Me niego a pensar que la
humanidad esté condenada a repetir los mismos errores una y otra vez, es tanto
como decir que no hay esperanza y, personalmente, todavía soy demasiado soñador
y me ilusiono (y desilusiono) con frecuencia.
Parece que cunde el pánico porque
movimientos y posiciones vinculadas al conservadurismo empiezan a coger fuerza
frente a la crisis y el proceso de globalización, recordando momentos pasados
de la historia y comparándolos muy alegremente con la realidad actual, como si
no hubiera cambiado nada el mundo…
No me llevo las manos a la cabeza
por la elección de Donald Trump, ni mucho menos digo están locos estos Yankees,
pero siendo un desconocedor completo de la realidad norteamericana y repudiando
parte de su cultura individualista, la cual Trump refleja muy bien, se veía
venir algo, quizás no con un proyecto electoral ganador, pero si como
movimiento de indignación y hartazgo. En USA la sociedad estaba cambiando y se
movía desde hace tiempo, como ha pasado en otros lugares del mundo, o en
nuestro país.
Durante las primarias demócratas
un amigo que estaba en el otro lado del charco, no precisamente en estados
costeros, me comentó que sí que notaba ilusión por Sanders, pero que si este
perdía dudaba mucho que Hillary fuera capaz de absorber ese voto y que incluso algunos
podrían votar a Trump porque es un voto de rechazo al sistema, es decir a todo
lo que representa Clinton. Habrá que ver si esto ha ocurrido, pero es probable
que se haya cumplido. Además Hillary, con su poca visión política, que no es
extraña para alguien que vive desde hace tiempo en las capas más altas de la
sociedad, ha sido incapaz de acercarse a Sanders y hacer gestos hacia él y su
electorado.
Muchas veces tendemos a mirar el
mundo de una forma muy simplista, y a homogeneizar a toda la sociedad de un
determinado lugar. Cuando la realidad es que vivimos en un mundo complejo con
un montón de colores (si alguien quiere pensar que todo es una mierda, pues con
una gran variedad de grises). Aun así, y sabiendo esto, y sin haber analizado
gran cosa voy a realizar una serie de reflexiones al respecto. Lo que es una
opinión de bar:
El Brexit, El auge de movimientos
populistas a ambos lados del espectro político o ahora la llegada de Trump...
tiene mucho que ver con el mundo que hemos creado, y con las consecuencias de
la crisis. La globalización, el libre comercio, las guerras… han generado
impactos negativos en las sociedades occidentales (también la globalización ha
generado cosas positivas, pero no voy a tratar eso ahora) tales como
precarización, aumento de la riqueza pero menor distribución de esta, cambios a
nuestro alrededor (a lo mejor donde antes estaba la tasca manolo ahora hay un
Kebab, o en el colegio al que van nuestros hijos hay una mayor diversidad o
nuestras ciudades se han convertido en ciudades grandes que no están diseñadas
para el bienestar de la gente común), incluso en algunos lugares altas tasa de
inmigración que puede producir, en un corto periodo de tiempo, un cambio muy
grande en la composición social de barrios, incluso miedo si se trata de
inmigración con una cultura que comprendemos poco como la islámica (como puede
suceder en Francia o en Inglaterra, en España la inmigración es más de corte
latinoamericano cuya cultura es más parecida a la nuestra y por ello hay menos
miedo y más integración al respecto).
Hay que ponerse en el lugar de la
persona que sufre esas penurias, que ve como acaba en paro, que ve como el
futuro de sus hijos empieza a ser muy negro, que ve como su barrio se
transforma en un corto periodo de tiempo… No podemos decir, que esta gente está
loca por no querer confiar en lo mismo de siempre, yo no me creo loco por
confiar en UNIDOS PODEMOS, y si en otros lugares han surgido movimientos
vinculados a la ultraderecha será que a la gente no se la ha dado una
alternativa electoral desde posiciones más progresistas como, de momento, está sucediendo
en España, y que tiene que ver con factores propios. Se trata, al final, en su conjunto, de movimientos populistas (entiéndase
como movimientos que apelan a la gente), que reclaman una soberanía nacional,
que rechazan la globalización en mayor o menor grado y que cuestionan unas
instituciones que ya no tienen crédito… algo que reclama la calle.
Nos equivocamos si entendemos
esto con la clásica, y aburrida, disputa izquierda-derecha. Estos proyectos son
proyectos que apelan a otras cosas, aunque tengan el mismo fondo, y que hablan
de problemas que surgen en el sistema y que indignan a los ciudadanos y de nada
sirve el viejo vocabulario político que no conseguía movilizar a nadie.
Nuevos tiempos, nuevas formas,
que no se le olvide a la izquierda o nos pasarán por la derecha.
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