Es la primera vez que vivo unas
elecciones participando desde dentro, y también es la primera vez que llego a
ellas desilusionado. ¿Coincidencia? Sin
duda sí, más dentro lo viví en las municipales y estaba mucho más ilusionado.
Pero poco a poco voy ilusionándome, o por lo menos autoengañándome… Soy de esas
personas que escuchan a un buen orador en un mitin con cuatro consignas de
izquierdas y le llega a la patata (a veces soy un desfasado XD).
Aun así el problema de mi
desilusión viene de las municipales, de unas expectativas muy altas fruto de
los resultados de las fuerzas del cambio así como de la esperanza de una gran
unión de estas, dicho sea de paso la historia indica que esa esperanza jamás se
cumplirá (una de las cosas que caracteriza a la izquierda es nuestra capacidad
para estar cada uno en una esquina). El hecho de que PODEMOS pusiera unas
condiciones para una confluencia algo alejadas de la llamada “nueva política”,y
el rechazo a estas de partidos que ahora abrazan las nuevas formas pero que hasta hace cuatro
días ni se las plantearon, minaron mis expectativas. Tengo que decir al
respecto que creo que es un error pensar que mecanismos como las primarias se
tengan que convertir en un fín, a veces serán útiles y otras veces no, hay que
ser prácticos.
Lo cierto es que, al final, la
izquierda se presenta dividida a nivel estatal (independientemente de ilusionantes
confluencias en determinados territorios y de movimientos de izquierda
nacionalista) en dos grandes bloques: PODEMOS y Unidad Popular-IU, y confío en
que entre los dos saquen una mayoría progresista en el parlamento, otra cosa es
lo que pueda ocurrir, porque como bien dice Julio Anguita, es probable que el
día 20 de Diciembre lloremos.
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