domingo, 24 de septiembre de 2017

¿Refugiados para combatir la despoblación?

Era de esperar que en esto de la lucha contra la despoblación, dónde ya se invierte mucho dinero en congresos y poco en actuaciones, íbamos a escuchar de todo. Durante la tarde de hoy, y dado que estaba haciendo tiempo antes de salir a dar una vuelta, he decidido ponerme a leer ese estudio (que me ha mandado un amigo para iniciar un debate que yo no quería) en el que se señala a los refugiados como posibles nuevos habitantes en municipios de la provincia de Valladolid, algo que, según creo, ya se había propuesto en algún otro estudio dentro del marco de una serie de propuestas para combatir la despoblación. Debo decir que la primera vez que oí hablar de este estudio se me vino a la cabeza un caldero de agua que tiene una pitera por dónde se va el agua y que, para solucionarlo, en vez de tapar la pitera, echamos más agua, con lo cual se vuelve a llenar pero se sigue vaciando. Pues eso es lo que me parece esta propuesta a grandes rasgos, con el agravante de que mal realizada podría conllevar otros problemas en los municipios.

Lo primero que he hecho ha sido fijarme en la ficha técnica, para ver cuales eran los municipios propuestos dónde se había desarrollado el muestreo. Y son básicamente, las cuatro cabezas comarcales más importantes de la provincia y el área metropolitana. Pienso que vincular el proceso que llamamos despoblación, y que ocurre en el medio rural, con el medio urbano o periurbano como es el de los municipios colindantes a la capital es un error de libro, porque los procesos por los cuales se produce esa pérdida de habitantes no son ni mucho menos los mismos, así como el envejecimiento y la desfeminización de los núcleos. Por lo tanto nos quedarían las cabezas comarcales como lugares afectados por esa dinámica de vaciamiento, que aunque agravada con la crisis, lleva desde la mecanización del campo allá por los años 60. Un problema, por lo tanto, si no de sistema económico, si que vinculado al modelo del que nos hemos dotado.

Hay que señalar que, en el estudio si que pone que todos somos muy transigentes, pero que vemos ciertos problemas a la recepción de inmigrantes, por ejemplo que afecte a la devaluación del trabajo. Me viene a la mente un hostelero de mi pueblo diciendo, y esto es real, que no entendía como la gente estaba en contra de la llegada de inmigrantes, que el estaba a favor porque así les podía pagar menos que a un español. Quizás este hombre sea muy cabrón, pero por lo menos tiene la valentía de decir abiertamente lo que piensa, que no es el único que “barrunta” de esta forma. Pero, en realidad, lo que me parece importante en este aspecto, y es algo que más o menos se cumple, es que, en espacios donde la gente tiene una forma de pensar conservadora, costumbres muy marcadas, gran arraigo y relación entre ellas.... la introducción de un sujeto extraño se ve con rechazo y se dificulta la integración.

Por otra parte, creo que es un error intentar utilizar el drama de los refugiados para solucionar otro aspecto que no tiene nada que ver (mas que en el caso remoto del sistema globalizado en el que vivimos y que relaciona las dos cosas). No dudo que puntualmente puedan caer en alguno de estos núcleos de población, pero no de forma generalizada. Pienso que, a día de hoy, la ciudad está mucho más dotada para ofrecerles la ayuda necesaria para unas personas que están huyendo del del horror y a las que hay que dar ayuda a muchos niveles.


Por más que lo doy vueltas, y por más que lo he debatido con gente, sobre todo este fin de semana, sigo viendo más puntos negativos en esta propuesta que positivos, así como negar que una propuesta así, de forma sectorial sea eficaz en un problema que tiene profundas raíces.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario