miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿izquierda nacionalista?

No hay quien pueda negar que somos esclavos de nuestra historia, para lo bueno, y desgraciadamente para lo malo. Treinta años de ideología nacional católica ha calado, y de qué forma, sobre la mentalidad de las personas, y han conseguido que se asocie el nacionalismo español con el fascismo, con lo reaccionario, con la extrema derecha. En contraposición con el nacionalismo periférico, que debido a su combate frente al régimen, se ha convertido, equivocadamente para muchas personas, en lo progresista, en algo que busca el cambio, cuando la verdadera realidad, es que este “ismo” es malo, para los trabajadores, en cualquiera de sus manifestaciones.

La izquierda, por firmes razones ideológicas, ha sido, es y será antinacionalista, porque el nacionalismo jamás dejará de ser un pensamiento conservador, imperial y muchas veces expansionista, buscando mover “sus” fronteras anexionando, pero por el contrario se revela contra la ocupación “infiel”, necesita del conflicto permanente para su supervivencia, pues lejos de esto no encuentra razón de ser. No deja de ser una religión donde se sustituye a Dios por la nación. Se trata de una teoría que atenta contra los principios de la diversidad cultural, básicos para la prosperidad de la sociedad, ya que busca la homogeneización de la cultura, bajo sus “ideas”, aplicando para ello la imposición, y obviando otras adquiridas ya por la sociedad , que pueden ser, incluso, cotidianas, intentando establecer un modelo identitario único. Para ellos, puede haber pluralidad entre naciones, pero dentro de una es imposible, pues puede destruir la “nación”.

A esto hay que añadir, lo que a mi juicio, es el principal punto de desencuentro entre izquierda y nacionalismo, que es la prioridad. Los afines a esta doctrina anteponen, por encima del objetivo izquierdista de justicia social, sus preferencias nacionales.

En definitiva, un individuo puede tener arraigo a un lugar, cierto sentimiento de complicidad hacia el lugar donde vive, pero eso no significa que quiera luchar, ante todo, por un estado basado en la estratificación social. No se trata de sustituir, al empresario “no nacional”, por empresarios “nacionales”, ni siquiera se trata de luchar, por los derechos de los trabajadores de un determinado territorio. La caída de los muros que separan las clases sociales, solo se pueden conseguir con la unidad de las clases populares de todo el mundo, independientemente de su procedencia.

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