Todos esos valores que
representa la izquierda, más allá de la lucha de clases, como son
el feminismo o el ecologismo, son conceptos que chocan con los
valores tradicionales de nuestra sociedad, quizás por eso cuesta
tanto que se desarrollen en los pueblos, Una vez más, también aquí,
se ejemplifica la brecha que se genera entre dos espacios que están
interrelacionados, como son lo rural y lo urbano.
Desde un punto de vista
demográfico las zonas rurales se caracterizan por una baja densidad,
un sobreenvejecimiento y una desfeminización bastante acusada. A
esto hay que unirle, si se me permite la licencia, un cierto olvido y
sentimiento de superioridad del mundo urbano (generalizar da asco, lo
sé). Quizás eso explique, en parte, el por qué es difícil que
lleguen ideas progresistas que “perturben” las conciencias. Se trata de unas ideas conservadoras que se transmiten generación tras generación, en muchos casos promocionada desde las
instituciones, sin aportes externos que traigan choques ideológicos
importantes, y es que la gente no va a vivir a los pueblos, sale de
ellos. Y todo esto en el mundo de internet, de las redes sociales, de
los medios de comunicación... que si bien permite que todos tengamos
acceso a cualquier tipo de información, muchas veces sirven para
ratificarnos en nuestras ideas previas porque buscamos argumentos que
nos las apoyen. Posiblemente todo dependerá de mucho del grado de ruralidad, de la situación geográfica del municipio e incluso de su cercanía a grandes urbes. De esta forma la vecindad de estos lugares repiten
los mismos roles, con las mismas ideas, una y otra vez.
No creo que todo esto sea
algo malo, sencillamente es una característica propia del mundo
rural, es decir, hay falta de contraste de ideas, y por lo tanto, los
tiempos son diferentes al mundo urbano. Esto, es algo que a la
izquierda urbana le pilla a contrapié. De hecho ya ha tenido
actuaciones algo cuestionables al respecto, y es que, lo que vale
para la ciudad, no necesariamente puede valer para los pueblos.
Reconozco que muchas veces, y eso que yo vivo en un centro comarcal
(un pueblo grande), me he echado las manos a la cabeza con ciertas
propuestas de conocidos de las ciudades. Porque la izquierda en los
municipios, no tiene tanta capacidad organizativa y de movilización,
le falta participación, ya que no hay una cultura al respecto, y
sobre todo, o por lo menos en mi caso, rechaza el choque directo y la
tensión con otros agentes, y es que en los pueblos nos conocemos
todos. Por lo tanto, pienso, que lo que vale en la ciudad no vale en
los pueblos.
Uno de los ejemplos más
claros al respecto es el relativo al feminismo, algo muy rechazado en
el mundo rural, pues siempre se asocia con una imagen de radicalidad
y odio hacia los hombres, cuando no es ni mas ni menos que una lucha
por la igualdad de genero que aún no se ha conseguido. Es por lo
tanto algo que debería estar muy presente en nuestros pueblos, pues
es en estos espacios dónde se visializa una mayor desigualdad entre
el hombre y la mujer, dónde la imagen que tenemos del rol de la
mujer es el de trabajadora, cuidadora, ama de casa y suele depender
del marido para todo, y para colmo cuando hay casos de violencia de
género la cultura del silencio es mayor por el que dirán. Algo que
es cierto, pero cada vez hay una mayor pluralidad que a la vez es
una gran desconocida y sería una buena forma de promocionar nuevos
roles de la mujer rural en una relación de igual a igual con el
hombre. Es curioso, pero también creo que, una vez más, desde el
activismo urbano se han olvidado de la lucha en los pueblos. No
ayudan al respecto determinadas imágenes y eslóganes, porque, como
he señalado, en los pueblos los tiempos son diferentes.
Puede que el problema sea que, una vez más, las acciones se planifican desde las ciudades para los pueblos. La reflexión es siempre desde el mundo urbano, no obstante, allí comienzan siempre los grandes cambios, pero sin tener en cuenta las aportaciones del mundo rural, en este caso concreto de las mujeres del mundo rural, que tienen mucho que decir, pues nadie mejor que ellas conocen cuales son sus carencias y dificultades.
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