martes, 17 de enero de 2017

Patrimonio sí, pero de quien

Una de las cosas más polémicas que están teniendo lugar en Tordesillas es la inversión de más de medio millón de euros (de momento), por parte del Ayuntamiento, para convertir un inmueble de la iglesia, bastante degradado, en un auditorio. 

Esta noticia, que no es nueva, ha vuelto a la luz en los últimos días a raíz del anuncio de  la  apertura del periodo de alegaciones al proyecto. Justamente al mismo tiempo, el grupo provincial de Toma la Palabra en la diputación, ha anunciado que en el próximo pleno presentará una propuesta para intentar que en el próximo convenio de la diputación con el Arzobispado, para el arreglo de Iglesias y Ermitas, la aportación de los últimos deje de ser “irrisoria”.

Al leer las dos noticias me ha venido a la mente una  coplilla del cancionero popular castellano: “Los curas y taberneros son de la misma opinión: cuantos más bautizos hacen más dinero va al cajón” Pidiendo perdón de antemano por si alguien se siente ofendido, lo que está claro es que si en el folklore castellano hay tantas letras poniendo énfasis en las contradicciónes del sector eclesiástico será por algo. 

En este caso concreto la estrofa hace referencia al “peseterismo” de la iglesia, o de los hombres que imparten su fé, y estas dos noticias van en esta línea también.

El poblamiento de Castilla y León se caracteriza por un montón de pequeños municipios de carácter rural esparcidos a lo largo de un vasto territorio, y la mayoría de ellos habitados por menos de 500 personas. Como dice un amigo mío en los pueblos los primeros pobladores primero hicieron la Iglesia y luego ya las casas para vivir y, por supuesto, el bar, haciendo clara alusión a la fisionomía de un pueblo castellano y al carácter religioso de sus habitantes. Luego ya vinieron los planes de desarrollo rural de las Diputaciones e hicieron piscinas a diestro y siniestro y pistas de frontón (sorprende las cosas de las que somos capaces cuando nos da por pensar).

En estos pueblos vive una población fundamentalmente envejecida (sobre todo en invierno), gente que ha vivido una adquisición de valores en una España muy conservadora y católica, y que, por lo tanto, y sobre todo en el caso de las señoras, son de misa regular en su Iglesia de toda la vida, la cual, como edificio antiguo, necesita un mantenimiento. La iglesia, se convierte pues, en un espacio socializador importante en el medio rural (por mucho que le pese a algunos es así). Los domingos de misa y vermut… aunque poco a poco nos vamos centrando más en lo segundo.

Alguien podría pensar que eso es problema de cada pueblo, pero no, no lo es, el patrimonio es universal, es de todos, independientemente de donde se encuentre. Y las Iglesias y hermitas son patrimonio, aunque esté en manos privadas, son estilos arquitectónicos propios de una época pasada que nos dan ideas de cómo era la sociedad del pasado. Puede ser que en la época que vivimos no demos importancia a la iglesia de un determinado municipio, pero lo mismo dentro de unos años se convierte en una moda porque hay una peculiaridad en su construcción que en otras no hay.

Por otra parte, aunque seamos tan insensibles con el patrimonio que prefiramos que se caiga (conozco gente con esa idea hacia cualquier cosa que tenga cruces en su interior), lo que está claro es que un propietario debe mantener su patrimonio y no puede dejar que se arruine. Ahora mismo el Arzobispado entiende que es un problema tanto patrimonio y no piensa soltar un duro para arreglarlo, prefiere que se caiga y llevarse todo lo que hay de valor en su interior (total en el arzobispado no poseen una vinculación con el territorio). Ya me parece mal que la administración tenga que pagar dinero para evitar la ruina ajena, ¿pero que encima sea casi la totalidad? Me parece indecente.

Recuerdo una anécdota que cuenta Julio Anguita que le ocurrió al llegar a la alcaldía. Le mandó una carta el Obispo pidiendo financiación para  arreglar la Mezquita y este le dijo que vale pero que a cambio el ayuntamiento tendría ciertos derechos. El Obispo se negó y Anguita dijo que entonces no había dinero público a cambio de nada. El problema es que normalmente son los representantes de las administraciones los que van a pedir, no es el obispado y ahí los segundos se muestran inflexibles, porque a estos los pueblos no les importan nada y a la administración, aunque sea porque sus habitantes son votantes, les tiene que importar. Pero al final, de lo que no se da cuenta el Arzobispado, es de que la mayor fuerza que tiene, la tiene en las zonas rurales y que, con esta actitud “egoísta”, está cabreando a mucha gente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario