Hoy me he fijado en una noticia
de “El Confidendencial” con un mapa de coropletas, muy logrado, donde se
exponía la distribución por edad de la población de España, no solo a nivel
municipal, sino de barrios. Aunque, sin duda, es interesante ver la
distribución dentro de las ciudades de la población en función de su edad, no es,
para mí, lo más representativo de este mapa. Pero quizás merezca mención aparte
en otro post, a pesar de que nunca fueron los temas relacionados con el
urbanismo los que más me han gustado dentro de la Geografía, ni tampoco los que
mejor se me han dado.
Lo más representativo de este
mapa es la distribución de colores a lo largo de todo el Estado. ¿Por qué? En
primer lugar, porque desde el punto de vista estético las representaciones
gráficas sirven para esto, es decir, para que con un solo golpe de vista captes
la idea. Pero en segundo lugar, para mí lo realmente importante, porque podría
tener una distribución de colores igual si habláramos de dinamismo económico,
de importancia de sectores económicos, de feminidad, de nupcialidad, de
natalidad, de densidad de población…. Es decir, de toda una serie de parámetros
que tienen directamente que ver con el fenómeno de la despoblación, en el caso
de regiones como Castilla y León.
Y esta distribución de colores en
el mapa, para todos estos índices, es el resultado de un modelo de desarrollo,
basado en el plan de estabilización de 1959 que marcó los centros donde se iban
a desviar recursos de todo tipo para el desarrollo económico del país, y que
señaló los lugares donde en adelante, y hasta ahora, se iba a desarrollar la
actividad industrial.
El problema de este plan, no fue
que desde el estado se planificara un modelo de desarrollo, sino que la
distribución de industria no se realizara con fines estratégicos sino de
intereses “políticos”, así como no saber contrarrestar los efectos negativos de
las áreas más desfavorecidas, que en poco tiempo vieron disminuir su población joven
que huyó a las ciudades haciéndolas crecer de forma exponencial, y muchas veces
generando caos urbanístico, pues no estaban preparadas para ese “aluvión”.
El caso es que, desde que ocurrió
esto, no hemos sabido contrarrestar esos efectos negativos, que se agudizan en
épocas de crisis. Además si nos fijamos en el mapa ya han generado en zonas
periféricas (frontera con Portugal, interior de Galicia y sectores montañosos)
una situación, que yo, personalmente, pienso que es irreversible (la red de
carreteras llegó tarde, ya no hay juventud, no hay vinculación de la gente
exiliada, los núcleos urbanos están lejos, no hay posibilidad de dinamizar esta zona…), a
pesar de que desde Europa se ha invertido bastante cantidad de recursos
económicos en ellas, pero claro, se ha invertido mal.
Lo que quiero decir, y ya lo he
señalado alguna vez en el blog, es que el problema de la despoblación está tan
vinculado al modelo de desarrollo que tenemos desde los años 60, que para
abordarlo es necesario una reforma más profunda que el clásico “subvencionazo”,
y es que en este país lo solucionamos todo a base de subvenciones. Damos
subvenciones sin entender que para ello primero se tienen que generar recursos.
Por esto pienso, que la alarma generada entre las clases políticas es más un
slogan que una realidad, al fín y al cabo, una reforma en profundidad podría
llevarse por delante muchas cosas. Porque la despoblación, al igual que la
crisis económica y social es un problema que deriva de la desregularización y
la falta de capacidad política para poner freno a los desajustes de la economía
de mercado.
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