miércoles, 9 de noviembre de 2016

Trump debería hacer pensar a la izquierda

Me niego a pensar que la humanidad esté condenada a repetir los mismos errores una y otra vez, es tanto como decir que no hay esperanza y, personalmente, todavía soy demasiado soñador y me ilusiono (y desilusiono) con frecuencia.

Parece que cunde el pánico porque movimientos y posiciones vinculadas al conservadurismo empiezan a coger fuerza frente a la crisis y el proceso de globalización, recordando momentos pasados de la historia y comparándolos muy alegremente con la realidad actual, como si no hubiera cambiado nada el mundo…

No me llevo las manos a la cabeza por la elección de Donald Trump, ni mucho menos digo están locos estos Yankees, pero siendo un desconocedor completo de la realidad norteamericana y repudiando parte de su cultura individualista, la cual Trump refleja muy bien, se veía venir algo, quizás no con un proyecto electoral ganador, pero si como movimiento de indignación y hartazgo. En USA la sociedad estaba cambiando y se movía desde hace tiempo, como ha pasado en otros lugares del mundo, o en nuestro país.

Durante las primarias demócratas un amigo que estaba en el otro lado del charco, no precisamente en estados costeros, me comentó que sí que notaba ilusión por Sanders, pero que si este perdía dudaba mucho que Hillary fuera capaz de absorber ese voto y que incluso algunos podrían votar a Trump porque es un voto de rechazo al sistema, es decir a todo lo que representa Clinton. Habrá que ver si esto ha ocurrido, pero es probable que se haya cumplido. Además Hillary, con su poca visión política, que no es extraña para alguien que vive desde hace tiempo en las capas más altas de la sociedad, ha sido incapaz de acercarse a Sanders y hacer gestos hacia él y su electorado.

Muchas veces tendemos a mirar el mundo de una forma muy simplista, y a homogeneizar a toda la sociedad de un determinado lugar. Cuando la realidad es que vivimos en un mundo complejo con un montón de colores (si alguien quiere pensar que todo es una mierda, pues con una gran variedad de grises). Aun así, y sabiendo esto, y sin haber analizado gran cosa voy a realizar una serie de reflexiones al respecto. Lo que es una opinión de bar:

El Brexit, El auge de movimientos populistas a ambos lados del espectro político o ahora la llegada de Trump... tiene mucho que ver con el mundo que hemos creado, y con las consecuencias de la crisis. La globalización, el libre comercio, las guerras… han generado impactos negativos en las sociedades occidentales (también la globalización ha generado cosas positivas, pero no voy a tratar eso ahora) tales como precarización, aumento de la riqueza pero menor distribución de esta, cambios a nuestro alrededor (a lo mejor donde antes estaba la tasca manolo ahora hay un Kebab, o en el colegio al que van nuestros hijos hay una mayor diversidad o nuestras ciudades se han convertido en ciudades grandes que no están diseñadas para el bienestar de la gente común), incluso en algunos lugares altas tasa de inmigración que puede producir, en un corto periodo de tiempo, un cambio muy grande en la composición social de barrios, incluso miedo si se trata de inmigración con una cultura que comprendemos poco como la islámica (como puede suceder en Francia o en Inglaterra, en España la inmigración es más de corte latinoamericano cuya cultura es más parecida a la nuestra y por ello hay menos miedo y más integración al respecto).

Hay que ponerse en el lugar de la persona que sufre esas penurias, que ve como acaba en paro, que ve como el futuro de sus hijos empieza a ser muy negro, que ve como su barrio se transforma en un corto periodo de tiempo… No podemos decir, que esta gente está loca por no querer confiar en lo mismo de siempre, yo no me creo loco por confiar en UNIDOS PODEMOS, y si en otros lugares han surgido movimientos vinculados a la ultraderecha será que a la gente no se la ha dado una alternativa electoral desde posiciones más progresistas como, de momento, está sucediendo en España, y que tiene que ver con factores propios. Se trata, al final, en su conjunto, de movimientos populistas (entiéndase como movimientos que apelan a la gente), que reclaman una soberanía nacional, que rechazan la globalización en mayor o menor grado y que cuestionan unas instituciones que ya no tienen crédito… algo que reclama la calle.

Nos equivocamos si entendemos esto con la clásica, y aburrida, disputa izquierda-derecha. Estos proyectos son proyectos que apelan a otras cosas, aunque tengan el mismo fondo, y que hablan de problemas que surgen en el sistema y que indignan a los ciudadanos y de nada sirve el viejo vocabulario político que no conseguía movilizar a nadie.


Nuevos tiempos, nuevas formas, que no se le olvide a la izquierda o nos pasarán por la derecha. 

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