Las elecciones andaluzas
han sido un verdadero terremoto político, dónde lo más llamativo
ha sido la entrada de VOX en el parlamento. Se trata de que un
partido, ubicado más a la derecha del PP se institucionaliza.
Desde ciertos sectores de
la izquierda no se ha querido ver que hay una parte de los
españoles que se siente identificado con muchos de los principios de
VOX, y que la deriva mediática del último año (y más) está
haciendo que se movilicen. Hay una parte de España que cree en el
centralismo, y que se moviliza cada vez que Cataluña “ruge”, que
no ve con buenos ojos la inmigración, y que en algunos casos la
sufre (porque aunque es necesaria para el rejuvenecimiento de la
sociedad española, una inmigración mal gestionada genera impactos
negativos), que cree que con la muerte del dictador se cerró una
etapa, que tiene firmes valores conservadores que siente amenazados
ante el despertar “feminista”, o la lucha de los derechos LGTBI y
que siente amenazadas actividades que les gustan como la caza, la
tauromaquia o la pesca. Se podría decir, que, en general no ve con
buenos ojos la España diversa y la pluralidad.
Esa España existe, ha
existido siempre, posiblemente antes se decantaba, y en parte se
sigue decantando, por partidos mayoritarios que abarcaban un gran
abanico dentro del espectro ideológico. Pero ahora tanto la
izquierda como la derecha se han fragmentado y hay más variedad
dónde elegir. Los motivos que haya para tener simpatía por VOX pueden
ser muy variados, a mi parecer. No todo el mundo compartirá todos, y
desde luego no creo que la mayor parte de esta gente que pueda tener
cierta “conexión” con VOX sea un fascista. Yo analizo gente
cercana a mí a los que les pueda llamar la atención este partido en
un momento dado, y me cuesta verlos como “camisas negras”. Quizás
por eso no entiendo el discurso de Pablo Iglesias, llamando a hacer
un frente antifascista. Mas aún cuando si analizamos los datos ¿Cuál
ha sido el voto total de gente que se ha decidido por VOX? Un 10% de
la gente que ha votado, con un 41% de abstención, sin duda es una
subida notoria respecto a elecciones anteriores, pero hay que tenerlo
en cuenta, como hay que tener en cuenta, e Iglesias no lo tuvo, ese
retroceso de votos de la izquierda que se fueron a la abstención y
que permitieron, que al votar menos gente, VOX tuviera más opciones.
Pero ¿para qué hacer autocrítica? Parece que prefiere polarizar el
panorama político para dar alas a lo que quiere combatir.
Hay que darse cuenta, por
lo tanto, que en España hay un partido más con unos votantes que ya
estaban ahí. Que representa una desafección por lo que ya había,
como en su momento lo representó PODEMOS (y sigue representándolo),
pero que al contrario que hace 4 años, cuando entró el partido de
los círculos en juego, hoy, en la agenda mediática no manda la
problemática social derivada de las consecuencias de la crisis, que
podía beneficiar a la izquierda, sino la confrontación identitaria
entre la España centralista y la Cataluña independentista dirivada
de unas posiciones irresponsables entre el nacionalismo catalán y la
derecha española, dónde ambos se han subido atrapando a la
izquierda estatal, que se ha visto con el "pie cambiado"
Es interesante, además,
ver la geografía del voto para poder analizar su distribución, y darnos
cuenta de que la inmigración también ha sido importante en algunos núcleos. Es
cierto, que como ahora mismo en España no es porcentualmente muy
alta, independientemente de la percepción, no representa un gran
motivo de alimento en votos para VOX salvo en aquellos lugares dónde
si que es más significativa. Y personalmente no hay que olvidar,
desde la izquierda, esta perspectiva, porque la inmigración deberá
estar, necesariamente, presente en nuestro país. No solo por todos
los conflictos internacionales y la pobreza del tercer mundo, sino
por necesidad propia de rejuvenecimiento de nuestra pirámide
demográfica.
Seguramente han entrado en juego los avances
en igualdad social, es decir la equiparación de derechos de las
minorías o más concretamente las manifestaciones que generan,
haciendo que en un sistema desigual haya gente que al avanzar en
igualdad crean ver amenazado su status. Desde luego, estos
avances no deben parar, pero si que es conveniente que los
repensemos. Porque al final en muchos de estos movimientos como el
colectivo LGTBI o las luchas feministas, la derecha clásica o
liberal ha encontrado cierto acomodo y los utilizado para
promocionarse, mientras que, probablemente, ahora, no van a tener
ningún problema en pactar con quienes están en contra de las
manifestaciones y políticas que han conllevado estos avances.
Posiblemente porque en estas la izquierda no ha incidido lo
suficiente en que estos reclamos están unidos a la tradicional lucha
de desigualdad social generada por el sistema y no se ha reivindicado
lo suficiente una memoria colectiva al respecto.
Estas son algunas
reflexiones que me he hecho durante el día de hoy, alimentadas por
percepciones que llevo teniendo mucho tiempo, y que muchas veces ni
escribo ni digo, porque no se me llame o machista o racista o cenizo,
pero bueno, hoy me he lanzado después de escuchar discursos
alarmistas, o pesimistas o todo lo contrario, esperanzados.