domingo, 9 de abril de 2017

¿Qué le ha pasado al PCE?


Este domingo se han cumplido 40 años de la legalización del Partido Comunista de España. Quizás habría que analizar esa “anécdota” para entender, en parte, la progresiva “erosión”, tanto activista como electoral, de la que fue la principal trinchera de la lucha antifranquista.

Pese a que pueda verse la legalización del PCE como una gran azaña, al final, y pensándolo mucho, creo que fue la escenificación de lo ocurrido en la  Transición. Es decir, el régimen franquista se reinventaba, no cambiaba las estructuras de poder y restauraba la monarquía d que el pueblo había “abolido” décadas antes. Y en todo esto, y para legitimarlo, necesitaban un pacto entre las partes, un pacto que se realizaba de forma desigual, pues la oligarquía franquista iba a caballo y los comunistas no tenían ni lanza, y lógicamente eso se notó y cristalizó en aquel momento en que Carrillo aceptó bandera, monarquía y hubiera aceptado todo lo que le hubieran puesto por delante…

No quiero decir que la Transición no se tuviera que hacer, probablemente era la única forma de avanzar algo, pero desde luego que un PCE de perfil bajo y a la defensiva no era lo que se necesitaba.
Aun así, el PCE ha dado grandes intelectuales, ha generado grandes debates, a pesar de la rigidez de su estructura interna y, no cabe duda, que durante años, en los años de la ofensiva neoliberal, ha sido, por coherencia, por ejemplo, por historia,  el principal núcleo de resistencia. Quizás por ello, durante una parte de mi vida lo tuve como principal referencia, a pesar de que no me gustara la estructura organizativa y su estrategia discursiva, porque aunque creo en la “lucha de clases” también pienso que esa retórica es más propia del siglo pasado. Que le vamos a hacer, soy de los que opinan que la izquierda o es populista o no tiene posibilidad de salir de la “marginalidad”. Pero bueno, lo cierto es que no pienso igual que hace 10 años, ni siquiera que hace 2. 

De todas formas, y con todas las pegas que pueda ponerle, todavía me estremezco al leer historias de la lucha antifranquista o al escuchar la internacional, cuya letra aprendí de tantas veces que he escuchado cantarla a mi padre, leo líneas del Manifiesto y solo hago que asentir... y a pesar de eso, ya no sería mi principal opción política…

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