domingo, 2 de noviembre de 2014

Todo el sistema está corrupto

Hay un interés especial en vincular a la corrupción con el comportamiento individual de las personas, y siendo esto un factor importante no es el factor clave, no se puede obviar el entramado administrativo que se realizó en la Transición así como el modelo económico adoptado en las últimas dos décadas.

Con el paso del tiempo ya es hora de empezar a reconocer que La Transición no fue el ejemplo de perfección que se nos ha querido vender, si bien es cierto que podemos dar gracias de que se realizara. Quizás uno de los muchos problemas que se empiezan a poner de relieve fue el hecho de tener que aprovechar las estructuras franquistas, que tuvieron que adaptarse a la democracia pero conservando muchos de los vicios que existían dentro, como era el clientelismo entre funcionarios, administradores y empresarios. Algo a lo que, probablemente intencionadamente, no se puso fin, puede ser porque habría que haber tocado a gente muy poderosa, o sencillamente porque era esa misma gente poderosa la que estaba dirigiendo el proceso ya que la sociedad española, después de 30 años de miedo y terror, no estaba para realizar política. A esto hay que unir una cierta opacidad en las administraciones y una imposibilidad del ciudadano de controlar a sus representantes más allá de votar cada cuatro años, y por supuesto la gran asignatura pendiente de la descentralización del Estado como es la financiación de los municipios que actualmente prácticamente dependen de multas, tasas y el endeudamiento.

Por otra parte hay que señalar el ladrillazo como otra de las patas sobre la que se sustenta la corrupción. Estas grandes empresas al final siempre dependen de la concesión de las obras por parte de los gestores municipales, autonómicos o estatales. En el caso de los primeros muchas veces ante la falta de financiación se vieron lanzados al dinero que venían de las licencias, pero en ese contexto unido a la opacidad y la falta de control ciudadano se pueden dar fácilmente los casos de corrupción, sobre todo cuando los mismos partidos políticos se prolongan en las instituciones, porque al final el individuo electo es un hombre que depende de un organización que necesita financiarse y pueden hacerlo a cambio de ciertos favores cuando alcancen el poder.

Por lo tanto, no caigamos en el error de decir que esto es un problema de sinvergüenzas cuando lo cierto es que hemos construido un sistema sobre los cimientos de la corrupción.