lunes, 9 de mayo de 2016

Transporte y Medio Rural: Un tema pendiente

No es la primera vez, ni será la última, que tengo conversaciones con amigos sobre movilidad. Normalmente nos centramos en las ciudades, y concretamente en Valladolid por ser la que todos conocemos, y sobre todo en el uso de la bicicleta, pero hoy, no sé por qué, hemos acabado hablando del uso del transporte público en la provincia, concretamente en el medio rural.

Por cierto, dicho sea de paso, estoy harto de que haya gente que achaque “rural” a todo lo que no es urbano, me parece una división simplista realizada por alguien en una oficina de la torre más alta de Madrid. Lo digo, porque, yo, que soy de Tordesillas soy consciente de que el dinamismo de mi municipio (económico, social o demográfico) poco tiene que ver con municipios vecinos aunque esté claro que no somos una ciudad.

Pero volviendo al tema que estaba tratando, como me dijo una vez un amigo en tono jocoso “no podéis pretender tener un buen sistema de transporte en el medio rural cuando la red de carreteras está pensada para llevar a la gente de esas zonas al mundo urbano”. Joder, si lo pienso tenía más razón que un santo, aunque esa reflexión fuera fruto de algunas copas de más. Miremos el mapa, el modelo radial de carreteras no puede ser más claro ya que conecta todas las ciudades de España con “papi” Madrid, aunque se haya avanzado mucho en revertir esa situación. Mucho más acentuado si hablamos del tren.

También a menor escala se cumple esto, pues, se ha tratado de conectar los pueblos con la ciudad, con su capital, no de cohesionar el medio rural. Puedo entender que el dinamismo del mundo urbano y las fluctuaciones por carretera justifiquen esta acción, ya que económicamente es lo lógico, pero ¿y socialmente?.

Hay que entender que los municipios del medio rural tienen conexiones entre ellos, de familia o de amistades, o incluso de abastecimiento de servicios. Es decir, que desde un punto de “purismo” social, sería lógico que existiera un transporte inter-rural. Alguno se echaría las manos a la cabeza pues dada la forma de poblamiento de Castilla Y León la inversión en este sentido debería ser demasiado alta, supongo que es cuestión de prioridades.

Por supuesto, no hay que negar que sí que existe una conexión de transporte entre pueblos y centros comarcales, pero esta conexión es muy ineficaz, dando servicio a horas en las que no es necesario, incluso cara para la empresa concesionaria lo que hace que tenga que subir billetes o directamente cerrar la línea.

Es decir, como modalidad de transporte, se nos presenta el uso casi exclusivo del coche, con lo que ello supone:

  •  Inaccesibilidad para la mayor parte de la población: Siendo el medio rural una zona especialmente envejecida, muchos de sus individuos no usan el coche (por no haber necesitado nunca carnet o por edad), dependiendo de familiares o de esa proximidad y cercanía entre vecinos para sus desplazamientos.
  • Un hándicap para la juventud: La adolescencia es una etapa en la que necesitamos fuertemente relacionarnos con nuestros iguales, la escasa juventud del mundo rural no posee carnet de conducir y dependen de familiares en sus desplazamientos. Pero además, el hecho de desconocer el transporte público, hará más difícil un uso en la madurez.
  •  La fijación del modelo de transporte privado: un modelo mediambientalmente muy agresivo y económicamente poco rentable para el bolsillo.
  •   Un punto a favor del “éxodo rural”: La necesidad de cercanía a determinados servicios y la ausencia de transporte obliga a gente a tener que emigrar.


La solución a este problema no es sencilla, y desde luego no se puede tratar como algo sectorial, es una ficha más en lo que sería un proceso de reordenación de servicios. Lo que si tengo claro es que la solución pasa por un cambio de prioridades, donde desde las administraciones haya mayor sensibilidad hacia los espacios rurales, siendo incluso conveniente, un proceso de “discriminación positiva”, en la adjudicación de recursos, dado que existe una clara disparidad en el acceso a servicios (y derechos) entre pueblos y ciudades. Mal vamos si queremos solucionar el problema haciendo que los recursos destinados a los municipios más pequeños se vayan al periurbano de las ciudades, donde lógicamente, por mero dinamismo, se ha concentrado la mayor parte de la población.



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