El 28 de Junio fue el día Internacional del Orgullo LGTBI. En diferentes municipios de nuestro país los Ayuntamientos se implicaron en la visibilidad de la diversidad sexual. Desgraciadamente estas acciones que buscan normalizar la pluralidad en nuestra sociedad no fueron compartidas por el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Tordesillas, a pesar de que se les solicitó por escrito.
El hecho de poner una pancarta o una bandera en solidaridad con el colectivo LGTBI, ya no hablamos de acciones culturales más allá de esto, supone no solo un apoyo importante a las personas que sufren homofobia sino también un reconocimiento a las muchas personas que lo sufrieron en el pasado y gracias a las cuales, en nuestro país, contamos con un marco legal favorable, aunque sea insuficiente.
Debemos tener presente, en el pensamiento colectivo, que, en España, hasta 1978 ser homosexual era penado con la cárcel, que hasta 2005 no se aprobó la Ley del Matrimonio Homosexual (A pesar de que en pleno siglo XXI era rechazada por sectores conservadores de nuestra sociedad) o que hasta 2018 la Transexualidad era considerada por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad. Es decir todo un marco normativo y una sociología que ha generado mucho sufrimiento y que se ha ido superando a base de luchas, de gente que ha estado en la cárcel, de personas valientes que han tenido que emigrar de sus pueblos para ser felices y de aguantar muchas injusticias en todos los ámbitos (laboral, social, educativo…).
Gracias a esas luchas del pasado, y a gobiernos progresistas que han hecho ley las demandas de la calle, España ha llegado a 2022 siendo un referente en la conquista de derechos LGTBI, y creo que, es algo de lo que estar orgulloso como sociedad. Evidentemente aún queda mucho que recorrer, está claro que no está normalizado totalmente, que aun hay sectores que no ven la diversidad sexual con normalidad, que hay quienes tienen miedo de mostrarse tal y como son o quienes optan por ocultar su identidad por temor a ser rechazados. Mientras todo esto no se solucione, y en el mundo siga habiendo países con leyes homófobas, será necesario seguir reivindicando acciones al respecto.
Desde las administraciones, como los Ayuntamientos, hay que ser valientes reconociendo esta realidad y no dar cabida a discursos que, desde posiciones cómodas (que buscan intentar mantener el status quo y perpetuar las discriminaciones que algunos ven como normales) juegan al victimismo señalando que el colectivo LGTBI es un colectivo privilegiado ¿Cuándo en nuestras sociedades el ser homosexual y escaparse de la norma ha supuesto privilegio? Todo lo contrario, ni cuando te metían en la cárcel por ello, ni ahora por mucho que hayamos avanzado. Tampoco debemos caer en el falso discurso de que, como ya hay leyes frente a la homofobia pues el camino está recorrido. Eso es tanto como decir que ya está todo conseguido en materia laboral o de vivienda porque en la Constitución se señala que l@s ciudadan@s tenemos derecho a un trabajo y a una vivienda digna, pero la realidad es que hay gente sin casa y gente sin empleo o con empleos precarios. En el tema de la diversidad sexual, por mucho que haya leyes que garanticen los derechos (después de mucha lucha), todavía queda un amplio camino de concienciación de toda la sociedad hasta conseguir la total normalización y eso, necesariamente, debe suponer esfuerzos por parte de todas las administraciones.
Por todo ello es necesario El día del Orgullo LGTBI y visibilizar la diversidad sexual: para el reconocimiento de las personas que sufrieron y lucharon en el pasado, para solicitar más medidas a favor de la normalización y para que la gente que tiene miedo sienta que vive en una sociedad y un pueblo acogedor. Por eso, desde aquí, desde esta humilde posición, quiero pedirle al alcalde de mi pueblo, de Tordesillas, que apueste por la visibilidad de los colectivos que tradicionalmente han estado discriminados, como ha sido el colectivo LGTBI o las mujeres, como hizo en su primer año como alcalde, que vuelva a tener esa valentía, porque es un pequeño gesto que para algunos (creo que una mayoría) significa mucho.