No es la primera vez, ni será la
última, que tengo conversaciones con amigos sobre movilidad. Normalmente nos
centramos en las ciudades, y concretamente en Valladolid por ser la que todos
conocemos, y sobre todo en el uso de la bicicleta, pero hoy, no sé por qué,
hemos acabado hablando del uso del transporte público en la provincia,
concretamente en el medio rural.
Por cierto, dicho sea de paso,
estoy harto de que haya gente que achaque “rural” a todo lo que no es urbano,
me parece una división simplista realizada por alguien en una oficina de la
torre más alta de Madrid. Lo digo, porque, yo, que soy de Tordesillas soy
consciente de que el dinamismo de mi municipio (económico, social o
demográfico) poco tiene que ver con municipios vecinos aunque esté claro que no
somos una ciudad.
Pero volviendo al tema que estaba
tratando, como me dijo una vez un amigo en tono jocoso “no podéis pretender
tener un buen sistema de transporte en el medio rural cuando la red de
carreteras está pensada para llevar a la gente de esas zonas al mundo urbano”.
Joder, si lo pienso tenía más razón que un santo, aunque esa reflexión fuera
fruto de algunas copas de más. Miremos el mapa, el modelo radial de carreteras
no puede ser más claro ya que conecta todas las ciudades de España con “papi”
Madrid, aunque se haya avanzado mucho en revertir esa situación. Mucho más
acentuado si hablamos del tren.
También a menor escala se cumple
esto, pues, se ha tratado de conectar los pueblos con la ciudad, con su
capital, no de cohesionar el medio rural. Puedo entender que el dinamismo del
mundo urbano y las fluctuaciones por carretera justifiquen esta acción, ya que
económicamente es lo lógico, pero ¿y socialmente?.
Hay que entender que los
municipios del medio rural tienen conexiones entre ellos, de familia o de
amistades, o incluso de abastecimiento de servicios. Es decir, que desde un
punto de “purismo” social, sería lógico que existiera un transporte inter-rural.
Alguno se echaría las manos a la cabeza pues dada la forma de poblamiento de
Castilla Y León la inversión en este sentido debería ser demasiado alta,
supongo que es cuestión de prioridades.
Por supuesto, no hay que negar
que sí que existe una conexión de transporte entre pueblos y centros
comarcales, pero esta conexión es muy ineficaz, dando servicio a horas en las
que no es necesario, incluso cara para la empresa concesionaria lo que hace que
tenga que subir billetes o directamente cerrar la línea.
Es decir, como modalidad de
transporte, se nos presenta el uso casi exclusivo del coche, con lo que ello
supone:
- Inaccesibilidad para la mayor parte de la población: Siendo el medio rural una zona especialmente envejecida, muchos de sus individuos no usan el coche (por no haber necesitado nunca carnet o por edad), dependiendo de familiares o de esa proximidad y cercanía entre vecinos para sus desplazamientos.
- Un hándicap para la juventud: La adolescencia es una etapa en la que necesitamos fuertemente relacionarnos con nuestros iguales, la escasa juventud del mundo rural no posee carnet de conducir y dependen de familiares en sus desplazamientos. Pero además, el hecho de desconocer el transporte público, hará más difícil un uso en la madurez.
- La fijación del modelo de transporte privado: un modelo mediambientalmente muy agresivo y económicamente poco rentable para el bolsillo.
- Un punto a favor del “éxodo rural”: La necesidad de cercanía a determinados servicios y la ausencia de transporte obliga a gente a tener que emigrar.
La solución a este problema no es
sencilla, y desde luego no se puede tratar como algo sectorial, es una ficha
más en lo que sería un proceso de reordenación de servicios. Lo que si tengo
claro es que la solución pasa por un cambio de prioridades, donde desde las
administraciones haya mayor sensibilidad hacia los espacios rurales, siendo incluso conveniente, un proceso de “discriminación positiva”, en la
adjudicación de recursos, dado que existe una clara disparidad en el acceso a
servicios (y derechos) entre pueblos y ciudades. Mal vamos si queremos
solucionar el problema haciendo que los recursos destinados a los municipios
más pequeños se vayan al periurbano de las ciudades, donde lógicamente, por
mero dinamismo, se ha concentrado la mayor parte de la población.
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