jueves, 24 de enero de 2019

Un sector estratégico: La Dependencia


Cuando se habla de fijar población, siempre nos fijamos en ese tramo de edad que falta en los pueblos, es decir, la juventud, pero no hay que olvidar que quienes viven en estos actualmente son, fundamentalmente, personas mayores, personas que necesitan una serie de cuidados, de ahí la importancia en invertir en la sanidad rural, pero, es importante otra serie de servicios que en su planificación no costaría tanto poner en marcha o aumentarlos, y significaría un importante campo de trabajo para mucha gente: la ayuda a la dependencia

Desde luego que hay que invertir para fijar población jóven en los pueblos, y costará mucha inversión y proyectos innovadores a medio largo plazo, pero dado que los pueblos están tan envejecidos a corto plazo hay que trabajar porque esa gente mayor siga en ellos, porque además, si una persona mayor se va del pueblo, no solo se va él, sino toda esa familia que deja de ir a visitarla. Así que el impacto negativo sobre el dinamismo del pueblo es múltiple.

En este sentido, me gustaría contar (y no me gusta mucho hacerlo) una anécdota personal. Una de las últimas veces que coincidí con mis primos en el pueblo de mi madre, aprovechando las fiestas del este y visitando las peñas de vino en vino, uno de ellos me dijo unas palabras que no se me han olvidado “¿Tú no crees que la abuela podría haber aguantado más tiempo en el pueblo antes de irse a la residencia? Estaba bien, sólo necesitaba ayuda”.

Para que lo entendáis mi abuela es la abuela perfecta para los nietos, nunca tenía una palabra mala y, salvando que la señora es muy católica, no la pongo ninguna pega. Todavía recuerdo cuando íbamos a visitarla al pueblo y abría la puerta recibiendo ese impacto de calor que salía de la gloria de leña, ella miraba quien entraba y en cuanto me veía decía: “¿pero quien ha venido?” y ya acudía yo a que me diera un “saco” de besos. La señora no callaba, además cantaba muy bien, pero me obligaba a escucharla, mientras que yo quería irme a tirar de alguna alpaca, a ver las gallinas o a empaparme en la fuente. Su vida pasaba tranquila, veía la tele y se iba a caminar con las amigas. En verano ampliaba su actividad socializante saliendo por la tarde noche “al fresco”. Pero sus amigas se acabaron yendo persiguiendo a sus familias o a sitios con mejores servicios y la señora empezó a tener achaques propios de la edad, así que ella pidió irse a una residencia... Pero yo estoy seguro de que con un buen servicio de dependencia (limpieza en casa, que supervisaran las medicinas o un servicio de comida a domicilio...) mi abuela podría haber seguido algún año más en el pueblo. A mí no me importa que esté en una residencia, ella es feliz, pero cuando me dejo caer, de milagro, por el pueblo de mi madre noto como si me faltara algo...

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