No tenía pensado hablar de ese
sainete de puñadas y traiciones barriobajeras que han acabado con Pedro Sanchez
fuera de la Secretaría General del PSOE. Pero mira, otra cosa que no cumplo.
Mucha gente dice que ha sido un espectáculo lamentable, que desmotiva a la
gente, pero para por mi parte ha servido para que vuelva a interesarme un poco
por la política nacional. ¡No me jodais! Era todo demasiado monótono, ha sido
como una pizca de sal en un guiso soso, ha dado alegría. Durante una semana veías los programas de debate y te recordaba a las atracciones de 3D de los
parques como Port Aventura: la sangre te salpicaba en la cara.
Bromas aparte, lo interesante de
todo esto (para mí), no es el espectáculo interno de la lucha por el poder. Ni
siquiera es tampoco ese debate de lo viejo contra lo nuevo, que por cierto,
recuerdo que Pedro Sanchez representaba el PSOE más a la derecha en las
primarias y que por mantenerse en el puesto estaba intentando traicionar todo lo
que había dicho previamente y que iba en consonancia con aquellos barones que
le apoyaron y ahora se lo han cargado, algo de razón tienen también quienes se
han quejado porque Sanchez se presentó con un proyecto que ahora quería
traicionar. Quiero decir con esto que soy de los que piensa como Joan Tardá “
Si Pedro Sanchez es el progre, lo que piensa Susana Díaz mejor no saberlo”.
Para mí lo importante de todo
esto, es lo que representa la crisis del PSOE, que no data de hace una semana,
sino que vienen de una larga deriva desde que Zapatero claudicó ante la Troika
(fruto de decisiones políticas anteriores que tienen que ver con la crisis de
la socialdemocracia).
El PSOE ha sido el partido de la
Democracia, ha sido el partido que más ha gobernado, que mayor poder
territorial y durante más tiempo logró tener, y el que en un momento dado más
porcentaje de voto cosechó. Ha sido el partido con el que los Españoles nos
hemos sentido identificados durante más tiempo.
Pero ese “ha sido”, ese pretérito
perfecto, no ha continuado en el presente. El PSOE ya no es ese partido que
marcaba la actualidad política y el paso al resto. Ha dejado un espacio a la
izquierda que está siendo ocupado por un movimiento que ha entendido mejor el momento
actual y que no tiene el lastre del pasado.
En definitiva, en este momento de
crisis del sistema de democracia representativa, de la economía, de la
soberanía de los estado, de socialdemocracia…. es llamativo, e ilustrativo, que
el partido que ha representado todo esto, se esté descomponiendo porque no es
capaz de convertirse en una alternativa que de soluciones, y que en un momento
de cambio como el actual, sufra en su interior tensiones entre lo nuevo y lo
viejo.
Puede que el PSOE se convierta en
un actor secundario, pero que nadie dude de su capacidad para resurgir… a lo
largo de su historia ha estado mucho peor.
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