Hace unos días tuvo lugar en
Tordesillas el día de las Portadas, que para el que no lo conozca es el día en
el que se subastaban, cuando la Plaza Mayor se convertía en plaza de toros, las
gradas para ver los festejos. Con el paso de tiempo, y tras el cambio de sitio
para estos eventos, se convirtió en el día donde se presentaba el programa de
fiestas, el Toro de la Vega y se pujaba por el arrastre.
Cierto es, que para los que hemos
vivido la tensión y la ilusión de pujar por el arrastre, hay cierta melancolía
de que se haya acabado, ya que con la desaparición del torneo del Toro de la
Vega y de la lidia de toros, esto no tiene mucho sentido puesto que se basaba
en trasladar a los astados muertos, lo cual te permitía ver todo,
incluido el Toro de la Vega, en una situación privilegiada.
Alguno me podrá criticar por esto
que estoy escribiendo, supongo que no será de Tordesillas, pero sí, yo he
disfrutado de todo lo que tiene que ver con las fiestas de mi pueblo como el
que más, y no pienso pedir perdón por ello, además reconozco que cuando era
pequeño me gustaban las corridas de toros, de hecho recuerdo ir a verlas con mi
familia y pasar una buena tarde. Por ello, y por lo anteriormente mencionado,
comprendo a la perfección a los vecinos y vecinas que están dolidos por la
prohibición de matar al animal en el torneo, que no de celebrarlo (aunque sea
cambiando las reglas).
Por otra parte habrá gente que me
pueda señalar de “anti”. Pero en este post no voy a hablar de mi posición sobre
la tauromaquia, quienes me conocen la saben (aunque no es un debate que me
apasione), aunque sí señalaré que me gustaron las palabras de Albert Rivera en
el Parlamento de Cataluña al respecto, cuando dijo que la tauromaquia se
acabaría cuando dejara de ser rentable. Y también diré, que debates morales
aparte sobre estos eventos, está claro que la campaña mediática (bastante bochornosa) contra el Toro
de la Vega ha conseguido que Tordesillas deje de ser vista como “la Villa del
Tratado” a “donde se mata un toro a lanzazos”, y eso desde el punto de vista de
la proyección exterior, la fijación de empresas y el marketing territorial es
un lastre muy grande. Una buena solución habría sido aceptar el festival que,
por parte de una plataforma, se ofreció a cambio de quitar el Toro Vega (de
toda la gente que ha protestado contra el torneo, estos, por mi parte, merecen
un respeto), pero tanto el PSOE como su vasallo en esta aventura, el PP, se
mostraron inflexibles, y ahora no tenemos ni festival ni torneo (imaginémonos
algo parecido al Sonorama, pues nada). Algunos darán aplausos y palmaditas en
la espalda, pero ahí, los concejales de estos partidos no
defendieron lo mejor para el municipio ya que deberían haber negociado alguna
salida. De hecho, raro es, que no supieran que el Toro Vega se iba a acabar,
puesto que seguro que hubo reuniones previas dado que estas cosas no suceden de la noche a la mañana.
Pero volviendo al día de las
Portadas, me molestó bastante todos los silbidos que se dedicaron al Toro de la
Peña, sustituto del Toro de la Vega, creo que no era el momento (como creo que
el martes de la Peña no es el momento para la manifestación antitaurina),
aunque entiendo que desde el PSOE y el PP de Tordesillas se ha alimentado esta
actitud: con manifestaciones (con menos gente de la esperada, y porque vinieron
de fuera) respaldadas por el ayuntamiento y con recursos que no llegarán a
ningún lado (dicho por el consejo consultivo y por catedráticos de derecho de
la UVA, así como por la concejal de Tordesillas Toma La Palabra). De hecho el
propio alcalde, en su discurso totalmente partidista, donde hizo extensibles
sus errores a todo el pueblo (como cuando dijo que se había denunciado al
pueblo por prevaricación, cuando aquí y en todos los lados prevarica en que
está en posición de hacerlo por su cargo) y vinculó al mismo su posición personal en este tema, cuando es obvio que hay gente que piensa diferente, aunque sea una minoría.
Creo, que ya va siendo hora de
que pasemos página, las cosas se han hecho mal y no hemos sabido sacar tajada. Tordesillas tiene
muchos problemas, y muchas injusticias, que requieren para su solución del
mismo interés popular, dado que el institucional está muy parado. Hay
prioridades, no todo gira en lo que pueda suceder un día al año.
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