El revuelo que se ha armado en el
Congreso de los Diputados con la llegada de tantas caras nuevas. Aquellos/as
que creen tener derechos históricos sobre las instituciones (en algunos
diputados “de casta le viene al galgo”) “fliparon”. Muchas de las caras de las
bancada “rojiazul”, con Sanchez y Rajoy sin entender ni jota de lo que pasaba,
eran un poema. De hecho seguro que el Ministro de Interior (en funciones, ya
queda menos…) estaba pensando “¿A cuántos de estos les habrán aplicado mi
querida ley mordaza?”. Alguno se llevaría la mano a la cartera cuando el ya
famoso diputado con rastas pasó a su lado (si llega a estar José Bono que
amonestó a Miguel Sebastián por no llevar corbata le hubiera dado un “jamacuco”…
y dicho sea de paso la Razón habría culpado a PODEMOS), sería normal que se
asustaran y es que si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña, es
decir, como sus señorías han pasado de la gente que estaba en la calle estos se
han organizado y han entrado, y oye lo mismo el aire de la calle es lo que dice
Pilar Cernuda que huele mal, supongo que su olfato ya se había acostumbrado a
la naftalina y el olor a viejo.
Personalmente, cuando ví las
imágenes, después de que me llegara algún mensaje de wasapp (indignado por la
presencia de Gomez de la Serna… que noooooo, eso será en otros países), me
encantaron, era como un choque de culturas, de formas diferentes de entender la
vida y la política que se manifestaba estéticamente. Pero para colmo de muchos,
Bescansa llevó a su niño de unos meses. Por su puesto esto fue criticado por PP
y PSOE, sin darse cuenta de que diputadas de sus filas habían hecho lo mismo,
además ¿Acaso entorpeció la sesión la presencia del niño? Todo lo contrario,
sirvió para poner un problema encima de la mesa. Bueno cierto es que también valió
para que los medios de propagan…, quiero decir de comunicación, dieran más
bombo al niño que al hecho de que Gomez de la Serna se estaba paseando a cuerpo
de rey por el hemiciclo.
Lo cierto esque esta indignación
por las formas y no por el contenido, tiene mucho que ver con aquella famosa
canción de Serrat que decía “esto no se dice, esto no se hace, esto no se toca”.
La sociedad española tiene una serie de formas de actuación muy asimiladas, que
son inculcadas desde todos los ámbitos de la vida, hasta tal punto que tu
puedes robar y ser un tipo respetable. De hecho recuerdo como cuando el caso de
“Bankia” estaba en pleno apogeo, el SAT se llevó unos productos por valor de
1000 euros de un supermercado para denunciar la pobreza que se estaba
generando, y todo el mundo se echó las manos a la cabeza. La explicación a este
hecho la encontré en una conversación con un amigo:
- Hombre, era un acto
reivindicativo, además se llevó solo productos por valor de 1000 euros, Bankia
ha sido saqueada y no os he visto tan indignados.
- Ya, pero es que no es lo mismo
hacerlo de una forma que de otra.
Esta conversación me hizo
entender que nuestra sociedad proyecta una realidad apacible, que por debajo
puede estar podrida, pero nada debe modificar esa imagen ni intentar cambiar
las cosas, porque en la cúspide de los problemas de las reivindicaciones están
los estamentos más poderosos que son precisamente los que intentan mantener el
orden a través de: la tele, la radio, la educación, la familia…
Esto viene porque, detrás de esa
crítica a los diputados de PODEMOS por su forma de vestir y actuar, está el
miedo a perder los valores que sustentan la posición de privilegiada de quienes
se están beneficiando con la situación actual y no quieren que cambie nada.
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