miércoles, 3 de mayo de 2017

Lo alternativa no es lo menos malo

Puede que este post que voy a escribir pueda parecer indignante para algunos, incluso ofensivo. No me voy a cortar un pelo:

Durante las últimas semanas gran parte de los focos mediáticos están puestos en las elecciones francesas. Desgraciadamente a la segunda vuelta han pasado Emmanuel Macron y Marie Le Pen. Es decir, dos candidatos poco identificables con posturas progresistas. Se podría decir que uno es más de lo mismo y la otra una xenofoba que no engaña a nadie.

Una vez más, en vez del análisis de por qué del crecimiento electoral de Le Pen (parece que a nadie le importa el crecimiento de un partidario de una mayor mundialización de la economía y pérdida de poder democrático de los estados), la comidilla es que “La Francia Insumisa” hace una consulta a sus bases donde se el resultado es muy diverso pero con una mayoría de votar nulo. ¡A mí me parece lo más correcto!

Seguimos teniendo la idea de que la disputa es izquierda-derecha, y aunque así sea, no es la única. La crisis económica ha puesto de manifiesto otros ejes que se entrelazan y con los que hay que jugar: lo viejo-lo nuevo, soberanía económica-globalización, europeísmo-antieuropeismo, oligarquía- pueblo, sistema-antisistema... Si analizamos con cada uno de esos parámetros a Le Pen-Macron, nos encontrariamos (por lo menos en el discurso) con muchas sorpresas. ¿Cómo se le puede pedir a gente de izquierdas que vote a favor de Macron y contra Le Pen cuando obviamente el primero también es antagónico?

El hecho de seguir interpretando el mundo en el eje izquierda-derecha, es de una clara falta de amplitud de miras y cierto egoísmo. Digo egoísmo porque es muy fácil vivir con un buen sueldo en un buen barrio y mantener el discurso de izquierda tradicional, mientras se critica a quienes están en paro, perdiendo sus casas, o en barrios degradados o que debido a la inmigración han cambiado su fisionomía y su día a día de forma sustancial... Hay gente que se puede permitir que todo siga igual, y otra que no, y si no se les da esperanzas por la izquierda lo buscarán en otro lado. Además, seamos serios, la izquierda, y eso me sorprende, tiene una falta de autocrítica que será nuestra perdición.

Enlazando esto con España recuerdo que durante mucho tiempo se acuñó aquel lema del “voto útil”. Dado que la izquierda iba a ser incapaz de ser alternativa había que votar al PSOE. También se ejercía una presión brutal con izquierda unida para que diera gobierno a los socialistas cuando obviamente en su programa tenían más diferencias que coincidencia, por lo menos en lo económico (lo cual a su vez tiene reflejo en lo social). Y respecto a esto, cuando tuve uso de razón siempre fuí partidario de la “teoría de las dos orillas” (osea PSOE y PP la misma mierda es y por la izquierda estaba IU, a pesar de que por aquel entonces ya no la prácticaba).

El problema de todo esto es que el mundo ha cambiado y también las formas de hacer política, como bien ha entendido Melenchon, y en España como bien ha entendido PODEMOS (por lo menos el de antes de las elecciones de Junio, y como he escuchado a muchos que apostamos por iglesias “al final Errejón tenía más razón de la que pensábamos”). La gente en nuestro país no se siente identificada, de forma mayoritaria, por el discurso de clase, es más muchos lo repudian, pero en cambio si se siente identificado como “pueblo”, y de esto se dió cuenta PODEMOS, como se dio cuenta de que la izquierda del siglo XXI tiene que regresar a la defensa del estado nación y el proteccionismo para recuperar la soberanía.


Y otra cosa que parecerá una gilipollez, pero no es lo mismo que te hable un Llamazares (que atufa a castuza) que te hable un Pablo Iglesias o incluso un Garzón, y eso que yo cada vez me fío menos de la gente, pero oye... no es lo mismo.

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