lunes, 27 de noviembre de 2017

Feminismo, izquierda e igualdad

No suelo dar mi opinión cuando estoy en grupos donde hay gente que no conozco, como mucho digo palabras amables que no me vinculan a nada, supongo que por evitar tensiones innecesarias, al fin y al cabo me gusta debatir con quien me puede aportar visiones diferentes y hacer pensar.

En esas situaciones me dedico a observar, me gusta ver como se comporta la gente en grupo. Uno de los temas más comentados estos días ha sido la violación, supuesta pues todavía no hay sentencia, de una joven en los san fermines. Me he dado cuenta de que, aunque hay una condena bastante unánime, como no podía ser de otra forma, cuando se profundiza un poco más se empieza a matizar las cosas, empiezan los comentarios machistas incluso, ya en algún caso, a cosificar a la mujer.

Cuando observas estos comportamientos, bastante extendidos, te ratificas en que el machismo es un problema más grande del que pensamos, que en el extremo lleva a lo ocurrido en los san fermines pero que impregna todas las capas de la sociedad, se trata de valores negativos que se van transmitiendo de generación en generación. Creo que en cierto modo todos tenemos algo de machistas, yo me he llegado a obsesionar en buscar comportamientos míos que no tenía localizados (otros sí que los tengo), reconozco que a veces me los han tenido que echar en cara, lo que pasa, que, como en todo, solo le doy valor a la gente que me respeta a mí como persona. Además soy bastante comprensivo con quien los posee, suelo pensar, no es culpa suya es la sociedad que nos dice como debemos comportarnos.


Francamente no ha sido hasta hace relativamente poco cuando me he dado cuenta de que el feminismo debe ser una de las prioridades de la izquierda. Mi yo de 18 ni siquiera del de 24, hubiera dicho esto. Para mí la izquierda siempre ha sido la lucha por la igualdad, pero siempre pensé que lo mas importante era el derribo de las clases sociales, sin darme cuenta que todo está unido y que una cosa no se puede separar de la otra, algo que he aprendido hace relativamente poco tiempo. Nunca es tarde. La gente de izquierdas que desdeña el feminismo de la lucha, se olvida de un aparte fundamental porque jamás se podrá conseguir el objetivo de eliminar las desigualdades si se prescinde de la lucha contra la discriminación de genero.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

El cierre de la central de Velilla del Río Carrión, una contradicción para la izquierda

Hace unos días saltó la noticia a los medios de comunicación sobre el posible cierre de la central térmica de Velilla del Rio Carrión. Me he fijado en las reacciones, y una vez más me sorprende la falta de capacidad de análisis, de sensibilidad y de autocrítica.

Falta de autocrítica porque, como siempre ocurre, lo ocurrido es consecuencia de una serie de toma de decisiones, o ausencia de estas, en el pasado. En nuestro país ha habido ayudas para todo, desde el propio estado, pero sobre todo desde la Unión Europea, dónde se ha nos ha vendido que la lucha por la igualdad de los habitantes de todo el territorio solo puede conseguirse a través de los fondos de cohesión, algo que en la práctica se ha visto como algo no cierto, posiblemente porque no se han aplicado correctamente, pero también porque el mercado y las políticas de cuotas han asfixiado el modelo productivo de muchas zonas.

En las zonas mineras ha habido un problema, el carbón no es rentable por diversas circunstancias: es más barato en otras zonas europeas, hay nuevas formas de energía… Pero todo el desarrollo de esas zonas estaba vinculado a la extracción y utilización de este. ¿Qué hacer? La idea era buena, es decir, la lluvia de recursos económicos para subvencionar el sector e ir diversificando el modelo productivo. Pero en la práctica ha sido un desastre, la inversión no ha ido destinada a la construcción de una alternativa laboral y económica. ¿Quién es el culpable? Las administraciones autonómicas y locales no han utilizado ese dinero para dinamizar la zona, pero a la vez los ciudadanos han vuelto la mirada a sus pueblos y lo han invertido en las ciudades. En el futuro se debería empezar a buscar otro modelo de inversión desde el estado, porque este no funciona.

Personalmente creo que es importante, en la izquierda y en la derecha, analizar los hechos que nos llevan hasta el momento actual, porque las cosas no ocurren por generación espontánea, y una vez más, ha faltado el relato.

Por otra parte, me asusta la superioridad moral de una importante parte de la izquierda urbana.  Reconozco que siempre me he movido en una constante contradicción en este aspecto, desde pequeño me han hablado de las luchas obreras, dónde los mineros despertaban especial interés para mí, pero a la vez, hay que tener en cuenta que el futuro pasa por las energías renovables, y que conceptos como ecología, pacifismo y feminismo (aunque en algunos casos estoy en contra de la forma que se tiene de conseguir los objetivos) forman parte de la izquierda del siglo XXI. Ahora bien, para mí no es muy difícil pensar que para mantener vivos determinados espacios, y luchar contra el vaciamiento demográfico, es necesario promover perspectivas laborales y que se pueden cerrar fábricas sin dar alternativas porque obligas a la gente a emigrar. Pues bien, creo que hay un sector importante de la izquierda urbana que actúa mal, que aplaude con las orejas el cierre de una central, que si bien hace tiempo tenía que haber sido sustituida por otras alternativas para la zona, va a destruir las perspectivas laborales de un espacio muy castigado por el mal hacer de las administraciones. Un giro de tuerka más hacia la irreversibilidad del problema de la despoblación en estos espacios.  Pero claro, desde la ciudad siempre se ha tenido una moralidad superior y se pueden permitir decir lo que le conviene a cada uno sin preguntar.

 Lo lógico es, cambiar el modelo productivo, pero mientras tanto mantener la central abierta. Hay mundo más allá de la ciudad, aunque no nos guste afrontar de forma consecuente sus problemas.


lunes, 6 de noviembre de 2017

Ilusión perdida

“Ibamos a dar el sorpasso y al final nos han dado un sopapo” Así sentenció una amigo mío el día de las últimas elecciones generales, mientras seguíamos el escrutinio en un bar, tomando una cerveza después de una jornada dónde nos creíamos que algo “gordo” podía ocurrir. Por primera vez la izquierda había actuado como la derecha, apartando las diferencias y acudiendo conjunta a una cita electoral. Por ello muchos nos habíamos comido principios, aceptado cosas que en otros momentos no aceptaríamos, incluso involucrándonos en campañas y proyectos electorales (no hablo solo de las generales). En la puerta se encontraban personas más mayores como ajenas al sentimiento de decepción que un servidor tenía, quizás porque ellos ya habían vivido muchas derrotas de la izquierda aunque tuvieran sabor a victoria. Por mi parte, lo más grande que yo había vivido eran 11 diputados de IU que valían para poco y que si me pilla unos años más adelante me hubiera comido el voto, y las maravillosas historias de mi padre señalando que la izquierda una vez tuvo 21, despertando así mi interés por la figura de Anguita. Ese día no solo perdió la izquierda, se apagó la ilusión, le política dejó de ser menos atractiva y volvimos a la estrategia de resistencia.

Toda esta conclusión, que no se si será coyuntural, viene de la mano de todo lo que estoy viendo relativo a Cataluña, pero es un proceso que arrastro de muy atrás. Aunque, personalmente pienso que toda esa frescura que me enamoró de PODEMOS se ha ido perdiendo y el último episodio es un debate identitario que me aburre y que no me aporta nada ni me ilusiona.

Pablo Iglesias ha pasado de ser ese tipo con coleta que hablaba para todos en las televisiones a ser una persona que ha adoptado el discurso y las formas de una izquierda “perdedora” y lo peor de todo es que con tanto cambio de estrategia, dudo que ya tenga credibilidad si lo cambia. Ese discurso valiente y desafiante, que convenció en el pasado, se ha convertido en un discurso previsible y cobarde que ya he escuchado y visto fracasar un montón de veces. La estructura de partido, las formas, la retórica... todo eso ya es pasado. Es más, incluso se han vuelto torpes delante de las cámaras, que era una cosa que antes se les daba muy bien.


Da la sensación de que el próximo ciclo electoral va a ser una ola de decepciones, yo, por si acaso, en esta próxima etapa ya he decidido no comerme más principios, que me pegué un empacho y me he indigestado. Al fin y al cabo, ya no me pueden prometer el cielo y considero que principios es de las pocas cosas buenas que tengo, me tengo esa estima y me jodió mucho obviarles por "una causa mayor".

viernes, 3 de noviembre de 2017

Paco Frutos y la falta de crítica al independentismo

Los partidos de izquierda tienen un debate pendiente sobre el nacionalismo, quizás, este se ha enterrado por el periodo de “excepcionalidad” que vive Cataluña y por las puertas que esto podría abrir para el cambio político, que no ruptura, como algunos sueñan como más deseo que análisis de la realidad.

Pero, para pesadilla de algunos, este debate ha llegado al panorama mediático, de la mano de un viejo comunista ya denostado por muchos. El discurso que Paco Frutos pronunció en la manifestación contra la independencia que tuvo lugar en Barcelona ha escocido bastante a los cabecillas de Unidos Podemos, que tiene más de “jaula de grillos” que de “unión”, y le ha valido críticas de sus compañero de trinchera.

El que fuera secretario general del PCE se equivocó de lugar dónde pronunciar esa “autocritica”, pero no se equivocó en el contenido, porque tiene derecho a expresar una opinión para nada antagónica con postulados progresistas. De hecho, a través de sus palabras está representada una parte de esa “vieja izquierda” que progresivamente se está apartando para ir dando paso a la “nueva política” y que no entiende la falta de crítica a posturas nacionalistas, que no comparten, ni a la antigua convergencia que durante años ha sido una de las patas en las que se han sustentado las políticas de agresión a los servicios públicos, a los derechos sociales y la conformación de redes clientelares en contra de los ciudadanos. Parece que no tenemos memoria, pero no hace tanto, CiU era la elección preferencial del PP y del PSOE para sacar adelante investiduras y presupuestos desplazando así la política española hacia la derecha y aislando a los partidos de la izquierda parlamentaria. Creo, por lo tanto, que, quienes han vivido esa etapa tienen derecho a tener todos los recelos del mundo.


Posiblemente, por todo esto que estoy señalando me llueva alguna crítica por entender que me posiciono con posturas algo centralistas, pero para nada, solo estoy pidiendo comprensión para aquella gente de izquierdas que no se sienten representados ene ste debate sobre la identidad. Además, asisto con recelo a una especide de falta de reflexión en determinados postulados que me asusta, cuando una de las cosas más atractivas que tiene la izquierda es esa capacidad de autocrítica constante. 

Quizás Paco Frutos no debió hablar en un foro dónde frente al independentismo se situaba una defensa de la unidad de España algo “cañí”, pero no se debería cercenar el debate y dar nada por hecho en lo que respecta a la izquierda y el nacionalismo.