sábado, 11 de febrero de 2012

Spain is different

Baltasar Garzón es, sin duda, una figura inquietante. No suele ser bueno que un juez sea protagonista de cada una de las causas, quizás por ello, por su forma tan personalista de actuar se ha ganado unos cuantos enemigos, tanto en el mundo terrorista, como en el judicial,  como en los dos grandes partidos que han ostentado y ostentan el poder en nuestro país.  No me extrañaría nada que más de un político haya brindado con champán tras la inhabilitación del “superjuez”,  y no me refiero solo a miembros del partido vinculado con la trama gúrtel y que a la vez se niega a condenar la represión franquista mientras da lecciones de democracia a Cuba o Venezuela.

El caso de la inhabilitación de Garzón, ya sea por su lucha a favor de las víctimas del franquismo o por querer enjuiciar a los curruptos, es sin duda una vuelta de tuerca más en el progresivo aumento del descontento popular sobre la pureza de nuestro “sistema democrático”, que dicho sea de paso, y de ahí vienen todos los problemas, fue dado a luz por el propio sistema franquista y sus ministros y seguidores como el demócrata Don Manuel Fraga Iribarne.

Uno de los grandes problemas surgido en torno al juicio a Garzón es la inevitable imposibilidad de separar las causas por las que ha sido enjuiciado, por ello cualquier fallo contrario al juez suscita el rechazo de los partidarios de la memoria histórica y de aquellos que están en contra de la trama gúrtel, porque por raro que parezca hay gente a la que le gusta saber donde están enterrados sus muertos y a la que le gusta que sus impuestos sean bien utilizados, lo sé, son unos insensatos y unos adoctrinados políticos, nada que ver con el buen español que gusta de ver futbol, toros y votar cada cuatro años lo que le diga el medio de comunicación de turno.

Es curioso ver como ha sido una trama de corrupción política la que a ha acabado con la carrera del juez más mediático de España, no solo por su forma de actuar, sino también por lo valiente de sus actuaciones. Recordemos que fue este juez sobre el que el felipismo reinante en el primer lustro de los 90 desató todas sus iras curiosamente por enjuiciar a “socialistas”, y que eran los que ahora tanto le critican quienes decían que no se podía dudar de Garzón. Pero hay amigo, en política no existe memoria, ya se encarga la televisión de sedarla. Las tornas han cambiado y ahora la presunta corrupción pone al otro partido en el ojo del huracán. Pronto han desfilado tras la sentencia todos los políticos de dicho partido a decir que hay que respetar lo dicho por el tribunal, algo que muchos no aplicaron cuando los juicios del 11M y que desde sus medios de comunicación afines se agarraron a unas pruebas poco coherente para buscar “su verdad”, pero claro no es lo mismo que te den la razón a que no te la den.

No se puede negar lo innegable, lo cierto es que Garzón autorizó  escuchas ilegales pero cierto es que los informes destacan que la única forma de conocer la verdad y poder enjuiciar a los que estaban robando dinero público era así. Uno se pregunta hasta qué punto ha estado la justicia al servicio del pueblo al intentar silenciar a un juez que ha estado luchando contra la corrupción y en favor de la búsqueda de los muertos en la dictadura, con unas leyes que curiosamente emanan del sistema ilegitimo contra el que cometió el error de topar.

Es normal que en los países extranjeros estén perplejos tras la condena de Garzón, y así lo acredite la prensa internacional, pero claro, ellos no entienden que “Spain is different”.

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