lunes, 23 de marzo de 2020

No es el momento


Me había propuesto no escribir ninguna valoración con tintes políticos sobre el momento actual, no quería rebajarme al nivel de nuestra “clase” política (digo “clase” siendo conocedor de lo que significa este término) y entiendo que este no es el momento para tirarnos trastos a la cabeza (pido perdón, por lo tanto, por escribir en este momento esto, pero es que me está molestando mucho el debate). Además, hablando de cabezas no la tengo para aguantar esa “crispación” reaccionaria, más pasional que racional, que se puede atisbar en las redes sociales.

Esta “parrafada” lo único que pretende es quedar bien conmigo mismo, si molesta a gente pido que lo digáis con respeto. Creo en el eje izquierda-derecha, con sus matices y nuevas formas, opino que todos tenemos algo que nos identifica en mayor, o menor proporción con uno de esos dos términos. Todos tenemos mayor o menor afinidad por una ideología lo que se traduce en apoyo a determinados partidos, si no electoral, sí sociológico, participando de las opiniones de uno u otro lado (si amigos y amigas, el ser “apolítico” no existe) y, por supuesto, alimentándolas. Pero dicho lo cual, a mí siempre me ha molestado mucho la falta de autocrítica y defensa a ultranza de determinadas prácticas en función de la afinidad, muchas veces diciendo una cosa y la contraria.

Una vez más la crisis está sirviendo para que no estemos nadie a la altura. Desde luego empezando por los ciudadanos, que viendo los datos de denuncias por saltarnos la cuarentena, está claro que nos vamos a extinguir por “gilipollas”. Pero siguiendo por los representantes políticos, supongo que por aquello de que se parecen al pueblo al que representan. Ha surgido un debate, alimentado por los grandes partidos (esos cuyos miembros hacen el teatrillo en la tribuna del congreso poniéndose a parir y luego de risitas tan amigos mientras “la plebe” en la calle, o en las redes sociales, se crispa), cierto es que por unos más que por otros, sobre quien tiene la culpa de esta crisis, con dos posturas, que, en mi opinión, son las dos caras de la misma moneda, pero claro, dependiendo quién sólo se pone énfasis en una.

Por una parte tenemos la responsabilidad en la gestión. Sin entrar a valorar el decreto del estado de alarma, que creo que es bueno, aunque le falta contenido que se irá completando (aunque si lo hubieran completado desde el principio nos evitaríamos quebraderos de cabeza), creo que nadie puede negar que el gobierno ha llegado tarde a poner medidas contundentes para frenar la “pandemia”, alguno podrá decir que como todos los países de Europa, pero eso no habla bien ni de nosotros ni de todos los demás gobiernos europeos. Es cierto que es una situación excepcional, muy nueva, y que si se hubieran tomado medidas antes, probablemente la gente no lo hubiera entendido, pero el gobierno está ahí para tomar esa decisión por dura que le parezca. Esto es una certeza, molete a quien le moleste.

Por otra parte, están los recortes en sanidad. Es una evidencia que la sanidad pública ha sufrido una terrible devaluación desde 2009, desde los años de la criss, de hecho en la comunidad de Madrid se han perdido según datos del Servicio Madrileño de Salud, se han perdio más de 3000 profesionales. Además, como en todas las administraciones, ha aumentado la temporalidad (hasta el punto de incumplir la normativa Europea). En el mismo sentido, según el ministerio de sanidad, España destina un 5,9 de su PIB de gasto sanitario, mientras la media de la UE es del 7,5%, siendo del 2009 del 6,77 % y dónde, Catalunya destina sólo el 3,9% (luego lo tapan con campañas independentistas). Es decir, toda una serie de datos que hacen imposible negar los recortes sanitarios, en un momento en el que, pandemia aparte, es necesaria una mayor inversión dado el grado de envejecimiento de la población. Aún así, con esto no quiero decir que, de no haber habido recortes no estariamos en la situación de “colapso sanitario” actual, dado que ningún sistema sanitario está preparado para una pandemia. Ahora bien, no es lo mismo contar con 2000 efectivos más que con 2000 efectivos menos (y lo mismo con material sanitario).

En conclusión, se están entrelazando dos debates que, en función de cual es la afinidad política se realza uno u otro. Además se están realizando como arma arrojadiza, de una forma muy violenta, en un momento en que no necesitamos crispación. Cuando pase todo esto será el momento de hablar, de aprender de los errores y de mejorar nuestra sanidad pública y la fuerza de los recursos del estado, ya que al final cuándo hay problemas es el que nos proteje.