Lo reconozco, tengo miedo a que
el debate sobre Cataluña monopolice la campaña electoral, o lo que es lo mismo,
que actúe como cortina de humo ante el drama social y el expolio de los
recursos públicos por parte de “la casta”, “la jauría”, “la oligarquía”…. (¿qué
más da como los llamemos? Lo importante es que los identifiquemos, de ahí uno
de los grandes aciertos de PODEMOS).
Siempre he pensado que el
nacionalismo es un ideal romántico que magnifica unos símbolos que de no ser
por su manipulación no tendrían ese valor que las sociedades les otorgan
(fijémonos si no en el día de la Hispanidad y las interpretaciones que se le
dan a un lado y a otro del charco). Un ideal capaz de superponerse al discurso
social con suma facilidad, con el peligro que ello conlleva, pues aleja el foco
mediático de las desigualdades socioeconómicas, y que, desgraciadamente,
impregna fácilmente sobre las clases populares.
Además su discurso es
relativamente sencillo, solo tiene que buscar un enemigo exterior, y cuando ese
enemigo está dentro de un mismo espacio es fácil la confrontación pues como se
decía en las películas “este sitio es muy pequeño para los dos”.
He pensado durante un tiempo que
el PP esta vez no se atrevería a utilizar el discurso del españolismo frente al
catalanismo, pues “no está el horno para bollos”, pero creo que sería estimar
demasiado al PP, y dado que les va a ser muy difícil elaborar un discurso sobre
recuperación económica (máxime cuando desde organismos internacionales les
están desmintiendo constantemente), creo que van a pensar más en resultados
electorales que en lo que ellos llaman “sentido de estado”.
Mi miedo viene porque con un
discurso centrado en el nacionalismo, el discurso social va a pasar a un
segundo plano, y la izquierda estatal lo va a tener más complicado, pues el
federalismo no es algo fácil de explicar.
La única esperanza que me queda,
es que en esta sociedad que ha surgido después del 15M donde está claro que hay
una mayor politización, haya un mayor porcentaje de ciudadanos que miren más
allá de la cortina de humo, el problema es si ese porcentaje es más o menos
amplio.
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