Es triste decir que en el
mundo en el que vivimos necesitamos que haya días señalados en el
calendario con el que acordarnos de los fallos que tenemos como
sociedad: el día del niño, el día contra el maltrato, el día de
la paz... o en el caso de hoy el día de la mujer rural.
Si amigos, hoy es el día
de la mujer rural, que hasta hace bien poco estaba olvidada de las
luchas (como el medio rural en general) y hoy nos acordamos de ellas
desde nuestras cuentas de twitter. De hecho, no se si pedir perdón
por ello, no he podido dejar de sonreír al imaginarme a una serie de
personas tomándose una caña en alguna terraza de la ciudad mandando
un twitt en favor de la igualdad en el medio rural mientras, en algún
“pueblico”, una señora de 50,60 o 70 años está en su casa
viendo la tele y mirando quien pasaba delante de su ventana, ajena a que hoy es su día.
Se trata de nuestras
madres, de nuestras tías, de nuestras abuelas... No de nuestras
hermanas o nuestras hijas que ya marcharon con la maleta a otro lado
al no encontrar oportunidades laborales acordes con una formación
que en el medio rural jamás se ha sabido aprovechar (ni cuando había
crisis, ni cuando no la había).
Me acuerdo de los viajes,
forzosos, al pueblo cuando era pequeño. De como mis tíos estaban en
el bar echando la partida y mis tías en casa hasta que llegara la
hora de dar el paseo con un ojo puesto en lo que hacíamos los
pequeños que estábamos ocupados o tirándonos de las alpacas o
sacar provecho de cualquier cosa que nos encontrábamos para
divertirnos. Es un ejemplo clarificador de la separación de roles
¿no? A día de hoy, cuando me dejo caer por allí, veo que las cosas
cambian pero demasiado lento, pues los espacios de la mujer y el
hombre siguen demasiado diferenciados. Pero si me permitís la
maldad, viendo cada vez más casas cerradas, dentro de poco no habrá
desigualdades que solucionar. Pero lo cierto es, que las
consecuencias de esta sociedad altamente masculinizada cobran en los
pueblos su máxima expresión, tengamos en cuenta que en la ciudad
existe el choque entre formas de entender la vida y eso ayuda a
intercambiar ideas, a agitar conciencias, y a cambiar formas de
pensar, en cambio en los pueblos tenemos una sociología más o menos
homogénea, unas formas de vida que se han repetido para quienes no han
emigrado por lo tanto los cambios son más lentos y hay más
resistencia.
De hecho, y aunque no me
gusta comparar el mundo rural con el mundo urbano ( porque a menudo
se cae en el error de separarlos, cuando están, para bien y para
mal, muy entrelazados y se suele aludir al primero como algo negativo
frente a lo positivo del segundo), si nos preguntamos sobre el perfil
de mujer urbana nos vendrá a la mente una figura joven, moderna, que
usa nuevas tecnologías, independiente, con trabajo... una imagen muy
de película americana (que casualidad), en cambio si nos preguntamos
sobre la mujer rural nos vendrá a la mente una señora de mediana
edad, ama de casa, dependiente del hombre, sin acceso a las nuevas
tecnologías... Esto son estereotipos pero algo hay de verdad, y es
que la vida no es blanca o negra todo tiene matices. Aún así, lo
cierto es que en los pueblos nos encontramos con un tipo de mujer
mayor de 50 años que, rara vez, posee una actividad laboral fuera
del núcleo doméstico.
Pues bien, el futuro del
medio rural pasa también por romper esto. No solo por la justicia
que significa equiparar las oportunidades ya no solo entre la ciudad
y el campo, sino entre el hombre y la mujer, porque son activos
imprescindibles en el medio rural. De hecho, son garantes de la
unidad familiar, pues independientemente de los hijos, son las que se
ocupan de las personas dependientes, pero aparte de eso, se ha
demostrado, que a la hora de diversificar la economía de estos
espacios, tradicionalmente vinculada a la tierra, se han mostrado más
capaces: desde la agricultura ecológica, al turismo rural, pasando
por el mantenimiento del patrimonio y la puesta en valor de la
cultura y la gastronomía... es decir, cosas imprescindibles cuando
hablamos de que la lucha contra la despoblación es también la
recuperación y explotación de lo autóctono.
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