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jueves, 24 de enero de 2019

Un sector estratégico: La Dependencia


Cuando se habla de fijar población, siempre nos fijamos en ese tramo de edad que falta en los pueblos, es decir, la juventud, pero no hay que olvidar que quienes viven en estos actualmente son, fundamentalmente, personas mayores, personas que necesitan una serie de cuidados, de ahí la importancia en invertir en la sanidad rural, pero, es importante otra serie de servicios que en su planificación no costaría tanto poner en marcha o aumentarlos, y significaría un importante campo de trabajo para mucha gente: la ayuda a la dependencia

Desde luego que hay que invertir para fijar población jóven en los pueblos, y costará mucha inversión y proyectos innovadores a medio largo plazo, pero dado que los pueblos están tan envejecidos a corto plazo hay que trabajar porque esa gente mayor siga en ellos, porque además, si una persona mayor se va del pueblo, no solo se va él, sino toda esa familia que deja de ir a visitarla. Así que el impacto negativo sobre el dinamismo del pueblo es múltiple.

En este sentido, me gustaría contar (y no me gusta mucho hacerlo) una anécdota personal. Una de las últimas veces que coincidí con mis primos en el pueblo de mi madre, aprovechando las fiestas del este y visitando las peñas de vino en vino, uno de ellos me dijo unas palabras que no se me han olvidado “¿Tú no crees que la abuela podría haber aguantado más tiempo en el pueblo antes de irse a la residencia? Estaba bien, sólo necesitaba ayuda”.

Para que lo entendáis mi abuela es la abuela perfecta para los nietos, nunca tenía una palabra mala y, salvando que la señora es muy católica, no la pongo ninguna pega. Todavía recuerdo cuando íbamos a visitarla al pueblo y abría la puerta recibiendo ese impacto de calor que salía de la gloria de leña, ella miraba quien entraba y en cuanto me veía decía: “¿pero quien ha venido?” y ya acudía yo a que me diera un “saco” de besos. La señora no callaba, además cantaba muy bien, pero me obligaba a escucharla, mientras que yo quería irme a tirar de alguna alpaca, a ver las gallinas o a empaparme en la fuente. Su vida pasaba tranquila, veía la tele y se iba a caminar con las amigas. En verano ampliaba su actividad socializante saliendo por la tarde noche “al fresco”. Pero sus amigas se acabaron yendo persiguiendo a sus familias o a sitios con mejores servicios y la señora empezó a tener achaques propios de la edad, así que ella pidió irse a una residencia... Pero yo estoy seguro de que con un buen servicio de dependencia (limpieza en casa, que supervisaran las medicinas o un servicio de comida a domicilio...) mi abuela podría haber seguido algún año más en el pueblo. A mí no me importa que esté en una residencia, ella es feliz, pero cuando me dejo caer, de milagro, por el pueblo de mi madre noto como si me faltara algo...

martes, 6 de marzo de 2018

Feminismo y medio rural


Todos esos valores que representa la izquierda, más allá de la lucha de clases, como son el feminismo o el ecologismo, son conceptos que chocan con los valores tradicionales de nuestra sociedad, quizás por eso cuesta tanto que se desarrollen en los pueblos, Una vez más, también aquí, se ejemplifica la brecha que se genera entre dos espacios que están interrelacionados, como son lo rural y lo urbano.

Desde un punto de vista demográfico las zonas rurales se caracterizan por una baja densidad, un sobreenvejecimiento y una desfeminización bastante acusada. A esto hay que unirle, si se me permite la licencia, un cierto olvido y sentimiento de superioridad del mundo urbano (generalizar da asco, lo sé). Quizás eso explique, en parte, el por qué es difícil que lleguen ideas progresistas que “perturben” las conciencias. Se trata de unas ideas conservadoras que se transmiten generación tras generación, en muchos casos promocionada desde las instituciones, sin aportes externos que traigan choques ideológicos importantes, y es que la gente no va a vivir a los pueblos, sale de ellos. Y todo esto en el mundo de internet, de las redes sociales, de los medios de comunicación... que si bien permite que todos tengamos acceso a cualquier tipo de información, muchas veces sirven para ratificarnos en nuestras ideas previas porque buscamos argumentos que nos las apoyen. Posiblemente todo dependerá de mucho del grado de ruralidad, de la situación geográfica del municipio e incluso de su cercanía a grandes urbes. De esta forma la vecindad de estos lugares repiten los mismos roles, con las mismas ideas, una y otra vez.

No creo que todo esto sea algo malo, sencillamente es una característica propia del mundo rural, es decir, hay falta de contraste de ideas, y por lo tanto, los tiempos son diferentes al mundo urbano. Esto, es algo que a la izquierda urbana le pilla a contrapié. De hecho ya ha tenido actuaciones algo cuestionables al respecto, y es que, lo que vale para la ciudad, no necesariamente puede valer para los pueblos. Reconozco que muchas veces, y eso que yo vivo en un centro comarcal (un pueblo grande), me he echado las manos a la cabeza con ciertas propuestas de conocidos de las ciudades. Porque la izquierda en los municipios, no tiene tanta capacidad organizativa y de movilización, le falta participación, ya que no hay una cultura al respecto, y sobre todo, o por lo menos en mi caso, rechaza el choque directo y la tensión con otros agentes, y es que en los pueblos nos conocemos todos. Por lo tanto, pienso, que lo que vale en la ciudad no vale en los pueblos.

Uno de los ejemplos más claros al respecto es el relativo al feminismo, algo muy rechazado en el mundo rural, pues siempre se asocia con una imagen de radicalidad y odio hacia los hombres, cuando no es ni mas ni menos que una lucha por la igualdad de genero que aún no se ha conseguido. Es por lo tanto algo que debería estar muy presente en nuestros pueblos, pues es en estos espacios dónde se visializa una mayor desigualdad entre el hombre y la mujer, dónde la imagen que tenemos del rol de la mujer es el de trabajadora, cuidadora, ama de casa y suele depender del marido para todo, y para colmo cuando hay casos de violencia de género la cultura del silencio es mayor por el que dirán. Algo que es cierto, pero cada vez hay una mayor pluralidad que a la vez es una gran desconocida y sería una buena forma de promocionar nuevos roles de la mujer rural en una relación de igual a igual con el hombre. Es curioso, pero también creo que, una vez más, desde el activismo urbano se han olvidado de la lucha en los pueblos. No ayudan al respecto determinadas imágenes y eslóganes, porque, como he señalado, en los pueblos los tiempos son diferentes. 

Puede que el problema sea que, una vez más, las acciones se planifican desde las ciudades para los pueblos. La reflexión es siempre desde el mundo urbano, no obstante, allí comienzan siempre los grandes cambios, pero sin tener en cuenta las aportaciones del mundo rural, en este caso concreto de las mujeres del mundo rural, que tienen  mucho que decir, pues nadie mejor que ellas conocen cuales son sus carencias y dificultades. 






jueves, 1 de febrero de 2018

Despoblación y medio rural no son prioridades

Siempre he pensado que debe ser desolador ver cómo la gente que te ha acompañado a lo largo de una parte importante de tu vida va desapareciendo. Cuando paseas por el medio rural castellano es imposible no ponerte en el lugar de una señora mayor que ve como, sus vecinas y amigas, con las que ha crecido, paseado o reído, van desapareciendo, retirándose a residencias o a vivir con sus familias a la ciudad. Los testimonios de la gente de la gente mayor de los pueblos, al hablar con ella, son desgarradores, ven como algo natural que sus pueblos se vacíen, no se asombran al hablar de la realidad de casas cerradas que a otros nos asustan tanto, ni siquiera en sus palabras añoran un pasado lleno de jóvenes y niños por las calles. Han normalizado la catástrofe demográfica, y eso es triste, porque quiere decir que se han resignado a ver morir a sus pueblos, aunque lo cierto es que no se mueren solos, los matan, quizás con una muerte dulce y lenta, como quien toma cicuta, pero los matan. Me vienen recuerdos de conversaciones a la cabeza, como cuando pregunté a una señora en un pueblo de Burgos sobre cuanta gente vivía en su calle y me respondió “mañana solo yo, porque mi vecina se vuelve a la ciudad y a ver si al año que viene puede volver”. O cuando paseando con una conocida por un municipio cercano a Valladolid la pregunté si había niños en el pueblo y me dijo que solo en verano, y extrañado señalé que por qué había tantos parques y equipamientos para los pequeños y me dijo “En algo hay que gastarse el dinero”.

Y aun así, podría haber alternativas, porque a día de hoy, la realidad podría ser distinta. Lo que pasa es, que las políticas llevadas a cabo no sirven para combatir la despoblación del medio rural, sino todo lo contrario. Personalmente me produce un rechazo muy fuerte la hipocresía y la falsedad, y eso es precisamente lo que tiene el gobierno de la Junta de Castilla y León. Estoy harto de escuchar a encorbatados reírse o mentir en mi cara hablando de falsas intenciones. Y lo peor, es que, sabiendo que tengo que otorgar el beneficio de la duda, no me fio del resto, han conseguido que, gente como yo, no tengamos esperanza en que con gente diferente esto puede cambiar.

Todo son palabras bonitas para hablar de lucha contra la despoblación, es lo que vende, lo que está de moda (ya pasará y retornará a la invisibilidad), pero sus políticas, que es lo importante, dicen lo contrario. Lo que la junta está haciendo con el medio rural, debería ser algo personal, porque no están ni siquiera vendiendo humo, están haciendo todo lo contrario a lo que prometen defender, están favoreciendo la despoblación, abriendo la puerta (de momento con educación) a la gente para que se vaya. Deberíamos ser más conscientes del problema porque al final en los pueblos tenemos nuestras raíces, nuestra cultura, nuestra identidad, no solo en forma de lazos familiares sino como sociedad frente a un proceso de homogeneización hacia una cultura urbana y consumista.

Pensemos un poco, si en los pueblos lo que predomina es gente mayor y queremos que se queden en sus casas lo máximo posible ¿no sería lógico apostar por unos buenos servicios para estos? Pues, a día de hoy, las políticas de la Junta hacen justamente lo contrario. Hace poco tiempo volví al pueblo de mi madre, tuve un encuentro familiar, y un primo mío me preguntó si no creía que mi abuela, que ahora está en una residencia, no podía haber aguantado más el el pueblo con determinada ayuda, mi respuesta fue un “claro que sí”, ¿Cuánta gente como mi abuela habrá o ha habido en el medio rural? Son gente mayor, que a lo mejor lo único que necesitan, es una atención primaria más constante, ahora que está habiendo recortes en las horas de los médicos rurales, o alguien que se asegure de que toman sus medicinas, ahora que hay cada vez más recortes en dependencia… Y todo esto mientras nos dicen que luchan contra la despoblación. La situación es crítica, porque un anciano menos en el medio rural, no solo es una persona menos en el censo (ya que en este mundo parece que solo nos interesan las cifras), es una familia que ya no visita el pueblo tan asiduamente para ver a sus mayores, y que con el tiempo perderán el vínculo, es una casa cerrada que será muy difícil que entre otra persona a vivir, y es, un motivo más, para que psicológicamente, el resto de vecinos piensen en retirarse a otro lugar.


Mejorar la sanidad y los servicios en el medio rural  son  medidas urgentes mientras se aplican otras a corto y largo plazo para atraer nuevos pobladores y fortalecer los vínculos con la gente que emigró (recuperación de oficios tradicionales y trabajos rurales, facilitar viviendas, medidas fiscales...), costará dinero, sí, que es limitado, pero al final la política es distribución de recursos y prioridades y creo que la Junta de Castilla y León, como todo el PP en general, no tiene al medio rural como prioridad más que para generar titulares. 

domingo, 15 de octubre de 2017

La mujer en el medio rural

Es triste decir que en el mundo en el que vivimos necesitamos que haya días señalados en el calendario con el que acordarnos de los fallos que tenemos como sociedad: el día del niño, el día contra el maltrato, el día de la paz... o en el caso de hoy el día de la mujer rural.

Si amigos, hoy es el día de la mujer rural, que hasta hace bien poco estaba olvidada de las luchas (como el medio rural en general) y hoy nos acordamos de ellas desde nuestras cuentas de twitter. De hecho, no se si pedir perdón por ello, no he podido dejar de sonreír al imaginarme a una serie de personas tomándose una caña en alguna terraza de la ciudad mandando un twitt en favor de la igualdad en el medio rural mientras, en algún “pueblico”, una señora de 50,60 o 70 años está en su casa viendo la tele y mirando quien pasaba delante de su ventana, ajena a que hoy es su día.

Se trata de nuestras madres, de nuestras tías, de nuestras abuelas... No de nuestras hermanas o nuestras hijas que ya marcharon con la maleta a otro lado al no encontrar oportunidades laborales acordes con una formación que en el medio rural jamás se ha sabido aprovechar (ni cuando había crisis, ni cuando no la había).

Me acuerdo de los viajes, forzosos, al pueblo cuando era pequeño. De como mis tíos estaban en el bar echando la partida y mis tías en casa hasta que llegara la hora de dar el paseo con un ojo puesto en lo que hacíamos los pequeños que estábamos ocupados o tirándonos de las alpacas o sacar provecho de cualquier cosa que nos encontrábamos para divertirnos. Es un ejemplo clarificador de la separación de roles ¿no? A día de hoy, cuando me dejo caer por allí, veo que las cosas cambian pero demasiado lento, pues los espacios de la mujer y el hombre siguen demasiado diferenciados. Pero si me permitís la maldad, viendo cada vez más casas cerradas, dentro de poco no habrá desigualdades que solucionar. Pero lo cierto es, que las consecuencias de esta sociedad altamente masculinizada cobran en los pueblos su máxima expresión, tengamos en cuenta que en la ciudad existe el choque entre formas de entender la vida y eso ayuda a intercambiar ideas, a agitar conciencias, y a cambiar formas de pensar, en cambio en los pueblos tenemos una sociología más o menos homogénea, unas formas de vida que se han repetido para quienes no han emigrado por lo tanto los cambios son más lentos y hay más resistencia.

De hecho, y aunque no me gusta comparar el mundo rural con el mundo urbano ( porque a menudo se cae en el error de separarlos, cuando están, para bien y para mal, muy entrelazados y se suele aludir al primero como algo negativo frente a lo positivo del segundo), si nos preguntamos sobre el perfil de mujer urbana nos vendrá a la mente una figura joven, moderna, que usa nuevas tecnologías, independiente, con trabajo... una imagen muy de película americana (que casualidad), en cambio si nos preguntamos sobre la mujer rural nos vendrá a la mente una señora de mediana edad, ama de casa, dependiente del hombre, sin acceso a las nuevas tecnologías... Esto son estereotipos pero algo hay de verdad, y es que la vida no es blanca o negra todo tiene matices. Aún así, lo cierto es que en los pueblos nos encontramos con un tipo de mujer mayor de 50 años que, rara vez, posee una actividad laboral fuera del núcleo doméstico.


Pues bien, el futuro del medio rural pasa también por romper esto. No solo por la justicia que significa equiparar las oportunidades ya no solo entre la ciudad y el campo, sino entre el hombre y la mujer, porque son activos imprescindibles en el medio rural. De hecho, son garantes de la unidad familiar, pues independientemente de los hijos, son las que se ocupan de las personas dependientes, pero aparte de eso, se ha demostrado, que a la hora de diversificar la economía de estos espacios, tradicionalmente vinculada a la tierra, se han mostrado más capaces: desde la agricultura ecológica, al turismo rural, pasando por el mantenimiento del patrimonio y la puesta en valor de la cultura y la gastronomía... es decir, cosas imprescindibles cuando hablamos de que la lucha contra la despoblación es también la recuperación y explotación de lo autóctono.  

domingo, 3 de septiembre de 2017

La importancia de la mujer en la lucha contra la despoblación

Durante una charla entre conocidos (a base de chascarrillos y risas, nada serio) empezaron a hablar sobre el medio rural y sobre despoblación. Yo escuchaba, estaba a gusto pero no soy de los que dé su opinión en ambientes donde haya gente con la que no tengo mucha confianza. En un momento de la charla uno me dijo “¿tu Juanfran? ¿cual crees que es el mayor problema de los pueblos?”, supongo que mi respuesta les chocó al ver la cara que pusieron, al fin y al cabo, la gente estaba relacionándolo todo con la falta de perspectivas laborales (que sin duda es un tema clave en este asunto). Dije que la mentalidad, pero que como esto era algo muy difícil de cambiar, a corto plazo el gran problema era la desfeminización del campo.

Me preguntaron que por qué, supongo que por esa idea de “la gente se va de los pueblos porque no hay trabajo”. Señalé, que en mi opinión, aunque eso sea verdad, el gran movimiento al respecto ya ocurrió en la segunda mitad del siglo pasado y que ya las tasas de emigración ya no eran tan altas y la mayor parte de la gente que se va de los pueblos son ancianos, y lo hacen por falta de servicios o para estar cerca de la familia (quizás si se consiguiera revertir esa idea de que los abuelos deben estar cerca de los hijos y no al revés, sería un paso importante), no por búsqueda de trabajo. Es decir, que ha cambiado al respecto la naturaleza de las migraciones campo-ciudad. No es ya tanto un tipo de migración que afecte a los segmentos de población en edad reproductora, y cada vez va a ser menos cuantiosa ese movimiento de población, porque cada vez hay menos gente en edad joven, la mayor parte de gente joven y mediana edad que ves en los municipios son los hijos e hijas de quienes se fueron en el pasado y que no tienen una intención de enraizar en esos municipios más allá que, como mucho, pasar la temporada estival. Entonces, si no tenemos entradas de efectivos desde la inmigración, lo único que tenemos sería a través de la natalidad y cada vez hay menos mujeres en edad fértil.

Si nos damos cuenta, éxodo rural, lleva habiendo mucho tiempo, pero los pueblos resistían porque tenían nacimientos, en épocas de bonanza también había inmigrantes... es decir, se compensaba un poco la pérdida de efectivos. Pero cuando cada vez hay menos mujeres en edad fértil, va a estar complicado.



Ya he dicho alguna vez que creo que a veces pecamos de infantilismo al pensar que el tema de la despoblación se puede solucionar. Es unproblema estructural, sistémico (cuanto menos de modelo). Pero pienso que una buena política de discriminación positiva hacia el campo puede revitalizar algunas áreas, y compensar ciertos problemas como el de la desfeminización.

martes, 27 de junio de 2017

El monte ardiendo, la mentalidad y la falta de ideas

Todo el debate sobre los incendios me ha hecho pensar en lo que hay detrás de estos. No sé si el incendio de Doñana es provocado, como no sé si lo es el de Portugal... Tampoco voy a opinar si esto es cosas del cambio climático como he escuchado por ahí, vale que mis posiciones sobre este tema sean algo diferentes a lo que marcan los cánones de la izquierda (tampoco mucho, digamos que matizables), pero no me parece que el hecho de que haga calor en verano sea la causa de que año tras año surjan fuegos aquí y allá.

Para mí la causa de esto es la mentalidad imperante en nuestro país, el modelo de desarrollo que tuvimos (y con el que seguimos actuando) y nuestra falta de ideas e imaginación.

Me explico, la mentalidad que nos han inculcado es una mentalidad “economicista” dónde el resultado de si algo es positivo o negativo se basa en la cantidad de dinero que ha generado. Esto influye en una falta de ética brutal pues todo vale para ello, de ahí que nos dotáramos de un modelo de desarrollo vinculado a la construcción salvaje en cualquier lugar, y si había reestricciones pues había que saltáreselas o “prenderlas fuego” . Un modelo que se basaba en el crecimiento constante de la economía no en la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos, lo que generaba unos impactos brutales en el territorio de los que a día de hoy tenemos varias cicatrices a lo largo de toda la península.

Y esto nos lleva también a la falta de imaginación. Pues preferimos unos edificios a una dehesa, a un pinar o a un cerro destartalado. Primero porque el hecho de ver algo urbanizado nos da la idea de desarrollo, de evolución, algo urbanita y consumista. Segundo porque, mientras se construyen los edificios se palia el paro, que ya empieza a ser estructural, y ese discurso es muy fuerte. Y Tercero, porque no alcanzamos a ver las posibilidades de los paisajes “no urbanizados” (aunque si humanizados), que son fuente de riqueza, pero por alguna razón (posiblemente vinculada a nuestro despego a la cultura y tradiciones de nuestro entorno) no alcanzamos a ver.

Es por ello, que quizás, cuando hablamos de desarrollo rural el discurso suena algo vacío, porque somos incapaces de pensar desde otra perspectiva que no sea el crecimiento y el consumismo. Aunque si que parece que, en la actualidad, la alarma demográfica ha permitido poner a la población delante de la economía, y eso es un avance, porque ya los parámetros no serán exclusivamente monetarios (pero veremos como se desarrolla todo). Y es que, estos parámetros nos han llevado a la situación actual, no es posible pensar que con ellos encima de la mesa podamos revertirla. De hecho, a día de hoy todo aquello vinculado con el desarrollo tiene que ver con la “urbanización” de los espacios (aplicando los mismos parámetros urbanos, que no por ello han sido útiles, a zonas “no urbanas”), algo que no ha funcionado, a la vista está. Además, ese triunfo del economicisco, ha generado, a la vez, una desvinculación con la riqueza patrimonial y la herencia histórica debido a la homogenización de la mentalidad con lo urbano. Pero lo cierto es, que ya hay varios ejemplos, que frente al triunfo del “crecimiento sostenido” sobre cualquier cosa (con los impactos ya conocidos) la recuperación de la riqueza cultural, patrimonial o artesanal es la forma más eficaz para la rehabilitación de espacios. Es por ello, que esos paisajes “no urbanizados” resultado de un impacto humano vinculado a los viejos oficios, pueden llegar a ser fuente de riqueza si conseguimos recuperar, y adaptar a los nuevos tiempos, lo que fue útil en el pasado. Pues cuenta con la garantía de un valor añadido de calidad y una marca de distinción.


Yo no sé lo que pasará en el futuro, pero visto lo visto, si que puedo augurar, que el problema de muchos de los males que tenemos son resultado de la “filosofía” que impera en nuestra sociedad, y que el hecho de que el monte arda está muy vinculado a la falta de imaginación en el medio rural.  

martes, 25 de abril de 2017

¿Es el turísmo rural una alternativa?

Este fín de semana he tenido algún que otro debate sobre temas “relativamente” interesantes, quizás el que me ha llamado más la atención es uno que tuve con un conocido, con el que me encontré el 23 de Abril en Villalar, sobre la necesidad de potenciar el turismo rural. Yo, que sin ser fan de esta modalidad turística para dinamizar el medio la otorgo cierta efectividad, defendí que debido a la experiencia previa y la diversidad dentro del mundo rural hay que analizar muy cuidadosamente cuales van a ser las acciones de futuro.

No obstante, y antes de entrar a analizar la historia y las características de esta modalidad de turismo, me parece interesante realizar una definición. En cierto modo y atendiendo a la definición de turista, es decir cualquier persona que se mueve de su domicilio habitual a otro lugar y realiza al menos una pernoctación, está claro que el alojamiento es un eje básico del turismo rural, de ahí que rápidamente lo asociemos a las casas rurales. Pero el turismo rural, consiste, no solo en el alojamiento, sino en la realización de actividades en un espacio diferente al urbano, tratándose de actividades que en las ciudades, donde se concentra la mayoría de la población, no se pueden realizar, lo que lo hace mucho más llamativo. Así pues, y teniendo en cuenta esto, hay definiciones variadas, pero a mí la que más me ha llamado la atención ha sido: “todas las actividades lúdicas o turísticas desarrolladas por los agricultores para la acogida, el alojamiento o la distracción de huéspedes que a menudo tienen un origen urbano”. Digo que me ha llamado la atención, por la sencilla razón de los agentes que en ella se señala como autores del desarrollo de esta tipología turística son los agricultores, y no dudo de que en principio tuvieran una relación directa con el sector primario, pero en la actualidad no solo son agricultores, también lo son empresarios de las ciudades, ya que han visto en esta actividad un medio de generar dinero en sus bolsillos cuando debería ser exclusivamente un apoyo a las rentas agrarias del medio rural. Así pues, yo entiendo que el turismo rural sería el conjunto de actividades realizadas por personas en las áreas rurales, que desplazándose y viviendo en ellas durante más de un día contribuyen a la dinamización del espacio en cuestión. Y lo dinamizan de muchas formas:, alquilando casas y habitaciones, pero también realizando actividades agrarias que acercan a las personas de hábitos urbanos al sector primario del que se encuentran aislados en las ciudades, venta de productos, y consumo de cultura, autóctona, degustación de comidas en establecimientos de la zona, además de actividades de aventura en ambientes naturales… Todo esto llama la atención de una población que, debido a los efectos espaciales del modelo económico y productivo se concentra cada vez más en las áreas urbanas y se alejan de las zonas rurales, las cuales, por su diferencia con respecto a la vida en la ciudad, su cercanía a la tradición y la naturaleza y sus paisajes fascinantes, se convierten en un atractivo turístico para un tipo de turista de formación media alta, que no se conforma solo con tostarse al sol en la playa y busca otras alternativas para disfrutar de sus vacaciones.

No obstantes, cabe preguntarse ¿en qué lugares se desarrolla este turismo? Está claro que en el medio rural, pero ¿Qué es el medio rural? Se dice que espacio rural es todo lo que no es espacio urbano, pero obviamente esta es una definición demasiado ambigua que no me convence ni a mí ni creo que convenza a nadie. Otra definición sería caracterizar el espacio rural por el número de habitantes, es decir entender los espacios rurales como aquellos que tengan menos de 2000 habitantes, y desde mi punto de vista, la delimitación es demasiado estricta ¿Por qué no 3000? De he hecho a aspectos prácticos las casas rurales se pueden construir en lugares con más habitantes, además, no es lo mismo los espacios rurales que se encuentran en España que los que encontramos en Francia, de hecho dentro de España no es lo mismo los espacios de Castilla y León que los de Andalucía que poseen una estructura mucho más concentrada, con municipios de mayor número de habitantes. Atendiendo a lo mencionado queda claro que la definición de espacio rural es muy compleja, para mí sería “aquel territorio donde se desarrollan las actividades agrarias fundamentalmente como base económica y está constituido por paisajes agrícolas, de pastoreo y forestal” ¿Por qué opto por esta definición? Pues por la sencilla razón de que me parece claro que es en los espacios rurales donde se desarrolla mayoritariamente la agricultura, por lo menos, en el primer mundo, independientemente del número de habitantes (un criterio secundario), que lógicamente, sobre todo en nuestro país, debido a la tecnificación del sector agrario y el excedente de mano de obra que eso ha generado, ha hecho que la población tenga que irse del pueblo y la ciudad.

Una vez aclarados los conceptos de espacio rural y turismo rural, hay que preguntarse ¿Cómo se ha llegado a la situación actual? Desde luego en lo que a turismo rural se refiere hay un punto de inflexión en nuestro país, que son los años 80. Lo cierto es, que antes de los años 60 las actividades de ocio rural se dedicaban exclusivamente al alojamiento, de forma puntual en toda Europa, en zonas de montaña unidos al alpinismo y al montañismo, pero durante esta década se expande por el Benelux, Italia y Francia.

Pero como he dicho la década de los 80 es un punto importantísimo en nuestro país, ya que la entrada en la Unión Europea y la consecuente aplicación de las políticas agrarias comunitarias genera un potente éxodo rural, debido a la tecnificación del campo, que ya había empezado tiempo atrás pero que se aumenta, lo que genera además la necesidad de buscar actividades económicas complementarias con las que conseguir una ayuda importante a la renta, así es como se potencia desde las administraciones el turismo rural, fomentando la creación de alojamientos, a la vez que la venta de productos de la zona, es decir de “productos naturales”. Se produjo además, un incremento de las plazas destinadas al turismo rural durante el boom inmibiliario, debido a una mayor variedad socioeconómica de los demandantes y a las ayudas a la construcción de viviendas rurales, lo que produjo cierto descontrol y la entrada de intereses empresariales urbanos. Lógicamente, al estallar la burbuja inmobiliaria este sector también quedó afectado y solo las zonas con un turismo rural más intensivo han podido mantener un nivel de afluencia representativo.

Pero sea como fuere y mirando a largo plazo la pregunta es: ¿Se ha logrado el objetivo? Pues se ha logrado a medias, ya que ha entrado capital foráneo, es decir de fuera del medio rural, con el objetivo de ganar dinero, ya sea con alojamientos rurales o con establecimientos gastronómicos, que deberían comprar los productos del espacio en cuestión, pero que muchas veces los compran a distribuidores que nada tienen que ver con las zonas rurales adonde distribuyen, rompiéndose así otro de los principios de este dinamizador de las zonas rurales.

Aunque hay que señalar que aunque los resultados no sean los esperados, si es verdad que el turismo rural permite mitigar la emigración de las áreas rurales en cierta medida, generar más ingresos que son complementarios, beneficiarse del intercambio cultural entre lo urbano y lo rural, revalorizar los modelos de vida rural y diversificar la economía de estos espacios. Es decir esta modalidad está posibilitando un desarrollo más equilibrado de las zonas marginales. Y esto se ha hecho notar en el aumento de las plazas de alojamiento, ya que son muchas las áreas rurales que apuestan por el turismo rural.

En este sentido de alojamientos rurales España posee una oferta de casas elevadas, aunque con poca diversificación, eso sí Navarra, Asturias, Cataluña y Galicia están más avanzados en este sentido. Por su parte en Europa reina sobre todo el alquiler de habitaciones, pero está evolucionando hacia formas más especializadas.

Lo cierto es que en la actualidad se está denotando un cambio en estas áreas, encaminado hacia unas mejores infraestructuras, y es que, el turista rural, que como ya he dicho es un turista de procedencia urbana y de una formación media alta, que además necesita y quiere disfrutar de unos servicios mínimos, con lo cual las casas y los medios rurales deben estar bien equipados, a la vez, claro está que queremos acercarnos a la “naturaleza”, y lo digo entre comillas porque, lógicamente, para que nosotros podamos disfrutar de ella previamente ha tenido que realizarse acciones de adaptamiento, lo cual es muy legítimo, no seré yo desde la ciudad quien diga a aquellas personas, que están viendo como muere su pueblo, como deben gestionar su medio, al fin y al cabo las ciudades realizan un impacto mayor en el espacio que cualquier medio rural. De todas maneras es curioso ver cómo queremos ir a disfrutar del campo, en un medio relativamente natural y un paisaje agrario, pero a la vez queremos transformarlo y cambiar el paisaje ¿no es una paradoja? Para mí personalmente sí.

Hay que señalar, aunque ya se puede intuir, que hay diferentes tipos, mejor dicho subtipos, de turismo rural, ya que los diferentes espacios rurales, debido a su heterogeneidad han ido buscando sus potencialidades, además muchos de ellas
·       Gastronómico: basado en la comida tradicional de cada área rural.

·       Deportivo: se trata de realizar alguna actividad deportiva en el camino disfrutando del entorno natural y pasar experiencias nuevas y emocionantes, por ejemplo hacer ciclismo.

·       Ecoturismo: disfrute del medio natural que los seres humanos han cambiado para su propio beneficio desde la prehistoria, pero que en lugar de haber sido destruido, el entorno natural es cuidado y aprovechado para las actividades agropecuarias.

·       Aventura: alpinismo, turismo cinegético, buceo marino y lacustre, deslizamiento en los rápidos, son varias las actividades que se pueden practicar en el turismo rural.

·       De salud: cuando se realiza por lo general en balnearios de aguas termales y/o curativas.

·       Turismo religioso: son aquellos desplazamientos hacia santuarios localizados en poblados rurales donde se celebran fiestas religiosas.

·       Enoturismo: dedicado a potenciar y gestionar la riqueza vitivinícola de una determinada zona.

También, dependiendo de las zonas, se puede hablar de:

·       Turismo rural esporádico: donde la frecuentación de turismo es breve e irregular, como lo serían en zonas rurales periféricas: Castilla La Mancha, Castilla y León y Extremadura.

·       Turismo rural intensivo: se nutre de los desplazamientos de fin de semana o vacaciones cortas, gracias a la proximidad, de las grandes ciudades: Barcelona con los Pirineos o Madrid con la Sierra…En prácticamente la mayoría de los casos en segundas residencias, de hecho la Junta de Castilla y León considera que todos los madrileños hacen pernoctación en la sierra de Guadarrama.

·       Turismo plural: los agricultores se decantan por la pluralidad de los servicios (rutas a caballo, rafting, senderismo…), se trataría ya de un grupo que ha abandonado totalmente las actividades agrícolas: Francia e Inglaterra.

·       Granjas escuelas: se trata de reemplazar la producción ganadera por las granjas escuelas: Francia, Alemania, Inglaterra y Países Bajos.

Me gustaría señalar también la importancia de las mujeres en esta modalidad turística, y es que gracias a la implantación de esta nueva actividad como estrategia de diversificación de rentas en la explotación, las mujeres han encontrado su nicho profesional en estos espacios. Ejercen su papel de acogida a los turistas en las casas rurales y promueven la revalorización de la cultura y el paisaje, pues han sido las que más han apostado por una “venta” del medio rural para el consumo urbano. Aunque, lo cierto es que esta ocupación no se entiende como un trabajo “real” porque los ingresos son bajos en el conjunto de la renta familiar y porque las mujeres no obtienen un salario sino ingresos irregulares.

En conclusión el turismo rural es un turismo más exigente, que surgió debido a las aplicaciones de las políticas agrarias comunitarias que provocaron que el medio rural tuviera que buscar otras actividades para la supervivencia, Su auge  se entiende dentro de una sociedad cada vez más urbana y alejada de los espacios rurales, pero que debido a su formación cada vez más elevada poseen una conciencia más ecologista y la capacidad de bien de consumo de la naturaleza.


martes, 14 de marzo de 2017

Perspectiva errónea

El domingo por la noche, como viene siendo ritual en muchas casas españolas, sintonicé “La Sexta” para ver el programa de Salvados relativo a “despoblación”, con el móvil en la mano mientras lo comentaba con unos amigos. Nos quedamos con la sensación de “Nada nuevo bajo el Sol”. Realmente, tal y como comentábamos en “la previa”, no esperábamos más que una fotografía, y como mucho ver algún intento desde dentro de los pueblos por dinamizarlo, y es lo que ocurrió, con el ya famoso alcalde de Chumillas.

Valoro bastante el hecho de que un programa como Salvados trate este problema, esta realidad, o esta consecuencia o característica, si se me permite la licencia, del sistema, o cuanto menos modelo, del que nos hemos dotado. Creo que hay una moda, que como todas las modas son pasajeras, de hablar de este tema, pero pasará. Quizás, hay que utilizarlo para concienciar lo máximo posible a la gente y para intentar abrir un debate en la calle, que agrupe a la mayor parte de gente posible, intentando incluso hacer presión, aunque luego pasé “el fervor” y se queden los cuatro “demógrafos”, “ruralistas” y asociaciones de siempre en las mesas redonda.

Lo que me molesta es la forma en la que se están tratando estos problemas en todos los lados, incluso desde las propias administraciones, donde cada vez que quieren hacer un proyecto que, en teoría quiere “atajar” el problema, se queda en eslóganes y en medidas con poca capacidad de revertir la situación. Por una sencilla razón, porque somos incapaces de hacer autocrítica y de señalar las causas de la situación de “vaciamiento demográfico” actual. Solo hay que ver el preámbulo de la agenda contra la despoblación de la Junta de Castilla y León dónde directamente se lava las manos y dice “es lo que hay”. Además cada vez que se quiere hacer algo al respecto, recurrimos al “subvencionazo” que durante años ha acabado invertido en las ciudades o creando infraestructuras, que siendo importantes (no todas), ni se acercan a revertir ni un poco el problema (fijémonos en las zonas fronterizas con Portugal o la “Terra Cha” gallega).

Por otra parte, esta moda en los medios de comunicación, positiva desde el punto de vista de dar visibilidad al problema, tiene una contrapartida, como es la simplificación. Quiero decir, prácticamente vemos reportajes y fotografías de la situación actual, pero no se ahonda en las causas, fundamentales para realizar un plan de acción al respecto. No es algo exclusivo de este tema, pasa con muchas de las “dolencias” que estamos sufriendo en este país. La explicación pienso es sencilla, para revertir estas situaciones los cambios tienen que ser muy profundos, desde el punto de vista económico, como administrativos, pero también de la mentalidad (muy urbana, consumista, competitiva).


Creo, por lo tanto, que el programa de Salvados se enmarca en esto que estoy comentando. Buena fotografía, pero nulo análisis de causas a pesar de que de fondo, aunque con los comentarios que se hacían, se podían intuir tanto estas como las bases para posibles cambios al respecto. A corto plazo puede ser algo positivo para la Serranía Celtibética pues hicieron buena promoción de la zona y somos animales que nos movemos por impulsos, así que iremos en masa a disfrutar del “rural profundo”. No se habló, eso sí, de proyectos endógenos, es decir proyectos de dinamización que surgen de la movilización de los agentes del propio territorio, y que hay experiencias muy interesantes al respecto, por lo menos en Castilla y León, poniendo en valor el patrimonio cultural, artísitico, artesano y agroalimentario (fundamental en estas zonas)

lunes, 30 de enero de 2017

No me creo la prioridad hacia la despoblación

Desde que se anunciara en la conferencia de presidentes, a bombo y platillo, que se iban a poner a trabajar para poner soluciones al fenómeno de la “despoblación”. Como siempre la administración, tarde, mal y nunca, ante un problema que es la otra cara del sistema económico del que nos hemos dotado: industrialización, urbanización y tercerización.

En este tema, y tal y como señala Fernando Manero, quizás debamos poner en valor el trabajo de muchos geógrafos al respecto, que una vez más, ante lo moderno siempre pone el foco en lo que el resto de la gente no ve. El “ojo del geógrafo” que nos decían nuestros profesores en la carrera, en alusión a esa capacidad que se va desarrollando a lo largo de los cursos para ver el mundo de forma integral (o por lo menos lo que ellos se proponían como objetivo a la hora de enseñar).

Pero independientemente de este homenaje a una formación que me dio una serie de técnicas y que permitió abrir mi mente, lo cierto es que lo que en esa conferencia se anunció me pareció más slogan que otra cosa. Y lo digo porque creo que es un problema que requiere soluciones más complejas de las que un gobierno del PP o del PSOE están dispuestos a afrontar, y desde luego porque en un mundo globalizado, el problema no depende solo de lo que se haga en Valladolid, Castilla y León o España, el problema también tiene sus causas “globales” ( A vueltas con la Despoblación). Algo que la Unión Europea también ha entendido. Aunque cabe señalar que la UE lleva años, a través de los fondos estructurales, intentando combatir estos problemas y fomentar el desarrollo rural. A la vista está, que al igual que las acciones de las diputaciones, ha habido un rotundo fracaso y que hay que plantearse seriamente cambios en la aplicación de esas políticas. Siempre señalaré, en este sentido, que las políticas a favor del turismo rural que hubo antes de la crisis, fueran la gran oportunidad perdida. Es decir, que se han intentado cosas al respecto y se ha invertido mucho dinero en ellas, pero el balance nos indica que debemos partir de cero, en un momento donde los recursos son menores, y donde no parece que desde la administración entiendan la gravedad del problema. Mucho me temo que al final la solución pase por conceder ayudas a actividades que no generan dinamismo, es decir, lo mismo de siempre.

Esta conversación la tuve hace unos días con un par de compañeros de la carrera, donde se tienen las buenas conversaciones, en una mesa de un bar con unas cañas, y en las cuales al final se acaban diciendo cosas poco coherentes pero divertidas. Como aquella vez que propuse, para solucionar los problemas de despoblación de Soria, convertir esa provincia en un gran parque temático para la tercera edad. El caso es que mis interlocutores coincidían conmigo en el análisis pero eran más optimistas que yo en los objetivos. Que le voy a hacer si cada vez creo menos en las acciones de las administraciones. Me recordaron “el chico que fui”, y es cierto que cuando me conocieron siempre esperaba algo más y era más ambicioso. Pero ahora no, y en este caso concreto, soy pesimista y tengo claro que el problema no se va a solucionar porque no estamos dispuestos a cambiar las cosas de una forma radical, y digo radical porque el problema de la despoblación, entendiendo por esto el fruto del éxodo rural, es un problema innato al sistema, al modelo de desarrollo que tenemos y por lo tanto, para revertir esa situación no solo hay que “regionalizar” o “aislar” el problema, es algo mucho más complejo.


Hay que tener claro de que estamos hablando, es un fenómeno que ocurre en las zonas “no urbanas” (que se me perdone la expresión, que no me gusta, aunque me vale para excluir los espacios urbanos y periurbanos), porque a día de hoy, el fenómeno de la despoblación en estas zonas es algo que viene de largo, que no es momentáneo o “coyuntural” como puede ser el proceso de pérdida de habitantes que se tiene en el mundo urbano (que no se limita solo a las capitales), ya que en este caso habrá que ver si en situaciones económicas favorables estas zonas siguen perdiendo población, o no, como es el caso de esos espacios sacudidos por el vaciamiento demográfico. 

martes, 17 de enero de 2017

Patrimonio sí, pero de quien

Una de las cosas más polémicas que están teniendo lugar en Tordesillas es la inversión de más de medio millón de euros (de momento), por parte del Ayuntamiento, para convertir un inmueble de la iglesia, bastante degradado, en un auditorio. 

Esta noticia, que no es nueva, ha vuelto a la luz en los últimos días a raíz del anuncio de  la  apertura del periodo de alegaciones al proyecto. Justamente al mismo tiempo, el grupo provincial de Toma la Palabra en la diputación, ha anunciado que en el próximo pleno presentará una propuesta para intentar que en el próximo convenio de la diputación con el Arzobispado, para el arreglo de Iglesias y Ermitas, la aportación de los últimos deje de ser “irrisoria”.

Al leer las dos noticias me ha venido a la mente una  coplilla del cancionero popular castellano: “Los curas y taberneros son de la misma opinión: cuantos más bautizos hacen más dinero va al cajón” Pidiendo perdón de antemano por si alguien se siente ofendido, lo que está claro es que si en el folklore castellano hay tantas letras poniendo énfasis en las contradicciónes del sector eclesiástico será por algo. 

En este caso concreto la estrofa hace referencia al “peseterismo” de la iglesia, o de los hombres que imparten su fé, y estas dos noticias van en esta línea también.

El poblamiento de Castilla y León se caracteriza por un montón de pequeños municipios de carácter rural esparcidos a lo largo de un vasto territorio, y la mayoría de ellos habitados por menos de 500 personas. Como dice un amigo mío en los pueblos los primeros pobladores primero hicieron la Iglesia y luego ya las casas para vivir y, por supuesto, el bar, haciendo clara alusión a la fisionomía de un pueblo castellano y al carácter religioso de sus habitantes. Luego ya vinieron los planes de desarrollo rural de las Diputaciones e hicieron piscinas a diestro y siniestro y pistas de frontón (sorprende las cosas de las que somos capaces cuando nos da por pensar).

En estos pueblos vive una población fundamentalmente envejecida (sobre todo en invierno), gente que ha vivido una adquisición de valores en una España muy conservadora y católica, y que, por lo tanto, y sobre todo en el caso de las señoras, son de misa regular en su Iglesia de toda la vida, la cual, como edificio antiguo, necesita un mantenimiento. La iglesia, se convierte pues, en un espacio socializador importante en el medio rural (por mucho que le pese a algunos es así). Los domingos de misa y vermut… aunque poco a poco nos vamos centrando más en lo segundo.

Alguien podría pensar que eso es problema de cada pueblo, pero no, no lo es, el patrimonio es universal, es de todos, independientemente de donde se encuentre. Y las Iglesias y hermitas son patrimonio, aunque esté en manos privadas, son estilos arquitectónicos propios de una época pasada que nos dan ideas de cómo era la sociedad del pasado. Puede ser que en la época que vivimos no demos importancia a la iglesia de un determinado municipio, pero lo mismo dentro de unos años se convierte en una moda porque hay una peculiaridad en su construcción que en otras no hay.

Por otra parte, aunque seamos tan insensibles con el patrimonio que prefiramos que se caiga (conozco gente con esa idea hacia cualquier cosa que tenga cruces en su interior), lo que está claro es que un propietario debe mantener su patrimonio y no puede dejar que se arruine. Ahora mismo el Arzobispado entiende que es un problema tanto patrimonio y no piensa soltar un duro para arreglarlo, prefiere que se caiga y llevarse todo lo que hay de valor en su interior (total en el arzobispado no poseen una vinculación con el territorio). Ya me parece mal que la administración tenga que pagar dinero para evitar la ruina ajena, ¿pero que encima sea casi la totalidad? Me parece indecente.

Recuerdo una anécdota que cuenta Julio Anguita que le ocurrió al llegar a la alcaldía. Le mandó una carta el Obispo pidiendo financiación para  arreglar la Mezquita y este le dijo que vale pero que a cambio el ayuntamiento tendría ciertos derechos. El Obispo se negó y Anguita dijo que entonces no había dinero público a cambio de nada. El problema es que normalmente son los representantes de las administraciones los que van a pedir, no es el obispado y ahí los segundos se muestran inflexibles, porque a estos los pueblos no les importan nada y a la administración, aunque sea porque sus habitantes son votantes, les tiene que importar. Pero al final, de lo que no se da cuenta el Arzobispado, es de que la mayor fuerza que tiene, la tiene en las zonas rurales y que, con esta actitud “egoísta”, está cabreando a mucha gente.



lunes, 25 de julio de 2016

La Junta y su eterna promesa

Hoy, un amigo me ha pasado una noticia de hace un tiempo (no había mirado la fecha) sobre que la Junta se fijaba combatir la despoblación, aunque es una noticia que surge cada dos por tres así que bien podían haber sido declaraciones de esta misma mañana.

“Suerte” señalé con tono irónico al leer la noticia. Pensé, seguro que si hacen algo se limita a alguna subvención al bolsillo, nada de desarrollo, de hecho la gran revolución en para nuestros pueblos fue la política agraria comunitaria, ¡Cuantos pisos habrá en las ciudades pagados por la PAC! ¿Y qué me dicen de los Mercedes?

Pero tampoco sé si lo que quiero es que inviertan el Territorio, las administraciones públicas, y fundamentalmente las diputaciones provinciales, fueron verdaderas promotoras inmobiliarias que generaron instalaciones innecesarias, o mal distribuidas, contribuyendo así a la cultura del ladrillazo. Es más fácil que en un municipio pequeño te encuentres una pista de frontón que un centro donde la gente se pueda reunir. Aunque bueno, de vez en cuando le dan un poco más al cerebro y te cementan un cerro para construir una pista de sky.

Al final, mi amigo y yo, hemos tenido una conversación de “coña” pero con un trasfondo crítico a lo que se estaba haciendo. Lo primero para combatir la despoblación es ver cuáles son sus causas (creo que antes de actuar siempre hay que buscar el por qué de las cosas). La gente no se fué de los pueblos en el pasado por que sí, se fue buscando trabajo, como ahora no se van  de España por la movilidad exterior, y por lo tanto, para desarrollar una zona, lo que hay que crear es dinamismo económico, sí, pero también social.

No es fácil, y probablemente la Ordenación del Territorio actual favorece más a las aglomeraciones urbanas que a otras cosas, además la estructura de edad de la pirámide poblacional de las zonas más deprimidas juega en contra, de hecho hay lugares donde podríamos haber entrado en un proceso irreversible, zonas muy deprimidas sin apenas población activa y sin vínculos que posibiliten la llegada de gente joven en un proceso de dinamización e inversión.

Pero  creo, que sin cambiar grandes cosas se puede hacer mucho. Por supuesto esto requiere de una gran revisión, aún así, y pese a lo envejecido de estas zonas si se facilitara, vía servicios sociales, que la gente mayor pudiera quedarse en sus casas en vez de ir a una residencia, que toda esa gente que se fue a la ciudad tuviera a lo mejor su porción de tierra que cultivar, o una casa que visitar, se facilitaría que los pueblos no murieran. Lo que por cierto, también vendría muy bien para las cabeceras de comarca, que por lo general, resisten la depresión de demográfica no solo por tener un mayor dinamismo sino porque han absorbido gente de los pueblos más pequeños. Pero estas también sufren la amenaza urbana.

Esto son ideas que se nos vinieron a la mente, hay más, y desde los propios municipios se puede dinamizar también para ayudar a que estas zonas no se mueran. Incluso desde un punto de vista económico habría que empezar a mirar la posibilidad de regresar a los orígenes, es decir, a lo artesanal, a lo tradicional, como algo que da calidad a los productos.

La situación es dramática sobre todo en las zonas de montaña, en esas zonas periféricas donde la agricultura no es una opción dada la calidad y textura del suelo, o en aquellas donde en el pasado hubo minería (los fondos MINER han funcionado un poco como la PAC). A tenor de esto recuerdo un debate fomentado por un profesor en la carrera, donde yo defendí la construcción de una pista de Sky en San Glorio, ahora no lo haría he cambiado algo, pero recuerdo que decía una cosa, que sigo pensando, y es que toda la oposición a ese proyecto era ·”urbanita” fundamentalmente. Ya lo he dicho alguna vez, pero desde las ciudades se trata a todo lo que no es urbano de forma algo “paternalista” incluso insultante, vale que San Glorio no fuera un gran proyecto ¿Pero que queremos?¿ Zonas rurales para poder ir nosotros los fines de semana o en vacaciones ¿ Y el resto del año que se mueran? En el caso de San Glorio para ir a pescar entre la naturaleza.

Ha habido ejemplos de desarrollo muy interesante desde el propio municipio, como es la industria del mueble en Medina o en Iscar (voy a decir la industria del piñón por si lo lee un amigo mío de Pedrajas de San Esteban), pero no suele ser algo extendido, y desde luego estamos hablando de municipios grandes, pero de municipios, no de zonas o comarcas.


En definitiva, hay ejemplos de desarrollo y hay cosas que se pueden hacer ya, pero que no me engañe la Junta, si quieren hacer algo, pueden hacerlo, pero eso les va a obligar a tocar un montón de cosas, y por supuesto los resultados más grandes se verán a largo plazo. 

lunes, 9 de mayo de 2016

Transporte y Medio Rural: Un tema pendiente

No es la primera vez, ni será la última, que tengo conversaciones con amigos sobre movilidad. Normalmente nos centramos en las ciudades, y concretamente en Valladolid por ser la que todos conocemos, y sobre todo en el uso de la bicicleta, pero hoy, no sé por qué, hemos acabado hablando del uso del transporte público en la provincia, concretamente en el medio rural.

Por cierto, dicho sea de paso, estoy harto de que haya gente que achaque “rural” a todo lo que no es urbano, me parece una división simplista realizada por alguien en una oficina de la torre más alta de Madrid. Lo digo, porque, yo, que soy de Tordesillas soy consciente de que el dinamismo de mi municipio (económico, social o demográfico) poco tiene que ver con municipios vecinos aunque esté claro que no somos una ciudad.

Pero volviendo al tema que estaba tratando, como me dijo una vez un amigo en tono jocoso “no podéis pretender tener un buen sistema de transporte en el medio rural cuando la red de carreteras está pensada para llevar a la gente de esas zonas al mundo urbano”. Joder, si lo pienso tenía más razón que un santo, aunque esa reflexión fuera fruto de algunas copas de más. Miremos el mapa, el modelo radial de carreteras no puede ser más claro ya que conecta todas las ciudades de España con “papi” Madrid, aunque se haya avanzado mucho en revertir esa situación. Mucho más acentuado si hablamos del tren.

También a menor escala se cumple esto, pues, se ha tratado de conectar los pueblos con la ciudad, con su capital, no de cohesionar el medio rural. Puedo entender que el dinamismo del mundo urbano y las fluctuaciones por carretera justifiquen esta acción, ya que económicamente es lo lógico, pero ¿y socialmente?.

Hay que entender que los municipios del medio rural tienen conexiones entre ellos, de familia o de amistades, o incluso de abastecimiento de servicios. Es decir, que desde un punto de “purismo” social, sería lógico que existiera un transporte inter-rural. Alguno se echaría las manos a la cabeza pues dada la forma de poblamiento de Castilla Y León la inversión en este sentido debería ser demasiado alta, supongo que es cuestión de prioridades.

Por supuesto, no hay que negar que sí que existe una conexión de transporte entre pueblos y centros comarcales, pero esta conexión es muy ineficaz, dando servicio a horas en las que no es necesario, incluso cara para la empresa concesionaria lo que hace que tenga que subir billetes o directamente cerrar la línea.

Es decir, como modalidad de transporte, se nos presenta el uso casi exclusivo del coche, con lo que ello supone:

  •  Inaccesibilidad para la mayor parte de la población: Siendo el medio rural una zona especialmente envejecida, muchos de sus individuos no usan el coche (por no haber necesitado nunca carnet o por edad), dependiendo de familiares o de esa proximidad y cercanía entre vecinos para sus desplazamientos.
  • Un hándicap para la juventud: La adolescencia es una etapa en la que necesitamos fuertemente relacionarnos con nuestros iguales, la escasa juventud del mundo rural no posee carnet de conducir y dependen de familiares en sus desplazamientos. Pero además, el hecho de desconocer el transporte público, hará más difícil un uso en la madurez.
  •  La fijación del modelo de transporte privado: un modelo mediambientalmente muy agresivo y económicamente poco rentable para el bolsillo.
  •   Un punto a favor del “éxodo rural”: La necesidad de cercanía a determinados servicios y la ausencia de transporte obliga a gente a tener que emigrar.


La solución a este problema no es sencilla, y desde luego no se puede tratar como algo sectorial, es una ficha más en lo que sería un proceso de reordenación de servicios. Lo que si tengo claro es que la solución pasa por un cambio de prioridades, donde desde las administraciones haya mayor sensibilidad hacia los espacios rurales, siendo incluso conveniente, un proceso de “discriminación positiva”, en la adjudicación de recursos, dado que existe una clara disparidad en el acceso a servicios (y derechos) entre pueblos y ciudades. Mal vamos si queremos solucionar el problema haciendo que los recursos destinados a los municipios más pequeños se vayan al periurbano de las ciudades, donde lógicamente, por mero dinamismo, se ha concentrado la mayor parte de la población.