domingo, 11 de marzo de 2018

Reflexiones sobre el 8M


Hay una premisa feminista que dice “La revolución será feminista o no será”. Se trata de un lema que tiene más significado de lo que parece porque no solo reivindica el papel del feminismo para empoderar a la mujer con el objetivo de conseguir una igualdad real, sino también realza que para conseguir esa deseada igualdad hace falta un cambio profundo, ya que los problemas son estructurales, es eso lo que, desde mi punto de vista, hace que el feminismo sea un movimiento asociado a la izquierda.

Personalmente no tenía pensado ir a la manifestación, supongo que por parte del desencanto que tengo hacia todo lo relacionado con la política, pero al final fuí con una amiga. Lo primero que pensé fué “que frescura”, mujeres de todas las edades protestando, con alegría, ilusión y convenciadas, ahí estábamos hombres como yo, en una posición totalmente subalterna y se nos notaba, pero era agradable ver toda la energía que se desprendía a nuestro alrededor. En cuanto ví todo aquello el famoso lema me vino a la mente, a pesar que, sorprendentemente, no ví ninguna pancarta dónde lo pusiera, pero seguro que alguno habría. Y eso que yo hace mucho que no creo en revoluciones. Aunque tuviera lazos con tradicionales formas de protesta y reivindicación toda la jornada era algo nuevo, que además, resultó ser un éxito que asustó a los partidos políticos más críticos al respecto, y sobrepasó al resto y a organizaciones sindicales, que, salvando excepciones no supieron muy bien como actuar.

Se trató por lo tanto de algo nuevo y que, el hecho de haber sido tan exitoso, abre la puerta a un futuro que, para muchos, puede ser ilusionante. Y todo esto a un año del próximo ciclo electoral. Si bien, todo esto, viene precedido de otras movilizaciones, sería increiblemente simbólico que fuera el punto de partida de un proceso de participación y protesta que vuelva a poner en el eje del tablero mediático los problemas sociales.

Por otra parte, pudiera ocurrir, que un proceso de participación popular genere una reacción tan fuerte que fracase y alimente las posiciones más conservadores del Estado, generando regresión en las posiciones conquistadas, como ha pasado con Cataluña. Aunque esto me parece menos probable.

Sea como fuera, quizás esto sea el comienzo de una inyección de oxígeno a próximas protestas sociales y a los partidos de izquierda, muy castigados por el debate identitario que ha beneficiado a las posiciones más reaccionarias del país. Aunque si que parece complicado que las opciones políticas actuales sean capaces de rentabilizar todo este, hipotético, capital electoral que se podría generar, y es que, de la misma forma que los métodos de protesta se reinventan también lo deberán hacer las herramientas para llevar sus propuestas al gobierno. Lo que está claro, es que lo que venga, ya no podrá hacer oídos sordos al feminismo, las mujeres tendrán que ocupar un papel relevante.


martes, 6 de marzo de 2018

Feminismo y medio rural


Todos esos valores que representa la izquierda, más allá de la lucha de clases, como son el feminismo o el ecologismo, son conceptos que chocan con los valores tradicionales de nuestra sociedad, quizás por eso cuesta tanto que se desarrollen en los pueblos, Una vez más, también aquí, se ejemplifica la brecha que se genera entre dos espacios que están interrelacionados, como son lo rural y lo urbano.

Desde un punto de vista demográfico las zonas rurales se caracterizan por una baja densidad, un sobreenvejecimiento y una desfeminización bastante acusada. A esto hay que unirle, si se me permite la licencia, un cierto olvido y sentimiento de superioridad del mundo urbano (generalizar da asco, lo sé). Quizás eso explique, en parte, el por qué es difícil que lleguen ideas progresistas que “perturben” las conciencias. Se trata de unas ideas conservadoras que se transmiten generación tras generación, en muchos casos promocionada desde las instituciones, sin aportes externos que traigan choques ideológicos importantes, y es que la gente no va a vivir a los pueblos, sale de ellos. Y todo esto en el mundo de internet, de las redes sociales, de los medios de comunicación... que si bien permite que todos tengamos acceso a cualquier tipo de información, muchas veces sirven para ratificarnos en nuestras ideas previas porque buscamos argumentos que nos las apoyen. Posiblemente todo dependerá de mucho del grado de ruralidad, de la situación geográfica del municipio e incluso de su cercanía a grandes urbes. De esta forma la vecindad de estos lugares repiten los mismos roles, con las mismas ideas, una y otra vez.

No creo que todo esto sea algo malo, sencillamente es una característica propia del mundo rural, es decir, hay falta de contraste de ideas, y por lo tanto, los tiempos son diferentes al mundo urbano. Esto, es algo que a la izquierda urbana le pilla a contrapié. De hecho ya ha tenido actuaciones algo cuestionables al respecto, y es que, lo que vale para la ciudad, no necesariamente puede valer para los pueblos. Reconozco que muchas veces, y eso que yo vivo en un centro comarcal (un pueblo grande), me he echado las manos a la cabeza con ciertas propuestas de conocidos de las ciudades. Porque la izquierda en los municipios, no tiene tanta capacidad organizativa y de movilización, le falta participación, ya que no hay una cultura al respecto, y sobre todo, o por lo menos en mi caso, rechaza el choque directo y la tensión con otros agentes, y es que en los pueblos nos conocemos todos. Por lo tanto, pienso, que lo que vale en la ciudad no vale en los pueblos.

Uno de los ejemplos más claros al respecto es el relativo al feminismo, algo muy rechazado en el mundo rural, pues siempre se asocia con una imagen de radicalidad y odio hacia los hombres, cuando no es ni mas ni menos que una lucha por la igualdad de genero que aún no se ha conseguido. Es por lo tanto algo que debería estar muy presente en nuestros pueblos, pues es en estos espacios dónde se visializa una mayor desigualdad entre el hombre y la mujer, dónde la imagen que tenemos del rol de la mujer es el de trabajadora, cuidadora, ama de casa y suele depender del marido para todo, y para colmo cuando hay casos de violencia de género la cultura del silencio es mayor por el que dirán. Algo que es cierto, pero cada vez hay una mayor pluralidad que a la vez es una gran desconocida y sería una buena forma de promocionar nuevos roles de la mujer rural en una relación de igual a igual con el hombre. Es curioso, pero también creo que, una vez más, desde el activismo urbano se han olvidado de la lucha en los pueblos. No ayudan al respecto determinadas imágenes y eslóganes, porque, como he señalado, en los pueblos los tiempos son diferentes. 

Puede que el problema sea que, una vez más, las acciones se planifican desde las ciudades para los pueblos. La reflexión es siempre desde el mundo urbano, no obstante, allí comienzan siempre los grandes cambios, pero sin tener en cuenta las aportaciones del mundo rural, en este caso concreto de las mujeres del mundo rural, que tienen  mucho que decir, pues nadie mejor que ellas conocen cuales son sus carencias y dificultades.