Puede que este post que
voy a escribir pueda parecer indignante para algunos, incluso
ofensivo. No me voy a cortar un pelo:
Durante las últimas
semanas gran parte de los focos mediáticos están puestos en las
elecciones francesas. Desgraciadamente a la segunda vuelta han pasado
Emmanuel Macron y Marie Le Pen. Es decir, dos candidatos poco
identificables con posturas progresistas. Se podría decir que uno es
más de lo mismo y la otra una xenofoba que no engaña a nadie.
Una vez más, en vez del
análisis de por qué del crecimiento electoral de Le Pen (parece que
a nadie le importa el crecimiento de un partidario de una mayor
mundialización de la economía y pérdida de poder democrático de
los estados), la comidilla es que “La Francia Insumisa” hace una
consulta a sus bases donde se el resultado es muy diverso pero con
una mayoría de votar nulo. ¡A mí me parece lo más correcto!
Seguimos teniendo la
idea de que la disputa es izquierda-derecha, y aunque así sea, no es
la única. La crisis económica ha puesto de manifiesto otros ejes
que se entrelazan y con los que hay que jugar: lo viejo-lo nuevo,
soberanía económica-globalización, europeísmo-antieuropeismo,
oligarquía- pueblo, sistema-antisistema... Si analizamos con cada
uno de esos parámetros a Le Pen-Macron, nos encontrariamos (por lo
menos en el discurso) con muchas sorpresas. ¿Cómo se le puede pedir
a gente de izquierdas que vote a favor de Macron y contra Le Pen
cuando obviamente el primero también es antagónico?
El hecho de seguir
interpretando el mundo en el eje izquierda-derecha, es de una clara
falta de amplitud de miras y cierto egoísmo. Digo egoísmo porque es
muy fácil vivir con un buen sueldo en un buen barrio y mantener el
discurso de izquierda tradicional, mientras se critica a quienes
están en paro, perdiendo sus casas, o en barrios degradados o que
debido a la inmigración han cambiado su fisionomía y su día a día
de forma sustancial... Hay gente que se puede permitir que todo siga igual, y otra que no, y si no se les da esperanzas por la izquierda lo buscarán en otro lado. Además, seamos serios, la izquierda, y eso me
sorprende, tiene una falta de autocrítica que será nuestra
perdición.
Enlazando esto con España
recuerdo que durante mucho tiempo se acuñó aquel lema del “voto
útil”. Dado que la izquierda iba a ser incapaz de ser alternativa
había que votar al PSOE. También se ejercía una presión brutal
con izquierda unida para que diera gobierno a los socialistas cuando
obviamente en su programa tenían más diferencias que coincidencia,
por lo menos en lo económico (lo cual a su vez tiene reflejo en lo
social). Y respecto a esto, cuando tuve uso de razón siempre fuí
partidario de la “teoría de las dos orillas” (osea PSOE y PP la
misma mierda es y por la izquierda estaba IU, a pesar de que por
aquel entonces ya no la prácticaba).
El problema de todo esto
es que el mundo ha cambiado y también las formas de hacer política,
como bien ha entendido Melenchon, y en España como bien ha entendido
PODEMOS (por lo menos el de antes de las elecciones de Junio, y como
he escuchado a muchos que apostamos por iglesias “al final Errejón
tenía más razón de la que pensábamos”). La gente en nuestro
país no se siente identificada, de forma mayoritaria, por el
discurso de clase, es más muchos lo repudian, pero en cambio si se
siente identificado como “pueblo”, y de esto se dió cuenta
PODEMOS, como se dio cuenta de que la izquierda del siglo XXI tiene
que regresar a la defensa del estado nación y el proteccionismo para
recuperar la soberanía.
Y otra cosa que parecerá
una gilipollez, pero no es lo mismo que te hable un Llamazares (que
atufa a castuza) que te hable un Pablo Iglesias o incluso un Garzón,
y eso que yo cada vez me fío menos de la gente, pero oye... no es lo
mismo.
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