Para el año que viene se habla de
la mayor oferta de empleo público, entre ellos al cuerpo de profesorado. Al
principio seguía algo más las noticias que iban saliendo al respecto, pero con
tanta afluencia de estas y, muchas veces, tan contradictorias al final he
optado por pasar y confiar en que salgan.
Voy a pasar por alto el hecho de
que exista una alta tasa de interinidad (común en todas las administraciones), para
la cual el gobierno se ampara en una restricción presupuestaria, que no impide
la contratación temporal, y que choca con el estatuto del empleado público, que
obliga a que las plazas de interino sean convocadas en la siguiente oferta de
empleo público.
No, a mí lo que de verdad me
molesta es la actitud al respecto de los sindicatos. No voy a negar que hace
tiempo que no creo en ellos, de hecho pienso que su actitud ha sido pesebrera y
que sus formas (de protesta y de organización) son más propias del siglo XX que
del momento actual, por no hablar de los puntos negros de su financiación y de
como también han formado parte del festín de la “casta”. Una de las cosas que
más me gustó de PODEMOS en sus inicios es que cargaba contra todo, no tenía
prejuicios que tienen otras organizaciones de izquierdas, en señalar también a
los sindicatos ¡Ojalá siguieran en esas!
Pero en lo relativo a la próxima
oferta de empleo público, su actitud, es muy lógica, pero algo cuestionable. Ya
hay que pasar por alto que nadie se queja de como en las negociaciones
sindicales han conseguido que se compute una puntuación excesiva la experiencia docente, sin que se exija
como mínimo haber aprobado alguna de las pruebas del proceso de oposición. Algo,
que, por cierto, solo ocurre en las oposiciones docentes, en otras, si no
apruebas la oposición no puedes pasar al concurso, lo cual es lógico, porque si
aceptas esta forma de acceso a la función pública como la más fiable (aceptamos
pulpo como animal de compañía), no tiene sentido que puedas ejercer si has
suspendido el examen.
En este sentido parece claro que
los sindicatos que deberían haber luchado por la convocatoria anual de todas
esas plazas para libre acceso de todos los ciudadanos en las ofertas de empleo
público, han antepuesto los intereses de sus clientes incondicionales,
olvidando que el ejercicio de los derechos de los ciudadanos es una materia excluida
de la negociación colectiva, y que la oferta de empleo público es un elemento
básico para asegurar el ejercicio del derecho de acceso a la función pública
que el artículo 23.2 de la Constitución Española reconoce a todos los
ciudadanos.
Pero lo verdaderamente indignante
es como durante las negociaciones hemos asistido
al anuncio de un pacto entre Gobierno y Sindicatos para corregir la
interinidad, a pesar de ser ellos mismos los que la han fomentado conculcando
la legalidad y que supuestamente para corregir esas elevadas tasas se barajara
la posibilidad de arbitrar procesos de consolidación de empleo temporal. Estos
procesos deben ser diseñados para que todos los ciudadanos, puedan acceder a
ellos en las mismas condiciones es decir, que no se prime o puntúe
circunstancias o méritos que únicamente puedan ser cumplidos por esas personas
que durante años ya se han visto beneficiadas de estos procesos poco
transparentes de acceso a la función pública, porque al final se trataba de
eso, no estamos hablando de personal laboral ni eventual, son puestos de
trabajo reservados a funcionarios públicos, y como tales, debían haber
respetado escrupulosamente los principios de igualdad, mérito y capacidad.
Es indignante que se hayan, o
estén, barajando estas fórmulas. El sistema de acceso ya contempla la experiencia
docente y reconoce a quien lleva años desempeñando puestos en régimen de
personal interino en forma de puntos en el concurso. Si el sistema fuera justo
no se debería, ni reservar plazas para estos interinos, ni elevar la puntuación
del concurso hasta cotas que rompan el principio de igualdad.
Luego me preguntan a mí, desde
posiciones de izquierdas, por qué estoy tan cabreado con los sindicatos: JODER
SI ES QUE SE LO BUSCAN.
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