domingo, 23 de julio de 2017

¿Turismo como solución o repetir los mismos errores?

La masificación del turismo es sin duda un reflejo de eso que se ha llamado “clase media” (cajón de sastre donde entra un amplio abanico de gente y donde todos queremos estar). Es, tal y como está planteado, un auténtico instrumento para el consumo, es por ello que está más asociado a ámbitos urbanos y todas sus modalidades se piensan desde perspectivas economicistas.

El Turismo se ha convertido en la panacea del desarrollo a todos los niveles los turistas son, o mejor dicho, somos, cada vez más exigentes, ya no queremos solo sol y playa, buscamos un tipo de turismo más enriquecedor, más didáctico (sobre todo cuando hablamos de turistas con niveles de estudio medios o altos), de ahí que se busque la rehabilitación de los centros históricos, la ampliación y diversificación de las prácticas culturales, la sostenibilidad medioambiental… a todo esto ha contribuido, también, el fraccionamiento de las vacaciones, la realización del mercado único y el aumento de la movilidad. Es por ello que las autoridades públicas han comprendido que el turismo es un eje estratégico de la política de ordenación urbana que debe proponer a la vez una oferta competitiva destinada a satisfacer las expectativas de los visitantes y, tal y como he mencionado antes, una contribución positiva al desarrollo de la ciudad y al bienestar de sus habitantes. De ahí que en las ciudades, hayan crecido las plazas hoteleras y los restaurantes, pero lo que es más importante, desde mi punto de vista, es la apuesta por la rehabilitación de las ciudades, sobre todo de los cascos históricos, que pasan a ser el centro comercial y residencial, de hecho muchas veces, en las ciudades todavía quedan zonas en los centros que todavía guardan los rasgos de lo que eran antes de esta reconversión.  Los centros urbanos recuperan así el dinamismo que perdieron con la construcción de los ensanches debido al proceso industrializador y urbano.

Ahora bien, dicho esto, hay que mantener una actitud tan crítica hacia esta tipología de turismo como la que se ha mantenido a ese turismo asociado al sol y playa. Se trata de un turismo que si no está bien planificado, y se masifica, puede generar verdaderos conflictos en las ciudades. A veces puede romper el equilibrio o capacidad de carga de un destino turístico porque visitantes y población local comparten recursos limitados en el mismo espacio público, y lo más probable es que esto acabe significando la conversión del espacio en favor del turismo en vez de los “autóctonos”. Esto suele ser debido a un problema de planificación, se generan planes turísticos (o no) que no contemplan los recursos propios y aplican modelos que han funcionado en otros lugares pero sobre un sustrato ya existente. Esto es lo que está sucediendo en determinados barrios de ciudades como Barcelona o Venecia.  

En ciudades más pequeñas, no ocurre esto, pero la oferta turística que se vende aplicando conceptos de “marketing territorial”, está sustentada en los mismos criterios economicistas y consumistas. Por no mencionar, que muchas ciudades se lanzan al turismo olvidando a la gente que vive en ellas y los vecinos de estas pasean por sus calles viendo “hordas” de gente foránea y viendo carteles de festivales y ofertas para comer en restaurantes, es decir, viendo como su lugar de residencia se convierte en un verdadero parque temático.

Estos mismos criterios (totalmente urbanos) son los que se quieren implantar para solucionar el problema de la despoblación, cuando es evidente que en la mayor parte de las áreas rurales su futuro no puede pasar por el turismo, ya se intentó con el turismo rural y al final (como con los fondos FEDER) el dinero acabó en las áreas urbanas. Puede haber espacios que encuentren su “salvación” en el turismo, pero son los menos. Además, también deberíamos empezar a pensar si lo que queremos es salvar el medio rural o lo queremos transformar en otra cosa. Y es que, el turismo, tal y como se ha aplicado en los centros urbanos, realiza una importante presión que cambia la fisionomía, la sociología y la estructura productiva de la zona. Aplica presión en esos  espacios y, a pesar de los problemas que puedan surgir en ese proceso, promueve, en general, la reorganización de esos lugares para que se pueda realizar. Si queremos que el medio rural siga siendo medio rural entonces el sector primario y las manufacturas vinculadas con este deberán seguir teniendo su importancia, porque a veces me da la sensación de que queremos salvar nuestros pueblos a cualquier costa, aunque lo transformemos en algo que no reconoceríamos.


No, el turismo, por lo general, no es la salvación a nada. Además ya se ha intentado esa fórmula y no ha resultado, porque si queremos que el turismo sea la solución entonces debemos entender que se debe producir una masificación que cambie nuestros pueblos, y no todos los pueblos tienen algo que ofrecer al urbanita (que suele ser de ideas bastante fijas).

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