domingo, 15 de octubre de 2017

La mujer en el medio rural

Es triste decir que en el mundo en el que vivimos necesitamos que haya días señalados en el calendario con el que acordarnos de los fallos que tenemos como sociedad: el día del niño, el día contra el maltrato, el día de la paz... o en el caso de hoy el día de la mujer rural.

Si amigos, hoy es el día de la mujer rural, que hasta hace bien poco estaba olvidada de las luchas (como el medio rural en general) y hoy nos acordamos de ellas desde nuestras cuentas de twitter. De hecho, no se si pedir perdón por ello, no he podido dejar de sonreír al imaginarme a una serie de personas tomándose una caña en alguna terraza de la ciudad mandando un twitt en favor de la igualdad en el medio rural mientras, en algún “pueblico”, una señora de 50,60 o 70 años está en su casa viendo la tele y mirando quien pasaba delante de su ventana, ajena a que hoy es su día.

Se trata de nuestras madres, de nuestras tías, de nuestras abuelas... No de nuestras hermanas o nuestras hijas que ya marcharon con la maleta a otro lado al no encontrar oportunidades laborales acordes con una formación que en el medio rural jamás se ha sabido aprovechar (ni cuando había crisis, ni cuando no la había).

Me acuerdo de los viajes, forzosos, al pueblo cuando era pequeño. De como mis tíos estaban en el bar echando la partida y mis tías en casa hasta que llegara la hora de dar el paseo con un ojo puesto en lo que hacíamos los pequeños que estábamos ocupados o tirándonos de las alpacas o sacar provecho de cualquier cosa que nos encontrábamos para divertirnos. Es un ejemplo clarificador de la separación de roles ¿no? A día de hoy, cuando me dejo caer por allí, veo que las cosas cambian pero demasiado lento, pues los espacios de la mujer y el hombre siguen demasiado diferenciados. Pero si me permitís la maldad, viendo cada vez más casas cerradas, dentro de poco no habrá desigualdades que solucionar. Pero lo cierto es, que las consecuencias de esta sociedad altamente masculinizada cobran en los pueblos su máxima expresión, tengamos en cuenta que en la ciudad existe el choque entre formas de entender la vida y eso ayuda a intercambiar ideas, a agitar conciencias, y a cambiar formas de pensar, en cambio en los pueblos tenemos una sociología más o menos homogénea, unas formas de vida que se han repetido para quienes no han emigrado por lo tanto los cambios son más lentos y hay más resistencia.

De hecho, y aunque no me gusta comparar el mundo rural con el mundo urbano ( porque a menudo se cae en el error de separarlos, cuando están, para bien y para mal, muy entrelazados y se suele aludir al primero como algo negativo frente a lo positivo del segundo), si nos preguntamos sobre el perfil de mujer urbana nos vendrá a la mente una figura joven, moderna, que usa nuevas tecnologías, independiente, con trabajo... una imagen muy de película americana (que casualidad), en cambio si nos preguntamos sobre la mujer rural nos vendrá a la mente una señora de mediana edad, ama de casa, dependiente del hombre, sin acceso a las nuevas tecnologías... Esto son estereotipos pero algo hay de verdad, y es que la vida no es blanca o negra todo tiene matices. Aún así, lo cierto es que en los pueblos nos encontramos con un tipo de mujer mayor de 50 años que, rara vez, posee una actividad laboral fuera del núcleo doméstico.


Pues bien, el futuro del medio rural pasa también por romper esto. No solo por la justicia que significa equiparar las oportunidades ya no solo entre la ciudad y el campo, sino entre el hombre y la mujer, porque son activos imprescindibles en el medio rural. De hecho, son garantes de la unidad familiar, pues independientemente de los hijos, son las que se ocupan de las personas dependientes, pero aparte de eso, se ha demostrado, que a la hora de diversificar la economía de estos espacios, tradicionalmente vinculada a la tierra, se han mostrado más capaces: desde la agricultura ecológica, al turismo rural, pasando por el mantenimiento del patrimonio y la puesta en valor de la cultura y la gastronomía... es decir, cosas imprescindibles cuando hablamos de que la lucha contra la despoblación es también la recuperación y explotación de lo autóctono.  

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