martes, 27 de junio de 2017

El monte ardiendo, la mentalidad y la falta de ideas

Todo el debate sobre los incendios me ha hecho pensar en lo que hay detrás de estos. No sé si el incendio de Doñana es provocado, como no sé si lo es el de Portugal... Tampoco voy a opinar si esto es cosas del cambio climático como he escuchado por ahí, vale que mis posiciones sobre este tema sean algo diferentes a lo que marcan los cánones de la izquierda (tampoco mucho, digamos que matizables), pero no me parece que el hecho de que haga calor en verano sea la causa de que año tras año surjan fuegos aquí y allá.

Para mí la causa de esto es la mentalidad imperante en nuestro país, el modelo de desarrollo que tuvimos (y con el que seguimos actuando) y nuestra falta de ideas e imaginación.

Me explico, la mentalidad que nos han inculcado es una mentalidad “economicista” dónde el resultado de si algo es positivo o negativo se basa en la cantidad de dinero que ha generado. Esto influye en una falta de ética brutal pues todo vale para ello, de ahí que nos dotáramos de un modelo de desarrollo vinculado a la construcción salvaje en cualquier lugar, y si había reestricciones pues había que saltáreselas o “prenderlas fuego” . Un modelo que se basaba en el crecimiento constante de la economía no en la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos, lo que generaba unos impactos brutales en el territorio de los que a día de hoy tenemos varias cicatrices a lo largo de toda la península.

Y esto nos lleva también a la falta de imaginación. Pues preferimos unos edificios a una dehesa, a un pinar o a un cerro destartalado. Primero porque el hecho de ver algo urbanizado nos da la idea de desarrollo, de evolución, algo urbanita y consumista. Segundo porque, mientras se construyen los edificios se palia el paro, que ya empieza a ser estructural, y ese discurso es muy fuerte. Y Tercero, porque no alcanzamos a ver las posibilidades de los paisajes “no urbanizados” (aunque si humanizados), que son fuente de riqueza, pero por alguna razón (posiblemente vinculada a nuestro despego a la cultura y tradiciones de nuestro entorno) no alcanzamos a ver.

Es por ello, que quizás, cuando hablamos de desarrollo rural el discurso suena algo vacío, porque somos incapaces de pensar desde otra perspectiva que no sea el crecimiento y el consumismo. Aunque si que parece que, en la actualidad, la alarma demográfica ha permitido poner a la población delante de la economía, y eso es un avance, porque ya los parámetros no serán exclusivamente monetarios (pero veremos como se desarrolla todo). Y es que, estos parámetros nos han llevado a la situación actual, no es posible pensar que con ellos encima de la mesa podamos revertirla. De hecho, a día de hoy todo aquello vinculado con el desarrollo tiene que ver con la “urbanización” de los espacios (aplicando los mismos parámetros urbanos, que no por ello han sido útiles, a zonas “no urbanas”), algo que no ha funcionado, a la vista está. Además, ese triunfo del economicisco, ha generado, a la vez, una desvinculación con la riqueza patrimonial y la herencia histórica debido a la homogenización de la mentalidad con lo urbano. Pero lo cierto es, que ya hay varios ejemplos, que frente al triunfo del “crecimiento sostenido” sobre cualquier cosa (con los impactos ya conocidos) la recuperación de la riqueza cultural, patrimonial o artesanal es la forma más eficaz para la rehabilitación de espacios. Es por ello, que esos paisajes “no urbanizados” resultado de un impacto humano vinculado a los viejos oficios, pueden llegar a ser fuente de riqueza si conseguimos recuperar, y adaptar a los nuevos tiempos, lo que fue útil en el pasado. Pues cuenta con la garantía de un valor añadido de calidad y una marca de distinción.


Yo no sé lo que pasará en el futuro, pero visto lo visto, si que puedo augurar, que el problema de muchos de los males que tenemos son resultado de la “filosofía” que impera en nuestra sociedad, y que el hecho de que el monte arda está muy vinculado a la falta de imaginación en el medio rural.  

lunes, 26 de junio de 2017

Pero que buenos son...

¡Dios! Que buenos son. Es imposible no felicitarse por lo bien que los sistemas son capaces de neutralizar causas que les pueden ser molestas. La verdad es que me fascina: algunas las absorben, otras las ridiculizan y otras sencillamente se van disipando.

Durante un tiempo, desde el 15M hasta el último ciclo electoral pensaba que las altas esferas del estado tenían un balance negativo en lo qua a aciertos se refiere, pero el tiempo me hace pensar que no, que saben perfectamente lo que hacen, y los movimientos contestatarios también les dan muchas facilidades.

Personalmente siempre he visto la fiesta del orgullo gay como un carnaval, es así, y lo sigo viendo, tengo conocidos que asisten solo por pasárselo bien, ya ves… todo muy crítico, no me extraña que al PP le salgan “palomos cojos” hasta de debajo de las piedras.

Pero bueno, es que el sistema es muy bueno en lo suyo. Fijaros que ha pasado en Francia con la indignación, como ha sido perfectamente canalizada por Macrón, o el papel de Ciudadanos en España, o lo que hicieron con la imagen del Ché. La pena es que con el 15M y el surgimiento de PODEMOS en España anduvo un poco perdido, pero ya se ha encontrado, ya lo tienen todo encarrilado. En ese aspecto, tarde o temprano, la izquierda (ya no quieren ser el “cambio”, volvemos a los ejes tradicionales, que error) volverá a ser ese conjunto de grupos con cierta presencia en la calle incapaces de cambiar nada por su “residualidad” parlamentaria.


Pero bueno, lo que decía… Joder, es que son muy buenos, y nosotros caemos en los mismos errores constantemente.

viernes, 23 de junio de 2017

Mi noche de San Juan

Reconozco que hay cosas que ya no me dicen nada, o que, no las disfruto como antes. Hoy se celebra la noche de San Juan, una noche que durante años fue muy especial. Guardo grandes recuerdos de esta, salvando una vez que cayó el diluvio universal, pero por lo general todos esos recuerdos están acompañados de cierta temperatura veraniega.

La primera vez que disfruté de esta fiesta fue precisamente en Tordesillas, en la playa (sí, también aquí tenemos playa, por motivos geomorfológicos que hacen que no tengamos que traer arena de ninguna parte, y que desde luego es un lugar para disfrutar en el verano) debía tener 16 años y unos amigos y yo hicimos un pequeño botellón y disfrutamos de la hoguera y de la tranquilidad que había entre murmullos de mesas de terraza y gente sentada en el suelo.

Posteriormente, esas ganas adolescentes de salir del pueblo, nos llevaron a Valladolid, dónde año tras año disfruté, ya fuera con los amigos de toda la vida o con nuevas amistades. Hacías la compra te sentabas donde podías y bebías mientras te echabas unas risas, algún año acababas desfasado o con más tasa de alcohol de la deseable (pero no lo voy a contar), sobre todo si coincidía que habías acabado los exámenes. El caso es que San Juan era eso para mí: los amigos, las risas, el fin de curso, el despedirse de gente que te había acompañado todo el año y ya veríamos después de verano.. Otros la disfrutaban de otra forma, para gustos los colores, de hecho yo no conocí la parte más reivindicativa de San Juan hasta hace 3 años, tiene otro encanto pero dudo que llegue a idealizarlo, al fin y al cabo cuando vas ganando años vas perdiendo la capacidad de idealización o de hacer un relato romántico de todo (aún así siempre me resignaré a perder eso).

El caso es que, sabiendo que voy a ir a la celebración de Valladolid, dado que ya lo he acordado con gente. Echando la vista atrás, y repasando esos buenos momentos de desfase, echo de menos la tranquilidad de aquella primera fiesta en la playa de Tordesillas: las charlas (posiblemente inverosímiles) con mis amigos, la cervezas medioescondido, la ilusión de disfrutar algo nuevo...


No quiero jaleo, no quiero bullicio, no quiero conciertos... quiero, la sencillez

domingo, 18 de junio de 2017

Plurinacionalidad, un concepto necesario en la izquierda

Desde que surgiera PODEMOS se ha puesto encima de la mesa el debate sobre la plurinacionalidad del estado. No es un tema tema trivial, pues en la sociedad española ya no está en cuestión el cambio de un gobierno por otro, sino el cambio, o apertura, de todo entramado del estado. Al fin y al cabo somos muchos los que no vivimos la transición aunque la hayamos estudiado y entendamos las dificultades del momento.

Debo reconocer que no creo en los nacionalismos, de hecho me preocupan cuando se producen el choque entre unos y otros por sus consecuencias. Soy de los que piensa que no hay un sitio mejor que otro y que uno se siente ligado a un lugar porque ahí tiene “su gente”, sus recuerdos, su vida… y que las divisiones son de clase, no por dónde se nace. Dicho de otra forma, hay veces que pienso “que pena de revolución Jacobina debió haber tenido lugar en España” (aunque enseguida me arrepiento).

Pero la realidad es la que es, y lo cierto es que nuestro estado está configurado por un montón de identidades, sea como fuera eso hay que tenerlo en cuenta (algo parecido me pasa con la religión, dónde por convicción sería laicista, pero por practicidad soy aconfesional). Hay territorios que están muy vinculados a una identidad concreta, otros que empieza a surgir ahora (quizás por una política regionalista que se ha ido de las manos) y otros que se asocian con la idea de la España más rancia, quizás porque el “españolismo” ha utilizado sus símbolos. Pero lo cierto es que hay varias identidades nacionales y que el hecho de que muchas hayan desarrollado una fuerza capaz de negociar o confrontar con las estructuras constitucionales hace que debamos plantearnos si hay que abrir la caja de los truenos.

Si que voy a reconocer a los nacionalismos 3 cosas:

1-     En los momentos en que la izquierda en nuestro país ha estado más perdida, el refugio en el discurso identitario ha permitido mantener ciertas cuotas de relevancia.

2-     Que es evidente, que cuando ha llegado la reacción desde la izquierda a la crisis económica y a la globalización, ese discurso que apela a los valores de cada territorio y a la soberanía de estos se hace cada vez más efectivo.

3-     En la crisis de nuestro país, el envite del nacionalismo catalán puede abrir grieta por dónde se cuelen movimientos como PODEMOS, pues es imposible que los viejos partidos tengan la valentía de afrontar ese problema de una forma que no sea la de apelar constantemente a la unidad del estado.
Es cierto, que el PSOE reconoce la plurinacionalidad de España, ¿pero puede articular un discurso y unas políticas que la garanticen? Si queremos un estado plurinacional hay que reconocer la soberanía de cada uno de los pueblos que forman parte del estado y dejarles elegir su camino. Cosa, que el PSOE no tiene capacidad de hacer sin romperse, se ha acabado ya la etapa aquella de reconocer la diferenciación de determinados territorios a golpe de “dinero”.


Claro, también surge la pregunta de ¿Qué pueblos forman el estado español? Ahí ya habría mucho debate, porque la izquierda puede caer en el buenísimo y abrir un abanico que no es tal…

domingo, 11 de junio de 2017

Periodismo o Prostitución

La prostitución es ese acto tan denigrante en el que una persona vende su cuerpo a cambio de dinero. Pues bien hay veces que al leer determinados periódicos la única palabra con que puedo definir lo que observo es esta, porque me parece denigrante que pague a gente por hacer esa basura.

Soy consciente de quienes financian los medios de comunicación, no soy nuevo, pero que eso implique la confusión del lector me parece bochornoso. A mí me parece muy bien que tengan la línea editorial que quieran, cada uno es muy libre de saber a quién le debe algo, pero que no intenten confundir.

Todo lo escrito hasta ahora viene a colación de una noticia sobre Tordesillas de la que se ha hecho eco un “panfleto” regional, quizás el más leído en mi municipio. El caso es que el Ayuntamiento ha tenido que pedir un crédito para pagar 30.000 euros a un trabajador que se jubiló por invalidez más 3000 de demora. Todo esto en el mes de julio del año 2017 cuando el trabajador lleva jubilado desde el 2014. El consistorio tiene que pedir dicho crédito, porque (aparte de que está recogido en convenio este derecho, solo faltaba) se contrató mal la póliza del seguro, y claro, ni Ayuntamiento ni seguro querían pagar, por lo que han obligado al trabajador a ir a los tribunales para cobrar (menos mal que estaba sindicado) y encima cuando el tribunal obliga al Ayuntamiento a pagar, no solo no lo hace, sino que el trabajador debe volver a ir al juicio para que el tribunal dé el ultimátum (por supuesto después de esto el Ayuntamiento aparte de los 30.000 euros de indemnización tiene que pagar costas y 3000 euros de demora).

Bueno, pues lo rocambolesco de esta situación es que, si uno lee dicho periódico regional, el alcalde de mi pueblo queda como Marcelino Camacho defendiendo al trabajador, cuando lo cierto es que ha estado más cerca de Henry Ford.


Entiendo que muchos municipios pagan dinero para “que se hable de su pueblo (o bien del alcalde no lo sabemos)”, que se contratan autónomos para hacer noticias, que se nutren más de notas de prensa enviadas por partidos o administraciones sin contrastar lo que ahí pone… Pero, es que estos “errores” (y lo pongo entre comillas por qué no estoy seguro de que no sean a propósito) son insultantes y llevan a los lectores a equívoco. Pero oye, esos periodistas trabajan en lo que quieren, aunque les obliguen a comerse sus principios.