viernes, 19 de mayo de 2017

Susana, Sí

Sé que pueden lloverme las críticas por lo que voy a escribir. Me da igual. Pero yo quiero que gane Susana. Y quiero que gane por el discurso que tiene: el centralismo, el constitucionalismo, una vuelta de tuerka más al liberalismo en lo económico... No cabe duda de que ese es el PSOE que necesita nuestro país.

Y esto lo digo porque me considero de izquierdas (aunque discrepe en muchas de las estrategias de batalla), y como persona de izquierdas, pienso que para que la sociedad avance, este PSOE, debe hundirse. Más claro agua. Y debe hacerlo, porque es un partido acartonado, incapaz de abrirse sin resquebrajarse y de generar un debate de ideas que le lleven a construir una alternativa al liberalismo en pleno siglo XXI.

Pienso que Susana Díaz no engaña a nadie. Creo que piensa que con su discurso puede llegar a ser presidenta del gobierno, lo cual es normal, desde muy jóven esta chica de partido ha visto lo que su partido ha querido que viera. Se lo cree, porque es un producto 100% PSOE felipista, es decir, vive en otro tiempo, apela a un pasado nostálgico que a muchos militantes les llegará a la patata. Todo aquel militante que vote por Susana no puede sentirse defraudado por lo que va a hacer y de, como dice el alcalde de Valladolid, poner el culo en pompa hacia la derecha, porque su enemigo está a la izquierda, es decir, PODEMOS, lo cual, denota una escasa comprensión de la sociedad actual y de como se ha fragmentado el espacio de la izquierda, que nos señala, además, cuando critica a los indignados, algunos de los cuales, por cierto, estuvieron gritando aquello de “Zapatero no nos falles”.


Yo no entiendo muy bien como Susana pretende convertir, de nuevo, al PSOE en un partido ganador, cuando va a prescindir de la gente del 15M, de los catalanes (debido a su discurso centralista) y no quiere contar con los partidos que están en la disputa del espacio de la izquierda. Pero bueno, ella sabrá, y yo, repito, como persona de izquierdas, la poyo fervientemente mientras sueño con que nos dé una nueva oportunidad a aquellos que nos habíamos ilusionado con el sorpasso, para que así haya una verdadera alternativa de izquierdas en el siglo XXI.  

lunes, 15 de mayo de 2017

El 15M hoy

Últimamente disfruto más de aquellas compañías que me hacen pensar, con las que puedo debatir, confrontar ideas, o que pensando lo mismo complementan mi forma de pensar y me afianzan en el camino al señalarme que ellos piensan igual y que no estoy tan loco.

Este fin de semana, se ha dado así, he tenido varias charlas. Una, como no podía ser de otra forma, fue sobre el 15M. Lo que más me llamó la atención es que los allí presentes hablábamos desde un punto de vista ya nostálgico. Lo reflexioné según volvía a casa, mientras conducía, para mí es sintomático de que algo ha cambiado. Se ha acabado la ilusión y ahora solo queda el recuerdo.

Y es eso lo que hicimos, recordar, mientras los allí presentes decían como se lo pasaron en aquella manifestación del 15 de Mayo, yo dije, siendo probablemente el que más se había creído el movimiento (o sus ideas) de los allí reunidos, que estuve en el sofá de mi casa (por aquel entonces vivía en Valladolid y me volví a Tordesillas el finde, como hacía cada vez que me cansaba de la ciudad). Pero poco me dicen las anécdotas, salvo aquellas que viví con mí gente por aquel entonces, compañeros de carrera y amigos, al fin y al cabo, estas cosas son las que siempre marcan.

Al final, lo he pensado, lo he escrito, lo he debatido… el 15M fue un soplo de aire fresco que hizo envejecer el sistema, sacó sus vergüenzas, repolitizó parte de la sociedad y abrió un ciclo, que, a día de hoy, yo daría por cerrado. Esa es la gran reflexión a la que se puede llegar. Probablemente, y era necesario, nos terminamos de jugar todo a la baza electoral, y algo se ha conseguido, pero pienso que nos hemos quedado a medias estando ahora en otra fase… Una fase, en el que gran parte de esas ideas comparten espacio en la sociedad con lo viejo, el problema es que esta confrontación se tendrá que saldar algún día, y “lo viejo” ha demostrado ser muy bueno en la pugna. Además, soy de los que piensa, que la hoguera se apagó, aunque queden “brasas”.

Mi miedo fundamental, es que esos movimientos que surgieron, tanto sociales como políticos, al calor del 15 M, o como consecuencia de este, opten por el gran error de la izquierda desde la caída del muro de Berlín: la política de resistencia, quizás fue la única esperanza hasta la llegada de las izquierdas latinoamericanas, pero fue una situación de constante desgaste y pérdida de fuerza.

Veremos que pasa, aunque como me han dicho hoy, puede que estemos ante unos sucesos como los de 1905. ¡Ojalá!

martes, 9 de mayo de 2017

¿Alarmismo por el medio rural o reclamo de identidad?

Hoy, he tenido la oportunidad de asistir a una charla relativa al fenómeno de la despoblación. Entre las cosas que se han dicho, donde muchas estaba de acuerdo y otras no tanto, ha habido una cosa que me ha hecho pensar: el hecho de que no es que estemos asistiendo a una preocupación por el medio rural, es que estamos asistiendo a una preocupación por nuestra identidad, ya que en un mundo globalizado buscamos la diferenciación frente a la homogeneidad.

Es cierto que siempre he pensado que la sociedad urbana propiciaba nuestro alejamiento de nuestras costumbres más tradicionales. Al fín y al cabo la globalización no es otra cosa que la imposición del consumismo, y la americanización de la cultura, y eso solo se puede dar en un mundo como el urbano, pues es dónde se concentra la actividad económica.

Lo que no era capaz es de unir esta idea al concepto de despoblación, a pesar de que siempre he pensado que la gente por lo general quiere vivir en la ciudad debido a que vivimos en la sociedad de consumo, y que eso era un punto a favor de mantener la supeditación (económica, demográfica, alimentaria...) del campo hacia la ciudad. Entonces puede ser que lo que yo entendía como un interés de la sociedad urbana hacia el medio rural por alarmismo fuera en realidad un reclamo de identidad de una sociedad que poco a poco pierde todo apego por sus tradiciones.


Puede que en realidad sea ambas cosas, no lo sé, pero es un debate tan interesante como el de las posibilidades de desarrollo del medio rural, porque al final marca también nuestra mentalidad, y es que si conseguimos conectar con nuestra cultura habremos tendido un puente y echado un cable al medio rural, aunque vivamos en la ciudad... pero seremos capaces de verlo de otra forma, sin prejuicios, de igual a igual.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Lo alternativa no es lo menos malo

Puede que este post que voy a escribir pueda parecer indignante para algunos, incluso ofensivo. No me voy a cortar un pelo:

Durante las últimas semanas gran parte de los focos mediáticos están puestos en las elecciones francesas. Desgraciadamente a la segunda vuelta han pasado Emmanuel Macron y Marie Le Pen. Es decir, dos candidatos poco identificables con posturas progresistas. Se podría decir que uno es más de lo mismo y la otra una xenofoba que no engaña a nadie.

Una vez más, en vez del análisis de por qué del crecimiento electoral de Le Pen (parece que a nadie le importa el crecimiento de un partidario de una mayor mundialización de la economía y pérdida de poder democrático de los estados), la comidilla es que “La Francia Insumisa” hace una consulta a sus bases donde se el resultado es muy diverso pero con una mayoría de votar nulo. ¡A mí me parece lo más correcto!

Seguimos teniendo la idea de que la disputa es izquierda-derecha, y aunque así sea, no es la única. La crisis económica ha puesto de manifiesto otros ejes que se entrelazan y con los que hay que jugar: lo viejo-lo nuevo, soberanía económica-globalización, europeísmo-antieuropeismo, oligarquía- pueblo, sistema-antisistema... Si analizamos con cada uno de esos parámetros a Le Pen-Macron, nos encontrariamos (por lo menos en el discurso) con muchas sorpresas. ¿Cómo se le puede pedir a gente de izquierdas que vote a favor de Macron y contra Le Pen cuando obviamente el primero también es antagónico?

El hecho de seguir interpretando el mundo en el eje izquierda-derecha, es de una clara falta de amplitud de miras y cierto egoísmo. Digo egoísmo porque es muy fácil vivir con un buen sueldo en un buen barrio y mantener el discurso de izquierda tradicional, mientras se critica a quienes están en paro, perdiendo sus casas, o en barrios degradados o que debido a la inmigración han cambiado su fisionomía y su día a día de forma sustancial... Hay gente que se puede permitir que todo siga igual, y otra que no, y si no se les da esperanzas por la izquierda lo buscarán en otro lado. Además, seamos serios, la izquierda, y eso me sorprende, tiene una falta de autocrítica que será nuestra perdición.

Enlazando esto con España recuerdo que durante mucho tiempo se acuñó aquel lema del “voto útil”. Dado que la izquierda iba a ser incapaz de ser alternativa había que votar al PSOE. También se ejercía una presión brutal con izquierda unida para que diera gobierno a los socialistas cuando obviamente en su programa tenían más diferencias que coincidencia, por lo menos en lo económico (lo cual a su vez tiene reflejo en lo social). Y respecto a esto, cuando tuve uso de razón siempre fuí partidario de la “teoría de las dos orillas” (osea PSOE y PP la misma mierda es y por la izquierda estaba IU, a pesar de que por aquel entonces ya no la prácticaba).

El problema de todo esto es que el mundo ha cambiado y también las formas de hacer política, como bien ha entendido Melenchon, y en España como bien ha entendido PODEMOS (por lo menos el de antes de las elecciones de Junio, y como he escuchado a muchos que apostamos por iglesias “al final Errejón tenía más razón de la que pensábamos”). La gente en nuestro país no se siente identificada, de forma mayoritaria, por el discurso de clase, es más muchos lo repudian, pero en cambio si se siente identificado como “pueblo”, y de esto se dió cuenta PODEMOS, como se dio cuenta de que la izquierda del siglo XXI tiene que regresar a la defensa del estado nación y el proteccionismo para recuperar la soberanía.


Y otra cosa que parecerá una gilipollez, pero no es lo mismo que te hable un Llamazares (que atufa a castuza) que te hable un Pablo Iglesias o incluso un Garzón, y eso que yo cada vez me fío menos de la gente, pero oye... no es lo mismo.