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miércoles, 8 de marzo de 2017

"Al Saravia este hay que escucharlo más"

Hoy, esperando a una persona, estaba tomando un  café tranquilamente mientras leía en un periódico la crónica relativa al último pleno municipal de Valladolid, con el fallido soterramiento de fondo. Mientras repasaba las intervenciones de los protagonistas acusándose se me ha venido a la cabeza aquella canción de Rosendo que decía: “Montan la barraca y venga tiroriro, Y toma traca y daca y luego yo no he sido, claro!” Sé que es injusto, pero así ha sido.

Quizás es esa injusticia de meter a todos en el mismo saco la que me ha empujado a escribir esta entrada, pues el soterramiento del tren nunca ha sido algo que me haya motivado, incluso jamás me ha gustado. De hecho recuerdo que mientras hacía la carrera era un recurso de debate frecuente, y al principio, sin ponerlo en duda, me parecía como un intento de tapar algo que formaba, de forma tan importante, parte de la historia de Valladolid, como si fuera algo vergonzoso, ¡Joder, que soy de Tordesillas y me hubiera encantado tener tren! Un recurso ideal para viajar por diferentes puntos de España alternando vistas de paisajes urbanos, rurales, industriales, de montaña… y que te deje, si no se ha cometido el error de sacar el tren fuera de la ciudad, en el mismo centro de las ciudades. Por supuesto, que terminé de pensar mal sobre el soterramiento cuando me enteré de que esto iba a impedir un corredor de cercanía entre Medina del Campo y Palencia (que le voy a hacer, no soy de la City).

Recuerdo aquellos años, el boom inmobiliario y las obras faraónicas generaron una euforia que actuaba como la droga en las diferentes administraciones, es decir, se promovían proyectos millonarios sin atender a las consecuencias negativas que podían tener, y es que eran sinónimo de modernidad, también de especulación (pero eso lo dejábamos pasar, todo por el progreso). Además no se podía discutir la conveniencia de estos: prohibido criticar que para llevar turismo a Ciudad Real solo se pudiera hacer mediante un aeropuerto, que para rehabilitar la montaña palentina se debía realizar una pista de Sky en San Glorio, que era necesario crear grandes infraestructuras para aglutinar un gremio de servicios, sacándolos del centro de las ciudades y creando urbes cada vez más amplias… Pues el soterramiento del tren es algo por el estilo. De hecho, no estoy seguro de sí esa idea con la que se vendió, señalando que era para unir la ciudad (ya que los vecinos de Delicias, o Pajarillos, estaban hartos), existía realmente, fue creada o fue potenciada para justificar la inversión. Porque siempre me ha parecido extraño que  barrios que siempre habían estado separados del centro urbano (que no de la ciudad)  por las vías no estuvieran acostumbrados a ello ¿Por este razonamiento por qué no proponer el soterramiento del Pisuerga que también supone una barrera al respecto? (no doy ideas). 

El proyecto encajaba a la perfección en ese urbanismo que caracterizaba la España del ladrillazo, donde, como he señalado, se promovían grandes proyectos desde los despachos y se vendían como única solución. Las personas críticas se silenciaban, y por supuesto no había debates al respecto, ya ni hablamos de la posibilidad de que la gente decidiera. Desde el punto de vista político movimientos como IU, o diferentes plataformas ecologistas, eran una trinchera de resistencia al respecto, pero claro con toda una opinión pública generada a favor esto tenía consecuencias políticas (aunque, una vez más, el tiempo les iba dando la razón). En lo relativo al Plan Royers, más de lo mismo, poco podía importar si en el pasado organizaciones como IU se opusieran, una vez que estaba aquí había que desarrollarlo, así que por practicidad es lógico que se mantuviera un perfil bajo.

Aun así, al final no va a poder ser, y poco me importa el por qué y quienes son los culpables, que yo lo tengo claro (al fin y al cabo los problemas que surgen ahora han sido sembrados mucho tiempo atrás). Y de pronto nos damos cuenta de que hay alternativas, de que se puede integrar el tren en la ciudad, y no borrarlo de forma vergonzante (porque eso es el soterramiento), ampliando los túneles haciéndolos más seguros y accesibles, al igual que las pasarelas. Ojo, y aún precio mucho más económico. Y si nos paramos a pensar ¿no es eso más lógico? ¿Qué nos han hecho creer? Parecía que el soterramiento era el árbol que nos impedía ver el bosque.  Y al pararte a pensar, te das cuenta que entre todo ese “toma y daca y luego tiroriro” emerge la voz de la sensatez en forma de concejal de urbanismo y piensas: “al Saravia este hay que escucharlo más”.

PD: No creo que vuelva a escribir sobre este tema... No me va. 



martes, 5 de abril de 2016

La impotencia de toda una ciudad

Es triste el cierre de empresas como Lauki, no solo por el drama de la pérdida de puestos de trabajo, sino por la vinculación de este tipo de factorías con el lugar donde están implantadas, llegando no solo a generar dinamismo económico sino siendo capaces de fomentar el crecimiento demográfico de las ciudades incluso desarrollando una morfología urbana determinada.

Sin llegar al impacto de FASA Renault el cierre de Lauki y Dulciora nos muestra la impotencia de las administraciones ante unas decisiones empresariales que para nada se toman en la proximidad, sino en despachos lejanos que escapan al poder local, regional e incluso estatal. La mundialización y la desvinculación de la empresa con el espacio donde se encuentran sus factorías ha generado el aumento del poder de las grandes empresas y la incapacidad de la administración, y del ciudadano, para establecer una relación entre iguales.

No hace mucho tiempo la Junta de Castilla y León tuvo que negociar con FASA Renault su permanencia y todo el mundo con el que hablabas sabía lo que iba a pasar, “La junta soltará pasta” era lo que se decía, y así fue. Las administraciones no pueden consentir el cierre de este tipo de empresas, pues supondría un impacto económico y social demasiado fuerte sobre un amplio espacio, y esto es algo que los directivos saben bien.

Quizás todavía se pueda salvar algo del desastre que va a suponer el cierre de dos empresas con una plantilla tan alta, pero desde luego será en unas mejores condiciones para estas. Sacarán o pasta o recortes de plantilla, o las dos cosas. Si esto ocurre probablemente tenga mucho que ver la movilización popular y el miedo de los representantes.


 Aun así, me gustaría destacar la hipocresía del PP y del PSOE, que a todos los niveles han promovido un modelo empresarial sin arraigo y que chantajea a países, regiones y municipios. En Valladolid ahora tienen la oportunidad de demostrar que están en contra de esto. Señores del PP y del PSOE posiciónense en contra del TTIP por ser un tratado que no va a revertir esta dinámica.