¿hay algo más? Lo digo porque yo vivo en Tordesillas no en Cataluña. Ya se la apuesta de IU, el eterno estado federal con poca permeabilidad entre los ciudadanos. Pero ¿y PODEMOS? ¿Ese estado plurinacional? ¿En que consistiría? ¿Y cual es la posición frente al nacionalismo y el independentismo?

sábado, 30 de septiembre de 2017

La cosa va de votar

Me ocurre que, por lo general, no suelo seguir mucho la actualidad. Digamos que estoy un poco cansado. Pero me ha resultado imposible abstraerme del debate nacional sobre la independencia de Cataluña, que en realidad es un debate sobre votar o no votar, es decir, sobre democracia.

Reconozco que no me encuentro a gusto con todo lo que tiene que ver con el nacionalismo. No comparto aquello de intentar dividir a la población en función de dónde hayan nacido. Soy de los que piensa que un trabajador catalán tiene más en común con uno castellano que con el presidente del Futbol Club Barcelona, por ejemplo. Ya bastante fragementada está la sociedad por el status que da el dinero como para que encima metamos una división basada. Pero esto no quiere decir que esté a favor de ese españolismo rancio, sencillamente quiere decir que ideológicamente estoy en contra del nacionalismo de cualquier tipo, también del que practican los gobiernos de España.

Ahora bien, desde un punto de vista pasional, rechazo la imagen de cientos de “demócratas” con banderas de España, incluso preconstitucionales. Mientras me da bastante igual la de miles de catalanes en las calles pidiendo que se pueda votar (que no independencia). Y sin embargo, me parece que hay causas mucho más nobles en las que “perder el tiempo” (lo siento, mi yo reivindicativo está en modo off).

Aún así, hay que ser prácticos. Se debe comprender que, desgraciadamente, hay reivindicaciones territoriales con las que hay que lidiar, y respetarlas. No cabe duda de que la única salida es votar, sí, una salida populista, una salida que apela a la gente y que permitirá liberar toda la tensión que hay en la calle. Y a partir de ahí, abrir la caja de los truenos y reformar el estado, pues está claro que lo ocurrido en Cataluña es la constatación de que el “régimen del 78” ha colapsado. Esto además abre una oportunidad a la izquierda que debe aprovechar, si se juegan bien las cartas se puede volver a abrir ese ciclo de cambio que se cerró tras las últimas elecciones generales y dónde el asalto al cielo quedó en un susto. De hecho, la izquierda, de la mano de Iglesias, Domenech y Colau, son quienes están proponiendo algo diferente al choque de trenes.


Pero recordemos, la cosa va de votar, no de independencia, eso vendrá cuando haya que defender posturas. Y desde ese punto de vista, y en ese punto programático, la izquierda debe estar con los nacionalistas.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Si te ponen una urna, votas

Desde hace tiempo me parece gobierno central y el gobierno de la generalitat catalana no hablan el mismo idioma. El empecinamiento de PP (y PSOE y Cs) con la constitución es algo que impide entender un acercamiento a la realidad plurinacional de españa y a la demanda de soberanía, que, bien sea por parte de la Generalitat o de la socidad catalana, se está reclamando. Es como si unos hablaran en Chino y otros en Inglés, además a la vez, sin concentrarse para ver si pueden comprender al otro. Así que cada uno mirando para su lado.

Quizás la gran decepción de los últimos días, para mí, es PODEMOS y el “gallinero” que es CSQP. Se trata de la gran novedad en varios meses. Hasta ahora PODEMOS tenía un discurso seductor, era el discurso de tender puentes y de la democracia, porque al final el tema va de eso, de practicar la democracia, es decir de que la gente decida. Un referendum pactado por el estado, es, desde mi punto de vista la salida más viable, pues permite el reconocimiento de cualquier resultado por parte de las partes, y por parte de la comunidad internacional. Pero el 1 de Octubre eso no va a ser así, lo que va a ocurrir es un referendum unilateral, pero un proceso participativo al fin y al cabo.

Yo, que al igual que le pasaba a Machado “por mis venas corre sangra jacobina”, creo que Pablo Iglesias aquí se está equivocando. Tu puedes seguir defendiendo la idea de que el único referendum válido es el que sea pactado con el estado y defender que todo proceso participativo es positivo, más aún cuando encima puede ser un motivo de desobediencia civil. Y con esta decisión y estas disputas internas dentro de PODEMOS y la coalición electoral de la que participa en Cataluña (no soy confluencia aunque se empeñen), está debilitando la posición soberanista, la de la democracia, la de la participación ciudadana. Tarde o temprano ponerse de perfil ya no valdrá, para eso ya está el PSC.


Si te ponen una urna, pues votas, es así de sencillo. Lo malo es que no la pusieran para más cosas, sino solo cuando las élites catalanas o españolas quieren.  

martes, 29 de agosto de 2017

Un país incapaz de mostrar unidad

Hay una película que vi hace tiempo y que me marcó bastante por lo que me hizo pensar, por las reflexiones constantes que me genera. Se trata de la película Martín (Hache), dónde un chico viene de Argentina a vivir con su padre, que es director de cine, y chocan entre otras cosas en la forma de entender la vida y el mundo. En un momento concreto de la película el padre le dice al hijo que “La Argentina” es una causa perdida. Con el tiempo no he podido evitar pensar que eso se podía extrapolar a España.

Miremos lo que ha pasado con los atentados ocurridos en Barcelona. El señor Puigdemont ofrece una rueda de prensa en Catalán, es su idioma, al fin y al cabo la estaba ofreciendo como presidente de Cataluña, pues bien los patriotas de bandera, de esa España verdadera, decidieron atacarlo por hacerlo, uno piensa que si hubiera hablado en inglés no hubiera pasado nada.

Por otra parte, mientras se estaba intentando organizar una manifestación que diera una imagen de unidad tuvimos que asistir de nuevo a una demostración varonil de “a ver quien la tiene más larga”, como si la confrontación constante hubiera traído alguna vez algo bueno. No era el momento de agitar banderas, ni de silbar al rey, ni de aguantar las constantes pataletas de las CUP... La culpa es nuestra por permitir a los nacionalistas catalanes y al gobierno del estado darse de de cabezazos como ciervos en celo, ahora, cuando se supone que hay algo en lo que deben estar de acuerdo, no saben actuar de otra forma y eso está presente en la sociedad civil. El problema de la identidad existe no hace falta que se le eche más leña al fuego sino intentar buscar una solución conjunta.

Esto al final es la cristalización de la historia de nuestro país: Cuando por fin el pueblo consiguió un gobierno que avanzara por el interés de la mayoría la reacción dio un golpe de estado con posterior guerra civil y dictadura, cuando esta se acabó la Transición dejó un montón de vacíos que con el tiempo se han convertido en frustraciones, y ahora tenemos un país totalmente dividido que es incapaz de mostrar unidad en los momentos más duros.

En mi generación llevamos toda la vida escuchando hablar de la guerra civil y la dictadura, sin haberla vivido, y no hemos sido capaces de hacer justicia con nuestro pasado para que las heridas cicatricen bien. Desde que tengo uso de razón los problemas territoriales, que suelen tener un alto componente emocional, se ha solucionado con dinero y concesiones para los territorio en cuestión ¿Alguien no se había dado cuenta de que algún día no habría más que dar? ¿Que al ser igualados todos como comunidades autónomas habría algunas que se sentirían agraviadas?


Pues bien, muchas gracias a todos, hemos conseguido ser incapaces de mostrarnos unidos cuando más lo necesitamos. No se que proyecto de país vamos a hacer en el futuro si somos incapaces de convivir juntos.  

martes, 8 de agosto de 2017

PP, PSOE, PODEMOS y EL DERECHO A DECIDIR

El debate territorial suscitado a raíz del desafío soberanista catalán es, sin lugar a duda, la prueba más visible de la crisis de régimen que tenemos en nuestro país, y a la vez, el punto más importante de fricción entre PSOE y PODEMOS, que hace imposible, cualquier acuerdo para formar gobierno entre ambas formaciones. Desde cualquier análisis, y comparación con otros países como puede ser Portugal, este punto debe siempre estar sobre la mesa, y es que, la realidad (plurinacional, de identidades, territorial... como prefiramos llamarla) hace imposible un acuerdo entre un partido que apuesta por la defensa del orden constitucional actual y otro que apuesta por un cambio de este. Se trata de una realidad que no existe en otros países, por lo que es más fácil el acercamiento entre “las izquierdas”.

Tanto PP como PSOE quieren que nada cambie, a pesar del ruido que llega desde Cataluña. Unos con un inmovilismo, que aunque irresponsable, electoralmente les viene muy bien, y otros articulando una serie de propuestas basadas en un poco más de autonomía, pero que ya no tienen cabida en el momento actual, porque el debate ya no es ese. El debate, ahora, se centra en derecho a decidir, es decir en democracia, o no. Por ello las propuestas del PSOE no funcionan, o tienen difícil calado, y al final se les asocia más con fórmulas parecidas a las del Partido Popular.

PODEMOS, por su parte, sí que ha sabido dar una respuesta, basada en la participación del ciudadano, como es un referéndum pactado con el estado, y, si es necesario, modificar la constitución para facilitarlo. De hecho, solo así, este podría tener garantías de fiabilidad, ya que en el caso que saliera sí a la independencia, solo el reconocimiento de la comunidad internacional da a otro país el status de estado. Además, esto juega a favor, electoralmente, del partido morado, pues puede, en Cataluña, ser visto como la herramienta útil para tender puentes entre Barcelona y Madrid.


Es normal, que partidos como PP y PSOE no reconozcan el derecho a que la gente vote en Cataluña. Un resultado que no entre en las expectativas, creo que de nadie, como sería el sí a la independencia, valdría para abrir la caja de los truenos y probablemente avanzar hacia otro proceso constituyente. 

domingo, 18 de junio de 2017

Plurinacionalidad, un concepto necesario en la izquierda

Desde que surgiera PODEMOS se ha puesto encima de la mesa el debate sobre la plurinacionalidad del estado. No es un tema tema trivial, pues en la sociedad española ya no está en cuestión el cambio de un gobierno por otro, sino el cambio, o apertura, de todo entramado del estado. Al fin y al cabo somos muchos los que no vivimos la transición aunque la hayamos estudiado y entendamos las dificultades del momento.

Debo reconocer que no creo en los nacionalismos, de hecho me preocupan cuando se producen el choque entre unos y otros por sus consecuencias. Soy de los que piensa que no hay un sitio mejor que otro y que uno se siente ligado a un lugar porque ahí tiene “su gente”, sus recuerdos, su vida… y que las divisiones son de clase, no por dónde se nace. Dicho de otra forma, hay veces que pienso “que pena de revolución Jacobina debió haber tenido lugar en España” (aunque enseguida me arrepiento).

Pero la realidad es la que es, y lo cierto es que nuestro estado está configurado por un montón de identidades, sea como fuera eso hay que tenerlo en cuenta (algo parecido me pasa con la religión, dónde por convicción sería laicista, pero por practicidad soy aconfesional). Hay territorios que están muy vinculados a una identidad concreta, otros que empieza a surgir ahora (quizás por una política regionalista que se ha ido de las manos) y otros que se asocian con la idea de la España más rancia, quizás porque el “españolismo” ha utilizado sus símbolos. Pero lo cierto es que hay varias identidades nacionales y que el hecho de que muchas hayan desarrollado una fuerza capaz de negociar o confrontar con las estructuras constitucionales hace que debamos plantearnos si hay que abrir la caja de los truenos.

Si que voy a reconocer a los nacionalismos 3 cosas:

1-     En los momentos en que la izquierda en nuestro país ha estado más perdida, el refugio en el discurso identitario ha permitido mantener ciertas cuotas de relevancia.

2-     Que es evidente, que cuando ha llegado la reacción desde la izquierda a la crisis económica y a la globalización, ese discurso que apela a los valores de cada territorio y a la soberanía de estos se hace cada vez más efectivo.

3-     En la crisis de nuestro país, el envite del nacionalismo catalán puede abrir grieta por dónde se cuelen movimientos como PODEMOS, pues es imposible que los viejos partidos tengan la valentía de afrontar ese problema de una forma que no sea la de apelar constantemente a la unidad del estado.
Es cierto, que el PSOE reconoce la plurinacionalidad de España, ¿pero puede articular un discurso y unas políticas que la garanticen? Si queremos un estado plurinacional hay que reconocer la soberanía de cada uno de los pueblos que forman parte del estado y dejarles elegir su camino. Cosa, que el PSOE no tiene capacidad de hacer sin romperse, se ha acabado ya la etapa aquella de reconocer la diferenciación de determinados territorios a golpe de “dinero”.


Claro, también surge la pregunta de ¿Qué pueblos forman el estado español? Ahí ya habría mucho debate, porque la izquierda puede caer en el buenísimo y abrir un abanico que no es tal…

martes, 10 de noviembre de 2015

El nacionalismo, un problema electoral para la izquierda

Lo reconozco, tengo miedo a que el debate sobre Cataluña monopolice la campaña electoral, o lo que es lo mismo, que actúe como cortina de humo ante el drama social y el expolio de los recursos públicos por parte de “la casta”, “la jauría”, “la oligarquía”…. (¿qué más da como los llamemos? Lo importante es que los identifiquemos, de ahí uno de los grandes aciertos de PODEMOS).

Siempre he pensado que el nacionalismo es un ideal romántico que magnifica unos símbolos que de no ser por su manipulación no tendrían ese valor que las sociedades les otorgan (fijémonos si no en el día de la Hispanidad y las interpretaciones que se le dan a un lado y a otro del charco). Un ideal capaz de superponerse al discurso social con suma facilidad, con el peligro que ello conlleva, pues aleja el foco mediático de las desigualdades socioeconómicas, y que, desgraciadamente, impregna fácilmente sobre las clases populares.

Además su discurso es relativamente sencillo, solo tiene que buscar un enemigo exterior, y cuando ese enemigo está dentro de un mismo espacio es fácil la confrontación pues como se decía en las películas “este sitio es muy pequeño para los dos”.

He pensado durante un tiempo que el PP esta vez no se atrevería a utilizar el discurso del españolismo frente al catalanismo, pues “no está el horno para bollos”, pero creo que sería estimar demasiado al PP, y dado que les va a ser muy difícil elaborar un discurso sobre recuperación económica (máxime cuando desde organismos internacionales les están desmintiendo constantemente), creo que van a pensar más en resultados electorales que en lo que ellos llaman “sentido de estado”.

Mi miedo viene porque con un discurso centrado en el nacionalismo, el discurso social va a pasar a un segundo plano, y la izquierda estatal lo va a tener más complicado, pues el federalismo no es algo fácil de explicar.


La única esperanza que me queda, es que en esta sociedad que ha surgido después del 15M donde está claro que hay una mayor politización, haya un mayor porcentaje de ciudadanos que miren más allá de la cortina de humo, el problema es si ese porcentaje es más o menos amplio. 

viernes, 25 de abril de 2014

El dilema de Rajoy

El presidente del gobierno tiene dos problemas que él y su partido crearon cuando estaba en la oposición, dos problemas que le pueden costar al Partido Popular las próximas convocatorias electorales, ya que parece claro que por la inexistente recuperación económica no las van a ganar. Estoy hablando del dar el empujón final al fin del conflicto vasco y a agarrar el toro por los cuernos en las reivindicaciones de catalanas. El problema es que Mariano Rajoy realizó una oposición desleal y poco responsable en estos temas al anterior presidente del gobierno, y ahora está sufriendo las consecuencias.

Haciendo un ejercicio de memoria no será muy difícil acordarse de cuando el Partido Popular agitó a la asociación de víctimas del terrorismo contra el presidente Zapatero, utilizando el dolor y convirtiéndola en una asociación afín al ala más dura del partido, en el mismo sentido también se puede recordar las famosas campañas del “España se rompe” con ese discurso anticatalanista propio del españolismo más rancio.


Ahora, toda esa gente que se creyó esos discursos está exigiendo al gobierno que cumpla sus promesas. Pero el señor Rajoy está tiene dos dilemas, es consecuente con su acción de oposición y se niega a negociar en estos dos conflictos agravándolos aún más en el tiempo pero reteniendo votos que le pueden ser muy necesarios o actúa con sentido de estado y se sienta a hablar arriesgándose a que una gran cantidad de descontentos se vayan a otros partidos de la derecha. 


miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿izquierda nacionalista?

No hay quien pueda negar que somos esclavos de nuestra historia, para lo bueno, y desgraciadamente para lo malo. Treinta años de ideología nacional católica ha calado, y de qué forma, sobre la mentalidad de las personas, y han conseguido que se asocie el nacionalismo español con el fascismo, con lo reaccionario, con la extrema derecha. En contraposición con el nacionalismo periférico, que debido a su combate frente al régimen, se ha convertido, equivocadamente para muchas personas, en lo progresista, en algo que busca el cambio, cuando la verdadera realidad, es que este “ismo” es malo, para los trabajadores, en cualquiera de sus manifestaciones.

La izquierda, por firmes razones ideológicas, ha sido, es y será antinacionalista, porque el nacionalismo jamás dejará de ser un pensamiento conservador, imperial y muchas veces expansionista, buscando mover “sus” fronteras anexionando, pero por el contrario se revela contra la ocupación “infiel”, necesita del conflicto permanente para su supervivencia, pues lejos de esto no encuentra razón de ser. No deja de ser una religión donde se sustituye a Dios por la nación. Se trata de una teoría que atenta contra los principios de la diversidad cultural, básicos para la prosperidad de la sociedad, ya que busca la homogeneización de la cultura, bajo sus “ideas”, aplicando para ello la imposición, y obviando otras adquiridas ya por la sociedad , que pueden ser, incluso, cotidianas, intentando establecer un modelo identitario único. Para ellos, puede haber pluralidad entre naciones, pero dentro de una es imposible, pues puede destruir la “nación”.

A esto hay que añadir, lo que a mi juicio, es el principal punto de desencuentro entre izquierda y nacionalismo, que es la prioridad. Los afines a esta doctrina anteponen, por encima del objetivo izquierdista de justicia social, sus preferencias nacionales.

En definitiva, un individuo puede tener arraigo a un lugar, cierto sentimiento de complicidad hacia el lugar donde vive, pero eso no significa que quiera luchar, ante todo, por un estado basado en la estratificación social. No se trata de sustituir, al empresario “no nacional”, por empresarios “nacionales”, ni siquiera se trata de luchar, por los derechos de los trabajadores de un determinado territorio. La caída de los muros que separan las clases sociales, solo se pueden conseguir con la unidad de las clases populares de todo el mundo, independientemente de su procedencia.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La crisis tira mucho....

¿Y ahora que? Sería una buena una pregunta para hacernos después de una noche electoral. Lo que si parece claro es que la composición tradicional de la cámara catalana es cada vez más plural, como lo es la de la mayor parte de las cámaras de comunidades autónomas, así como la nacional, que van pasando por procesos electorales. La presencia en el Parlament de CIU, PSC, ERC, PP, C´s, ICV, CUP es un claro ejemplo de cómo la crisis amenaza la lógica electoral tradicional, y cambia los patrones de conducta de los electores.

Lo que sí muestra algo diferente, en lo referente a otros procesos electorales de nuestro estado, es el echo de que la participación haya aumentado casi 10 puntos respecto a la anterior convocatoria. Es un echo distintivo, fruto de la tensión del debate político, un debate interesado, introducido por el propio gobierno del señor Mas, como explicaba en  http://laparadaenelcamino.blogspot.com.es/2012/09/la-cortina-de-humo_21.html, y que ahora mismo nadie sabe en lo que puede derivar, pues la ola se ha hecho demasiado grande y no parece que se pueda parar con facilidad.

La tensión suele movilizar al electorado, normalmente el de izquierdas, de ahí, que en un “descuido” se pillara al ex presidente Rodríguez Zapatero, diciéndole al periodísta  Iñaki Gabilondo “nos conviene que haya tensión” durante un acto en una (pre)campaña electoral. Aún así, en este tema, la realidad es diferente en Cataluña, pues, así como el eje izquierda-derecha es importante, no lo es menos, aunque quizás no haya sido tan relevante como nos pensábamos, el eje de la identidad territorial, catalanismo- españolismo, formándose así un verdadero gráfico XY.

 Esta tensión ha sido creada, basada fundamentalmente en este segundo eje, de echo, desde fuera de Cataluña, veíamos claramente dos protagonísta, situados en polos opuestos, PP y CiU, pero ambos de derechas. Así, el primero, ha conseguido un resultado muy digno en un terreno hostil para ellos,  y el segundo… se podría decir que la jugada no le ha salido mal del todo, por dos razones:

1-     El siguiente partido está a casi 30 diputados
2-     En una coyuntura en la que CiU estaba aplicando recortes desde la Generalitat, y en la que las manifestaciones y el descontento iban creciendo, son el único partido con capacidad para gobernar 4 años.  

Ahora bien, está claro que CiU ha perdido diputados, luego ¿Dónde se han ido estos votos? A priori, y ante la monopolización de la campaña, en torno al discurso soberanista, parecería lógico, que existe una correlación directa entre la bajada de CiU y la subida de ERC, partido que siempre se ha posicionado independentista, que dicho sea de paso suele dispararse en las épocas en las que hay una gran tensión entre el gobierno del estado y Cataluña. Pero si decidimos mirar los escasos datos territoriales que tenemos, parece que esta teoría se tambalea, y que en realidad el eje izquierda-derecha ha tomado más protagonismo en la decisión de los electores que el que se presuponía al principio. De echo, CiU ha perdido 9 de sus 12 diputados, y un porcentaje alto de votos, en la provincia de Barcelona, que es la provincia con una tradición menos nacionalista, además en este camino, Tarragona se sitúa en segundo lugar en pérdida de votos, muy por delante de LLeida y Girona, que son por los datos, las más fieles al sentimiento de nación catalana. Pero bajando a una escala administrativa menor, las comarcas, se observa que donde CiU ha bajado más, es donde ERC, ha subido menos. Pero además, vemos como, lugares como puede ser “el cinturón rojo de Barcelona”, es decir lugares de alta tradición de izquierdas, con amplia población inmigrante (de Andalucía o Extremadura), donde el PSC había sido muy fuerte anteriormente, y sus habitantes votaban “Felipe” en vez de votar PSOE (debería ser motivo de debate en Ferraz),  CiU pierde un gran apoyo. Esto también podría justificar, la catástrofe “suave” de un PSC marcado por sus líos internos, su participación en el gobierno de Zapatero y por el descrédito de la socialdemocracia europea.

Luego, no parece, que el discurso independentista haya sido tan determinante como se presuponía. Quizás, en épocas de crisis, las prioridades de las personas que no tienen trabajo, o que si lo tienen es muy precario, así como de aquellos que conviven con ellos, no son separarse del resto del estado, porque al fín y al cabo eso no garantiza la comida en el plato. Es por ello, que los catalanes, han optado por otros partidos a los que tradicionalmente conforman el bipartidismo, (en este caso PSC-CiU) igual que pasa en el resto de España. Así crece C´s o aparece un partido interesante a la hora de la actividad política, y más cercano a la gente, como son las CUP. Es posible que esa subida de ERC se base a su ideología de izquierdas, frente a las políticas de recorte de CiU, sin desmerecer su esencia soberanista.

Esa es sin duda, la ideología de izquierdas, la razón de la subida de ICV, aunque deberían estar preocupados los partidos que tradicionalmente han ocupado la izquierda del PSOE, ICV- IU, porque no parece que en un contexto de crisis neoliberal, logren ser mucho más que un recogedero de los votos que el PSOE pierde por todos lados del espectro político, siendo sus leves subidas consecuencias del demérito de la socialdemocracia, en vez de su “buen hacer”, no parece que la ciudadanía, crítica con los partidos tradicionales, logre ver en partidos con contradicciones (pacto en Andalucía, peleas internas por el poder…) un proyecto de futuro, por ello, prefieren la abstención o fijarse en ejemplos de “nuevas formas” como la CUP.

viernes, 21 de septiembre de 2012

La Cortina de Humo



Recuerdo que cuando estaba en el instituto en una asignatura optativa denominada “Taller de Prensa” , tenía una profesora de lengua española y literatura, a la que se la notaba apasionada e involucrada en el tema, y así era capaz de transmitirnos conocimientos… a pesar de ser funcionaria, y por consiguiente para algunos culpable de la crisis… ahí dejo eso. Dicha profesora cometió el acierto de ponernos en clase una película americana denominada “La Cortina de Humo”, donde gracias a las actuaciones de un gran Dustin Hoffman y un maravilloso Robert De Niro, se contaba como a pocos días de las elecciones un asesor de la casa blanca contrataba a un productor de Hollywood para que juntos gastaran millones en hacer creer a los estadounidenses que había una guerra con Albania, con el único objetivo de desviar la atención de unos supuestos abusos sexuales que habían salpicado al presidente de los Estados Unidos (a veces la realidad supera a la ficción ¿no os parece?).

El caso es que viendo las manifestaciones que han tenido lugar en Cataluña sobre la separación de esta con España  y la radicalización de los discursos nacionalistas, esta película me ha venido a la cabeza. Dicho sea de paso que no creo en nacionalismos, no creo que las diferencias existentes entre las personas se deban a banderas, a fronteras naturales o administrativas o a hablar en idiomas diferentes. Soy más de la opinión, para mi una realidad incuestionable, de que las diferencias las marcan los límites socioeconómicos, el hecho de que desgraciadamente y a pesar de lo que se ha conseguido durante años, y que con la crisis se está destruyendo, la diferencia de unos y otros la marca el tamaño de la cartera, porque al fin y al cabo el dinero puede hacer que se pueda acceder a una calidad educativa mejor,  como a no tener que depender de la incertidumbre de una beca, o a tener una más rápida atención en la sanidad privada siempre y cuando no sea nada grave, por  no mencionar la posibilidad de acceder a una vivienda o a tener una brillante y meteórica carrera política. Y todo esto ocurre, con sus matices, en cualquier país del llamado primer mundo, imaginémonos las diferencias que puede haber en lugares como Sudáfrica.

Ahora bien, independientemente de esto, es llamativo ver la radicalización del discurso independentista, más aún cuando el principal partido de Cataluña, CIU, estaba siendo cuestionado por sus políticas de recorte económico y por inercia de derechos a los ciudadanos. Un partido, que hay que recordar que no puso reparos en apoyar las políticas económicas del PP o del PSOE, políticas que han desembocado en la coyuntura actual. Es mucha casualidad que en plena caída de popularidad del gobierno de la Generalitat, un partido que, a pesar de su ideología nacionalista, siempre había andado en este sentido con pies de plomo, caiga ahora en el discurso populista del “yo soy catalán” al estilo del “yo soy español”. Se escudan en dos cuestiones:

·         La primera masificación de la manifestación del día de la diada, una manifestación, en la que no dudo que hubiera una gran parte de personas entregadas a la causa separatista, pero en la que sin duda la gran diferencia en lo referente a la cantidad  se debe a que muchos fueron como indignados, gente que necesita creer en algo cuando a su alrededor mira con rabia la situación económica, social o política actual, una buena masa fácilmente moldeable por los gobernantes catalanes.

·         La segunda cuestión, es el ya recurrido pacto fiscal, el echo de hacer creer a la población que la situación económica actual de Cataluña se debe a tener que ayudar a los ciudadanos de otros territorios menos favorecidos por la historia o más castigados por una incapacidad de sus gobernantes. En vez de hacer autocrítica y entender que no se debe a un tema de mayor o menor solidaridad sino a un tema de mala gestión de los fondos públicos. En este sentido, amén que le pese a Arthur Mas no se diferencian mucho del resto de políticos de España, teniendo siempre en cuenta por mi parte que las generalizaciones son odiosas.

¿Qué quiero demostrar con esto? Pues ni más ni menos que a los políticos catalanes, les cuesta, al igual que a los del resto de España, hacer autocrítica y mirar para otro lado que no sea el indicado por los Bancos alemanes, es decir que no sea la política de ajuste. Prefieren correr una cortina de humo, como es el discurso nacionalista, con el que desviar la atención de la gente, mientras siguen aplicando políticas en detrimento de las clases bajas, y así utilizar el populismo como flotador para seguirse perpetuando en el poder. 

martes, 3 de julio de 2012

¿Orgulloso de ser Español?


Orgullo es una palabra que en nuestro país utilizamos con demasiada alegría, que ofrecemos fácilmente a echos bastante triviales, algunos lo confunden con admiración, otros sencillamente lo utilizan para confundir a los demás.

Entiendo, que sin ser algo innato, uno sienta orgullo por su familia o sus amigos, al fín y al cabo son las personas gracias a las cuales, a sus recuerdos y acciones con ellos, uno llega a definir su personalidad y definirse como persona. Pero lo que no podré compartir jamás es que uno se sienta orgulloso de vivir en un territorio delimitado por fronteras.

Para los que no aguantamos sentimientos patrios aburdos, los días de Eurocopa postfutboleros han sido un auténtico calvario, sin duda nos hemos deleitado por el juego y las victorias de los futbolistas de la selección, pero de ahí, a enarbolar un país en el que el paro, la corrupción y la incompetencia política están generalizadas, hay un gran paso.

Los españoles tenemos las desgracia de ser fruto de nuestra historia, un pasado negro en forma de dictadura que ha marcado por completo un sentimiento de pertenencia a una nación, que tiene que convivir con otros sentimientos patrióti os en el mismo estado, un conflicto polítio que no quiere ser tratado por los españolistas, poseedores de la verdad absolut.  A pesar de esto, no creo que el problema sea este, sino el paro, el desarraigo social, la calidad sanitaria…. Pero es mucho más fácil para los gobernantes tapar esto en torno a una azaña deportiva que una a ricos y pobres, a católicos y hateos, a obreros y burgueses, en el mismo saco cuando evidentemente no son los mismo.