Esta semana para los periodistas
toca refugiados. No obstante, y por entrar en el juego, pediría a los medios de
comunicación que fueran más responsables, que a la hora de analizar los
problemas fueran al origen y no los mostraran como cosas que surgen por
generación espontánea. Con la crisis de los refugiados en el foco mediático una
vez más tratan de hacernos creer que la gente en Oriente Medio las está pasando
canutas por su propia responsabilidad.
Lo cierto es que los europeos, o
por lo menos esa parte de la población que participa de la vida activa en sus
estados, hemos vivido en una caja de cristal, nos han mimado en la cultura del
consumismo y del crecimiento sostenido, haciendo de nosotros seres egoístas a
los que les importa una m… que los recursos se consigan destruyendo sociedades
o esquilmando el tercer mundo.
La realidad de lo que ocurre en
Siria es demasiado dura para aceptar que nosotros somos los culpables, y no me
vale la excusa de los gobiernos, porque estos han sido votados por nosotros
ratificando todo de lo que luego nos quejamos. Lo cierto es que siempre hemos
sido más de acobardarnos que de ser valientes, ante el miedo, nos echamos en
brazos del discurso xenófobo y ultranacionalista que achaca los problemas de
cada territorio al enemigo exterior. No debiera extrañarnos tanto que esto
tenga tanta aceptación entre diversos países de Europa, al fin y al cabo
Nazismo, fascismo, franquismo… son ideologías que gobernaron durante años en
diversos países y sus ideas impregnaron en los ciudadanos y eso está presente,
no es, por lo tanto, extraño que la ultraderecha crezca en diversos países al
calor del discurso del miedo.
Preferimos el discurso del miedo,
también la gente que se considera de izquierdas, de hecho no es casualidad que
en países como Francia el Frente Nacional tenga tanta fuerza y el frente de
izquierdas esté estancado. Nos dan mucha pena los refugiados, pero no queremos
cambiar nada para evitarlo.
Mientras las portadas de los
periódicos sigan publicando fotos de refugiados preferimos ser caritativos en
vez que solidarios (al fin y al cabo tenemos el catolicismo muy presente).
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