“Nos hemos inventado la necesidad
de participación por parte de la gente” Me dijo un conocido, vecino, y con el
que he tenido el gusto de compartir más de una asamblea. Eran unas palabras que
evidenciaban una situación, que yo veía pero que no quería reconocer, se trata
de la falta de interés de la gente por participar en la vida pública, en la
toma de decisiones de las normas que rigen su día a día, de la política en
definitiva. Para mí algo imprescindible en una sociedad de futuro que quiera
ser mejor. Soy de los que piensa que si tú no decides, otros lo hacen por ti.
Miro hoy esa recuperación de las
plazas con gente que quería decidir sobre su futuro o esos procesos de unión de
los ciudadanos para conformar candidaturas electorales que hicieran
ayuntamientos más abiertos, y lo que veo, es casi una utopía. ¿Qué nos hemos
dejado por el camino? ¿Qué hemos hecho mal? ¿O es que la sociedad española no
está acostumbrada a participar en la vida democrática? Probablemente sea una
conjunción de todo.
Yo, aun creo en la gente, por eso
pienso que, pese a la situación actual, hay que dar la oportunidad a la
participación, aunque luego participen las mismas personas de siempre. Pero la
herramienta debe estar ahí. Que es la herramienta para el control de los
representantes, para el control de las cuentas de las administraciones, para el
conocimiento de nuestras carencias como sociedad y de nuestras posibilidades…
Si bien es cierto que siempre ha
habido gente pidiendo mecanismos de participación ciudadana, cuando no una
democracia más horizontal, no es menos cierto que fue a partir de Mayo de 2011
cuando esos reclamos fueron más populares, no necesariamente realizados
exclusivamente por sectores de la izquierda, y ni mucho menos por la mayor
parte de la sociedad española. Aun así, sí que se incorporó un gran porcentaje
de nueva gente y se empezó a hablar de ello en los medios de comunicación.
Cuando llegó la oportunidad de
intentar institucionalizar esos reclamos no faltó la ilusión, no faltó la
gente, ¿Qué ha pasado después? ¿Por qué se ha ido descolgando gente? ¿y cómo si
las confluencias no son capaces de recuperar y mantener a la gente que los
impulsó va a conseguir conquistar más espacios? Eso es quizás lo que nos tenemos que preguntar
de cara al futuro.
¿Dónde ha quedado toda esa
frescura de los proyectos de confluencia y unidad popular? Cada vez más
irreconocible entre la imagen de tactismo, lucha por el poder y falta de
cimiento ideológico del principal partido impulsor de estas candidaturas. El
PODEMOS de hoy poco, o nada, tiene que ver con aquel PODEMOS que dio la
sorpresa en las elecciones europeas, donde de entrada apostaban sin condiciones
por mecanismos de democracia interna,
como elecciones primarias, y por un discurso que llegaba a todas las capas de
la sociedad, y penetraba en estas de una forma transversal, aunque en el fondo,
era fácil descubrir entre sus propuestas los reclamos de la izquierda.
La sensación (no dudo que también
propagada por los medios de comunicación) de que PODEMOS, Unidos Podemos,
Compromis, En Comú Podem, En Marea…, en ese proceso de institucionalización, se
están volviendo extremadamente tradicionales es un hecho. A esto hay que añadir
declaraciones desacertadas que se magnifican, peleas internas…. Etc. Cosas que
repercuten al resto de Candidaturas de Unidad Popular, cada cual además con sus
peculiaridades y sus roces internos (ya saben, lo viejo-lo nuevo,
idealismo-pragmatismo…), y que, por supuesto, cada una debería analizar.
Pero también hay un factor en la
sociedad, ni estamos acostumbrados a la participación, ni queremos
acostumbrarnos. La participación requiere dejar las conversaciones de barra de
bar donde solo se critica e informarse, porque cuando tienes que decidir, lo
lógico es informarse de propuestas y comprenderlas. Pero eso cuesta, y la
ciudadanía española no está dispuesta a perder su tiempo libre (los que lo
tengan) en ese tipo de cosas. Hay que entenderlo, pero también hay que saber cómo
combatirlo.
Como también hay que entender que la monotonía y el día a día de los movimientos, entre las elecciones, no es tan seductor como la situación de estar creando algo nuevo con unas espectativas electorales altas. Aún así ese trabajo del día a día hay que hacerlo.
Como también hay que entender que la monotonía y el día a día de los movimientos, entre las elecciones, no es tan seductor como la situación de estar creando algo nuevo con unas espectativas electorales altas. Aún así ese trabajo del día a día hay que hacerlo.
En definitiva, soy de los que
están preocupados por el futuro de los proyectos que promueven la participación
ciudadana, sobre todo porque es necesario saber en qué se ha fallado para poder
solucionarlo, y desgraciadamente, de momento, no veo un análisis crítico. Yo
tengo mis ideas, pero como ven son pocas y no son muy profundas.
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