sábado, 3 de enero de 2015

Sin mirar atrás

En esta sociedad que continuamente mira hacia adelante sin detenerse ni un instante en mirar el pasado para analizarlo que falta nos hacía, parece que lo viejo ya no vale. Esto es triste porque es imposible entender el presente para construir el futuro sin analizar el pasado.

Con el final del 2014 se ha producido el final de la moratoria que fue fijada en la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994, que mantenía el precio de los alquileres antiguos. Lejos de lo dramático que pueda ser para familias que vivan en viviendas sometidas a esta y que no han llegado a un acuerdo de negociación, me quiero fijar en todos esos comercios y establecimientos de los centros históricos de las ciudades que en cierto modo son enlace del pasado con el presente y que han persistido ahí viendo vaciarse de vecinos estos sectores urbanos así como convertirse en lugares de oficinas. Son lugares donde uno puede resguardarse y disfrutar observando su decoración y arquitectura que te transporta a otro tiempo. 

Muchos de estos establecimientos tendrán que cerrar debido a la subida drástica del alquiler, una pena, ya no solo por el momento delicado de la economía que puede condenar a las familiar que los explotaban, sino porque nos privan de un refugio en el que resguardarnos de la modernidad y conectar con el pasado, que sin despreciar lo nuevo a veces cansa su prepotencia.

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