domingo, 19 de febrero de 2017

La despoblación y el desarrollismo

Hoy me he fijado en una noticia de “El Confidendencial” con un mapa de coropletas, muy logrado, donde se exponía la distribución por edad de la población de España, no solo a nivel municipal, sino de barrios. Aunque, sin duda, es interesante ver la distribución dentro de las ciudades de la población en función de su edad, no es, para mí, lo más representativo de este mapa. Pero quizás merezca mención aparte en otro post, a pesar de que nunca fueron los temas relacionados con el urbanismo los que más me han gustado dentro de la Geografía, ni tampoco los que mejor se me han dado.

Lo más representativo de este mapa es la distribución de colores a lo largo de todo el Estado. ¿Por qué? En primer lugar, porque desde el punto de vista estético  las representaciones gráficas sirven para esto, es decir, para que con un solo golpe de vista captes la idea. Pero en segundo lugar, para mí lo realmente importante, porque podría tener una distribución de colores igual si habláramos de dinamismo económico, de importancia de sectores económicos, de feminidad, de nupcialidad, de natalidad, de densidad de población…. Es decir, de toda una serie de parámetros que tienen directamente que ver con el fenómeno de la despoblación, en el caso de regiones como Castilla y León.

Y esta distribución de colores en el mapa, para todos estos índices, es el resultado de un modelo de desarrollo, basado en el plan de estabilización de 1959 que marcó los centros donde se iban a desviar recursos de todo tipo para el desarrollo económico del país, y que señaló los lugares donde en adelante, y hasta ahora, se iba a desarrollar la actividad industrial.

El problema de este plan, no fue que desde el estado se planificara un modelo de desarrollo, sino que la distribución de industria no se realizara con fines estratégicos sino de intereses “políticos”, así como no saber contrarrestar los efectos negativos de las áreas más desfavorecidas, que en poco tiempo vieron disminuir su población joven que huyó a las ciudades haciéndolas crecer de forma exponencial, y muchas veces generando caos urbanístico, pues no estaban preparadas para ese “aluvión”.

El caso es que, desde que ocurrió esto, no hemos sabido contrarrestar esos efectos negativos, que se agudizan en épocas de crisis. Además si nos fijamos en el mapa ya han generado en zonas periféricas (frontera con Portugal, interior de Galicia y sectores montañosos) una situación, que yo, personalmente, pienso que es irreversible (la red de carreteras llegó tarde, ya no hay juventud, no hay vinculación de la gente exiliada, los núcleos urbanos están lejos,  no hay posibilidad de dinamizar esta zona…), a pesar de que desde Europa se ha invertido bastante cantidad de recursos económicos en ellas, pero claro, se ha invertido mal.

Lo que quiero decir, y ya lo he señalado alguna vez en el blog, es que el problema de la despoblación está tan vinculado al modelo de desarrollo que tenemos desde los años 60, que para abordarlo es necesario una reforma más profunda que el clásico “subvencionazo”, y es que en este país lo solucionamos todo a base de subvenciones. Damos subvenciones sin entender que para ello primero se tienen que generar recursos. Por esto pienso, que la alarma generada entre las clases políticas es más un slogan que una realidad, al fín y al cabo, una reforma en profundidad podría llevarse por delante muchas cosas. Porque la despoblación, al igual que la crisis económica y social es un problema que deriva de la desregularización y la falta de capacidad política para poner freno a los desajustes de la economía de mercado. 

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