Estando de fiesta el sábado en un
bar de mi querido y amado pueblo ocurrió algo que me dio vergüenza ajena, y
hasta asco, además de hacerme reflexionar, aunque creo que no era yo el que
tenía que hacerlo. Entiendo que el estado de embriaguez anima a decir ciertas
cosas que en situaciones normales te callarías, pero eso no excusa de nada a
sus autores. El caso es que de pronto un grupo de personas, universitarios
muchos de ellos (para que luego digan que somos la generación mejor formada),
empezaron a corear unas “perlas” que unos aficionados le dedicaron a un jugador
de fútbol
.
Se trata de un cántico que la
afición de un equipo de fútbol coreaba para exculpar y defender a uno de sus
jugadores de un supuesto maltrato a su ex pareja. Desgraciadamente el fútbol
es, aparte de un negocio enorme, un espectáculo de masas y el ejemplo que den
sus componentes es de vital importancia para la sociedad. Sí, efectivamente el
deporte rey es mucho más que un deporte. Pero eso no quiere decir que la
sociedad siga permitiendo a sus aficiones actos y cánticos racistas, machistas
o que inciten a la violencia. Los directivos de los clubes de fútbol armaron a
sus equipos en el pasado con grupos de hinchas vinculados a ideologías
deplorables que ahora lógicamente, por coherencia y quiero pensar que porque la
sociedad avanza, se ponen en cuestión. Los actos de estas hinchadas son
copiados por los aficionados al fútbol que les imitan, o imitamos (déjenme meterme
a mí en este cajón, porque seguro que en mi intención de ser uno más de vez en
cuando también me he camuflado con ello), aun así y sabiendo que esto es
herencia de una cultura predemocrática fuertemente arraigada en nuestra
sociedad, hay que decir YA BASTA.
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