A lo largo del mes de Julio he
tenido muchas conversaciones con amigos y conocidos (con los primeros, a veces,
con cervezas de por medio con las teorías y absurdeces divertidas que ello
supone) sobre el tema de la despoblación. La mayor parte pensábamos que esto no
era más que una moda pasajera y cuando ya se entraba a hablar sobre las medidas
a tomar también el grueso coincidía en que no se iba a solucionar el problema.
Y yo siempre he achacado esta falta de confianza por mi parte a la falta de
intencionalidad de los que mandan, es decir, que no van a querer cambiar
grandes cosas y por lo tanto va a fracasar por ausencia de radicalidad (de ir a
la raíz de los problemas), pero me di cuenta que el problema es más profundo,
es un problema de ideología y de mentalidad de la población, que se refleja,
lógicamente, en las instituciones (y a la vez ambas se retroalimentan). Quizás
es que a veces tendemos a analizar los problemas con meros criterios
técnicos y perdemos la esencia de las
cosas.
¿Qué quiero decir? En primer
lugar, que tenemos un problema con el término “despoblación”, no sé si es
intencionado o no, pero achacamos este término a dos problemas que tienen
diferente génesis. Recuerdo en este sentido a la portavoz de Valladolid Si SE
Puede hablando en un pleno de la capital pucelana sobre cómo se despoblaba la
ciudad de Valladolid, en sentido estricto tiene razón, pero puede confundir la
ciudadanía utilizar este término para referirnos a un proceso urbano y a lo que
ocurre en el medio rural. Me explico: A lo largo del siglo XX las ciudades han
crecido y han rebasado sus límites municipales incrementándose la población y
urbanización del alfoz, pero entre municipios del alfoz y ciudad se han mantenido
las mismas dinámicas que ocurrían dentro de la ciudad. Esta población era, en
su mayoría, población que venía del medio rural, por lo tanto, ya el medio
rural estaba sufriendo pérdida de población, y sobre todo, pérdida de población
joven y femenina. Actualmente, con la crisis económica hay municipios del alfoz
(periurbano) que han empezado a perder población, pero es debido a un problema
coyuntural de la economía española, no quiero decir que no haya que estar
atento, pero utilizar el mismo término para describir un problema que ha
empezado hace unos años con algo que lleva más de medio siglo, y que genera otros problemas más preocupantes como son el sobreenvejecimiento y la desfeminización, puede dar lugar a
confusión
En segundo lugar, y creo que más
importante, es la mentalidad de la gente. Es decir, vivimos en una sociedad
consumista y urbana, lo cual hace que inevitablemente empecemos a pensar
soluciones con los mismos parámetros de la ciudad: de ahí el turismo activo o
el turismo rural que van más encaminados a seguir manteniendo el estatus de
sitio de recreo de urbanitas que de solucionar problemas. Pero también de ahí
el asía de los pueblos por crecer demográficamente (algo a lo que contribuye la
forma en que las administraciones “sueltan la pasta”), que es algo que tenemos
interiorizado por aquello que nos venden de que crecer económicamente es bueno
cuando la realidad es que llega un punto óptimo en el que una vez cubiertas las
necesidades básicas ya no tiene tanto sentido ese crecimiento. Pues algo
parecido debería pasar con los pueblos. El problema no es la falta de
habitantes, el problema es la falta de juventud, mediana edad y mujeres, por lo
tanto las políticas deben ir orientadas a esos sectores, y el discurso igual.
Esto inevitablemente traerá consigo el crecimiento de áreas del medio rural,
pero llegará un punto en que sea óptimo y no habrá necesidad de mayor
crecimiento de población. Ahora bien, por mucho que demos las facilidades y se
dote de servicios, ¿Cuánta gente de forma voluntaria está dispuesta a salir de
la ciudad donde tiene todos los servicios para el ocio a un pueblo, que aunque
tenga las necesidades básicas cubiertas la vida es menos consumista? Creo que
no la suficiente para generar un movimiento de retorno a gran escala. De hecho
recuerdo una tertulia dónde estaba Sergio del Molino (Periodista estrella por
hacer una fotografía del medio rural muy acertada y con grandes titulares) y
este señaló que él no estaba dispuesto a salir de la ciudad (por cierto, en la
mesa había otros expertos que hablaban también desde sus sitios de confort en el
mundo urbano). Es decir, podemos teorizar y dotar de todos los servicios
posibles pero la mentalidad de la sociedad impedirá lograr objetivos.
En este sentido me gustaría
contar un chiste que me cuenta un conocido en diferentes ocasiones:
-Jaimito: Papá hoy hemos ayudado
entre 5 a una señora a cruzar la calle
-Padre: Muy bien Jaimito ¿pero
por qué entre tantos?
-Jaimito: Porque no quería
cruzar.
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