La masificación del turismo es
sin duda un reflejo de eso que se ha llamado “clase media” (cajón de sastre
donde entra un amplio abanico de gente y donde todos queremos estar). Es, tal y
como está planteado, un auténtico instrumento para el consumo, es por ello que
está más asociado a ámbitos urbanos y todas sus modalidades se piensan desde
perspectivas economicistas.
El Turismo se ha convertido en la
panacea del desarrollo a todos los niveles los turistas son, o mejor dicho,
somos, cada vez más exigentes, ya no queremos solo sol y playa, buscamos un
tipo de turismo más enriquecedor, más didáctico (sobre todo cuando hablamos de
turistas con niveles de estudio medios o altos), de ahí que se busque la rehabilitación
de los centros históricos, la ampliación y diversificación de las prácticas
culturales, la sostenibilidad medioambiental… a todo esto ha contribuido,
también, el fraccionamiento de las vacaciones, la realización del mercado único
y el aumento de la movilidad. Es por ello que las autoridades públicas han
comprendido que el turismo es un eje estratégico de la política de ordenación
urbana que debe proponer a la vez una oferta competitiva destinada a satisfacer
las expectativas de los visitantes y, tal y como he mencionado antes, una
contribución positiva al desarrollo de la ciudad y al bienestar de sus
habitantes. De ahí que en las ciudades, hayan crecido las plazas hoteleras y
los restaurantes, pero lo que es más importante, desde mi punto de vista, es la
apuesta por la rehabilitación de las ciudades, sobre todo de los cascos
históricos, que pasan a ser el centro comercial y residencial, de hecho muchas
veces, en las ciudades todavía quedan zonas en los centros que todavía guardan
los rasgos de lo que eran antes de esta reconversión. Los centros urbanos recuperan así el
dinamismo que perdieron con la construcción de los ensanches debido al proceso
industrializador y urbano.
Ahora bien, dicho esto, hay que
mantener una actitud tan crítica hacia esta tipología de turismo como la que se
ha mantenido a ese turismo asociado al sol y playa. Se trata de un turismo que si
no está bien planificado, y se masifica, puede generar verdaderos conflictos en
las ciudades. A veces puede romper el equilibrio o capacidad de carga de un
destino turístico porque visitantes y población local comparten recursos limitados
en el mismo espacio público, y lo más probable es que esto acabe significando
la conversión del espacio en favor del turismo en vez de los “autóctonos”. Esto
suele ser debido a un problema de planificación, se generan planes turísticos (o
no) que no contemplan los recursos propios y aplican modelos que han funcionado
en otros lugares pero sobre un sustrato ya existente. Esto es lo que está sucediendo
en determinados barrios de ciudades como Barcelona o Venecia.
En ciudades más pequeñas, no
ocurre esto, pero la oferta turística que se vende aplicando conceptos de “marketing
territorial”, está sustentada en los mismos criterios economicistas y
consumistas. Por no mencionar, que muchas ciudades se lanzan al turismo
olvidando a la gente que vive en ellas y los vecinos de estas pasean por sus
calles viendo “hordas” de gente foránea y viendo carteles de festivales y ofertas
para comer en restaurantes, es decir, viendo como su lugar de residencia se
convierte en un verdadero parque temático.
Estos mismos criterios
(totalmente urbanos) son los que se quieren implantar para solucionar el
problema de la despoblación, cuando es evidente que en la mayor parte de las
áreas rurales su futuro no puede pasar por el turismo, ya se intentó con el turismo
rural y al final (como con los fondos FEDER) el dinero acabó en las áreas
urbanas. Puede haber espacios que encuentren su “salvación” en el turismo, pero
son los menos. Además, también deberíamos empezar a pensar si lo que queremos
es salvar el medio rural o lo queremos transformar en otra cosa. Y es que, el
turismo, tal y como se ha aplicado en los centros urbanos, realiza una
importante presión que cambia la fisionomía, la sociología y la estructura
productiva de la zona. Aplica presión en esos espacios y, a pesar de
los problemas que puedan surgir en ese proceso, promueve, en general, la
reorganización de esos lugares para que se pueda realizar. Si queremos
que el medio rural siga siendo medio rural entonces el sector primario y las
manufacturas vinculadas con este deberán seguir teniendo su importancia, porque
a veces me da la sensación de que queremos salvar nuestros pueblos a cualquier
costa, aunque lo transformemos en algo que no reconoceríamos.
No, el turismo, por lo general,
no es la salvación a nada. Además ya se ha intentado esa fórmula y no ha
resultado, porque si queremos que el turismo sea la solución entonces debemos
entender que se debe producir una masificación que cambie nuestros pueblos, y
no todos los pueblos tienen algo que ofrecer al urbanita (que suele ser de
ideas bastante fijas).
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