lunes, 6 de noviembre de 2017

Ilusión perdida

“Ibamos a dar el sorpasso y al final nos han dado un sopapo” Así sentenció una amigo mío el día de las últimas elecciones generales, mientras seguíamos el escrutinio en un bar, tomando una cerveza después de una jornada dónde nos creíamos que algo “gordo” podía ocurrir. Por primera vez la izquierda había actuado como la derecha, apartando las diferencias y acudiendo conjunta a una cita electoral. Por ello muchos nos habíamos comido principios, aceptado cosas que en otros momentos no aceptaríamos, incluso involucrándonos en campañas y proyectos electorales (no hablo solo de las generales). En la puerta se encontraban personas más mayores como ajenas al sentimiento de decepción que un servidor tenía, quizás porque ellos ya habían vivido muchas derrotas de la izquierda aunque tuvieran sabor a victoria. Por mi parte, lo más grande que yo había vivido eran 11 diputados de IU que valían para poco y que si me pilla unos años más adelante me hubiera comido el voto, y las maravillosas historias de mi padre señalando que la izquierda una vez tuvo 21, despertando así mi interés por la figura de Anguita. Ese día no solo perdió la izquierda, se apagó la ilusión, le política dejó de ser menos atractiva y volvimos a la estrategia de resistencia.

Toda esta conclusión, que no se si será coyuntural, viene de la mano de todo lo que estoy viendo relativo a Cataluña, pero es un proceso que arrastro de muy atrás. Aunque, personalmente pienso que toda esa frescura que me enamoró de PODEMOS se ha ido perdiendo y el último episodio es un debate identitario que me aburre y que no me aporta nada ni me ilusiona.

Pablo Iglesias ha pasado de ser ese tipo con coleta que hablaba para todos en las televisiones a ser una persona que ha adoptado el discurso y las formas de una izquierda “perdedora” y lo peor de todo es que con tanto cambio de estrategia, dudo que ya tenga credibilidad si lo cambia. Ese discurso valiente y desafiante, que convenció en el pasado, se ha convertido en un discurso previsible y cobarde que ya he escuchado y visto fracasar un montón de veces. La estructura de partido, las formas, la retórica... todo eso ya es pasado. Es más, incluso se han vuelto torpes delante de las cámaras, que era una cosa que antes se les daba muy bien.


Da la sensación de que el próximo ciclo electoral va a ser una ola de decepciones, yo, por si acaso, en esta próxima etapa ya he decidido no comerme más principios, que me pegué un empacho y me he indigestado. Al fin y al cabo, ya no me pueden prometer el cielo y considero que principios es de las pocas cosas buenas que tengo, me tengo esa estima y me jodió mucho obviarles por "una causa mayor".

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